Mijail Gorbachov fue un ruso criado en un entorno rural y campesino en Stavropol (la ciudad de la cruz) en la puerta de entrada al Cáucaso. Un mundo que de pequeño fue golpeado por los primeros planes quinquenales de época estalinista y en especial una nueva redistribución y ordenación de la propiedad del campo en territorio soviético con la creación de sovjozes y koljozes. Aquellas grandes granjas estatales o cooperativas que caracterizaron a la URSS desde entonces. También la zona sufrió los embates de la guerra y la ocupación nazi en su camino hacia los pozos petrolíferos de Baku.
Tomó contacto con la política bastante joven y acabó entrando en el komsomol en 1946. Es decir, en la inmediata posguerra y un país enormemente devastado aun y haber ganado la guerra contra el nazismo. Sus impresiones al respecto las deja muy claras en su libro explicando a occidente y oriente (o a quién quisiera escucharle) sobre la "Perestroika". Esa devastación le marcaría el resto de su vida y expresaría en múltiples ocasiones la necesidad imperiosa de evitar otra hecatombe a los pueblos de la URSS y al resto de la humanidad. Acabó entrando en el PCUS en el año 1952.
Su vida política hasta llegar al cargo de secretario general del PCUS de mano de Andropov, pasó virtualmente por todos los niveles. Desde su "krai" autóctono y la propia Stavropol a lo más alto de la pirámide. Es decir, conocía y lo hacía muy bien cómo funcionaba la "fontanería" del Estado y del Partido soviético.
Su papel como máximo dirigente de la URSS está lleno de controversias. Y es que le tocó lidiar con una situación cuanto menos espinosa. La muerte de Breznev en 1982 vino a ser aquello de "El emperador está desnudo" para el mundo soviético. La desaceleración económica en los años 70 después de unos muy fructíferos años 60 (que curiosamente empezó a torcerse todo tras defenestrar a Kruchev) venía a imponer una necesidad de reforma que Breznev se negó, por activa, pasiva (sobre todo una pasividad apabullante) en querer ver. Una vez saltó el resorte que impedía cualquier movimiento que no significara un status quo, la necesidad imperiosa de reforma vino a marcar la agenda política en los grandes círculos de la URSS. Y es que era un clamor ... había necesidad de reforma económica, para recuperar cierta iniciativa económica y evitar el estancamiento que ya estaba allí, y también venía acompañada de cierta reforma de tipo político que ni Chernenko ni Andropov, los dos muy mayores ya (no por nada, en la época final a la URSS se la relacionaba con una Gerontocracia que casi, casi, se podía remontar a la propia revolución de 1917) supieron o pudieron llevar adelante.
Son famosas las líneas en las que el nuevo (y joven para el contexto) secretario general Gorbachov inició a partir de su llegada al poder en 1985: La "aceleración" (Uskoréniye) que rápidamente devino en las más famosas "transparencia" (Glasnost) y "reconstrucción" (Perestroika). Siendo este el nombre con el que se conocería el final del período soviético (1985-1991) y su propio mandato.
Es importante señalar que las necesidades de reforma y los apoyos iniciales a la Perestroika, fueron prácticamente unánimes hasta en el propio Politburó ¿Por qué? Por que la necesidad de hacer algo ante el desastre en ciernes era un elemento que todo el mundo podía ver. Daba igual el sector y la corriente ideológica (en un partido que por el llamado "Centralismo Democrático" se prohíben expresamente) a la que se perteneciese. Incluso aquellos que atacaron por la "izquierda" a posteriori y tenían responsabilidades en el gobierno de la unión se sumaron a la colosal tarea que se les planteaba delante. También los sectores más "ortodoxos" (mantenimiento del status quo y de los resortes de riqueza y poder de la Unión) viendo el contexto tuvieron que comulgar con ruedas de molinos y esperaron a ver en que se concretaba aquella "reforma".
La reforma vino por eso a ser, realmente revolucionaria en cuanto era un cambio cualitativo de la situación dada. Esta se centró en los elementos de la estructura económica y la estructura política de la Unión.
En el apartado de estructura económica, la voluntad era la de "liberalizar" la economía ultraestatal que había. No es que el estado dejara de intervenir para regular o controlar los llamados "recursos estratégicos" al contrario. Pero y basándose en Lenin venía a ser una especie de NEP (Nóvaya Ekonomícheskaya Polítika) 2.0. La necesidad de crear una capa de pequeños y medianos propietarios regulados a la vez por el Estado como garante de los derechos económicos de la población. En realidad, ya había un modelo de "socialismo real" que funcionaba un poco sobre esta misma base y esta no era otra que la Yugoslavia de Tito.
Es en esta reforma económica donde podemos ver también parte de la inspiración que en la República Popular China llevó a líderes como Deng Xiao Ping a las grandes reformas económicas que harían que China sea a día de hoy una potencia pujante en todas las esferas internacionales. Si bien, los ex-maoístas no hicieron más que una especie de transición controlando con mano de hierro la "reforma política" y evitando una cambio brusco en la composición de las élites de China que emulara el desastre vivido en la URSS de Gorbachov precisamente por estos cambios económicos y sobre todo, de los que hablaremos a continuación: los cambios en la estructura política. Esto me parecía importante señalarlo, ya que muchas veces se simplifica la situación China como una especie de "Si la Perestroika hubiera funcionado en la URSS", pero lo que este análisis evita y no señala es que sólo copia parte de la Perestroika y no toca para nada el cambio importantísimo que supuso para la estructura de la unión los cambios institucionales y políticos establecidos por Gorbachov y su grupo de fuertes reformistas. Aunque no es menos cierto que aun y formando parte del llamado "socialismo real", la China Comunista difiere de la gran mayoría de estados socialistas en su estructura puramente centralista, frente a la adopción del federalismo (si quiera formalmente) en el resto de países.
Que Gobarchov, junto con Shevardnadze como flamante nuevo Ministro de Asuntos Exteriores de la URSS, fueran de regiones agrícolas y un tanto "periféricas" provoca una cosa un tanto curiosa. Tendemos a hablar mucho del complejo "militar-industrial" que ejerce como Lobby interior al gobierno de los EE.UU (desde la famosa denuncia por el propio Eisenhower a finales de su mandato en 1961) pero poco se ha estudiado el mismo complejo "militar-industrial" que se había generado en la URSS y que obviamente por el tipo de propiedad imperante en aquel sistema, difería en muchos aspectos de su homónimo norteamericano pero no en el de ejercer presión de lobby para su gobierno. Bien, este origen "rural" de estos personajes vino a ser paradójicamente el primer golpe de atención a la nomeklatura soviética bien establecida desde tiempos de Stalin (la misma que se acabó cargando a Kruchev y puso a Breznev para resumir) ya que atendían a otras necesidades o otras formas de priorizar recursos para el país. Los cambios económicos anunciados venían a tocar el equilibrio de poderes internos y entre otras cosas, a poner en tela de juicio el poder real y efectivo de dicho complejo en el país de los soviets. Pero el "peligro real" vino con la reforma política anunciada que vino a tocar el esqueleto integral de un país, sobre la letra federal pero a la práctica ultracentralizado, lo que algunos autores han llamado la paradoja del "federalismo soviético".
Con Gorbachov por primera vez desde tiempos de la revolución, se instituyeron órganos de autogobierno efectivos y no meras correas de transmisión de Moscú, con amplia autonomía en la consonancia constitucional del federalismo en el país. Se crearon dumas, radas, y toda una nueva arquitectura federal funcional para la Unión y se celebraron elecciones libres para los gobiernos . Como las famosas elecciones rusas que ganó la "oposición" en el PCUS liderada por un tal Boris Yeltsin en 1991 (para aquellos que no lo sepan, Yeltsin tenía el carnet del Partido). Para ello se fraccionó el país de facto y con ello el propio partido que por vicisitudes del desarrollo histórico y sobre todo marcado por el periodo revolucionario y la guerra civil rusa de 1918 a 1922 instituyó un sistema de "partido único". Aquí el PCUS se veía obligado a dar autonomía a sus respectivas "secciones nacionales" y es donde vemos el origen más allá de la posterior desintegración de la Unión, de partidos como el Partido Comunista de la Federación Rusa y unos fuertes movimientos nacionalistas e independentistas en muchas de las repúblicas constitutivas más allá de la identidad rusa y/o soviética.
La paradoja vino por una doble vía: La democratización real del sistema soviético tenía que poner en tela de juicio el sistema estalinista que bajo una forma u otra se había ido desarrollando desde finales de los años 20 en el país. Pero no podías poner en tela de juicio ese sistema sin poner también en la picota a uno de los valedores: el propio PCUS. De ahí que, en las citadas elecciones de junio de 1991 a la Duma de la RSFS de Rusia se presentaran varios partidos y que el propio Yeltsin creara uno. A su vez, la federalización efectiva que cumplía con lo prometido en la constitución de 1922 y posteriores y por ende, llevaba a la práctica los fundamentos de organización territotial del propio Estado Soviético, generó una fraccionalización del PCUS y de aquel entramado Estado-Partido que empezaba a desquebrajarse hacia otra cosa (luego comentaremos un poco la idea de Gorbachov al respecto).
En román paladino: Aquella nomenklatura que se había erigido como clase social dominante (si bien no con las diferencias abismales que se vivía o viven en el Occidente Democrático) que de facto, pero no de iure, era quien dominaba la propiedad en la URSS se fraccionó y todas tenían un adversario en común por que con sus reformas les estaba poniendo en tela de juicio: Mijail Gorbachov. Pero la reforma política iniciada había tenido su sentido de ser, y es que era necesaria como comentábamos al principio y tenía no poco apoyo popular dentro del país. Y frente a esta “revolución desde arriba” auspiciada por el Gobierno Soviético la inspiración y rearme ideológico para acabar con Gorbachov vino de la revolución neoconservadora y neoliberal que había emprendido Occidente desde 1979 y que sus icónicos representantes serían Margareth Tatcher y Donald Reagan. La fallida total del sistema soviético estalinista que propició Gorbachov se encontró con el recambio ideado a medio gas, mientras que la situación interna del país de deterioraba a ritmos agigantados, siendo la última esperanza la reforma constitucional y un nuevo “Pacto de la Unión” que se llevó a referéndum el 17 de Marzo de 1991 y que ganó con un 77.85% de votos afirmativos a un nuevo “Pacto de la Unión” (con 5 preguntas) frente a un 22,15% que votó disolver la URSS. Si bien algunas autoridades locales/regionales boicotearon el mismo y no se celebró o se dieron las garantías para la celebración del mismo. O por coincidir con el periodo de consultas a favor de la secesión de la Unión, como serían los casos de Estonia, Armenia o Georgia.
En esta situación de impasse político y de transformaciones de gran calado dentro de la URSS y en un momento de máxima delicadeza del mismo, sectores ortodoxos del PCUS y del Estado dan un golpe de estado contra Gorbachov entre el 19 y 21 de Agosto de 1991 que a la vez, por débil, propiciará un contragolpe pero que dejará tanto a Gorbachov y a los golpistas que pretendían anular el paquete de reformas institucionales y económicas emprendidas desde 1985 para volver a una especie de pre-Perestroika, en una posición de incapacidad de imponer su programa al resto por ambas partes.
Esta situación de "cesarismo" catastrófico para la gestión del poder soviético pero es aprovechada por el “tercero en discordia”. Aquella sección de la nomenklatura que comentábamos, que había evolucionado a una amalgana de aparatchits, nacionalistas y otras categorías había construido su oposición al CC del PCUS desde los territorios aprovechando la descentralización del mismo y que ya disfrutaban del control de las inmensas riquezas estatalizadas del país en su gran mayoría, entre los que hay que destacar la figura de Boris Yeltsin por el papel importantísimo al controlar la nueva estructura de la RSFS de Rusia en las elecciones de 1991. Y es muy interesante ver como desde Rusia se ataca a la propia URSS cuando esta nueva nomenklatura adaptada a las transformaciones generadas por Gorbachov llegaron a una conclusión rápida: De facto controlaban el país, o los países, y la continuación del socialismo soviético y por ende, de la propia Unión, en realidad era un estorbo para su estrategia de dominio. Se aprovecharon de las reformas democratizadoras del sistema propiciadas por el centro de poder y lo utilizaron para deshacerse de él, en una especie de autogolpe interno. Y esto es importante: La desintegración de la URSS no se debe en última (ni mayor) instancia a la “Guerra Fría” y a un agotamiento económico contra Occidente y la OTAN , con quien de forma paradójica se había llegado a una “entente” de cierta cordialidad. Aunque este artículo no prenteda analizar esas relaciones que merecían un comentario exclusivo y a parte del tema ni tampoco que desde ese mismo occidente no se supo entender tampoco muchas veces las intencionalidades del dirigente soviético y se vio debilidad en lo que en realidad era una fortaleza y unas valentías políticas de primer orden (motivadas por ese “sentir superior” de evitar una nueva hecatombe tan clavada en su mente desde bien pequeño fomentado por la doctrina del internacionalismo y a su vez, posiblemente el sentido de universalidad cristiana ortodoxa). Dicha desintegración se debe pues a que, una mayoría de la élite dirigente del propio Partido-Estado, que se había hecho su hueco “regional” con sus nuevos nodos y redes de poder distribuido así lo quiso. Y lo quiso incluso contra una abrumadora mayoría que había participado en un referéndum libre donde se preguntaba sobre el futuro de la unión y la necesidad de un nuevo pacto de la misma como comentábamos anteriormente.
Y esto choca con la idea de reforma de Gorbachov. El mismo diría en varias ocasiones que su objetivo final no era la desintegración de la Unión, sino la reforma y continuidad de la misma bajo otras formas. Hacer del propio PCUS una nueva herramienta, Un partido de corte social-demócrata y una oposición englobada en una especie de democracia-cristiana oriental-ortodoxa (con gran apego también a la cuestión social), al ejemplo de los países escandinavos. Una URSS donde no se eliminaría el socialismo, pero que transicionara hacia otras formas del mismo y sobre todo un aparato estatal y civil plenamente democrático. Esto se encontró con resistencias tanto de los llamados “ortodoxos” que entendían el socialismo únicamente como la vía soviética clásica y otros que vieron la oportunidad , una vez fueron amenazados, de no compartir los pedazos del pastel, sino comérselo entero ellos solitos.
De ahí que la afirmación conforme la “Rusia de Putin” es heredera de la URSS ideada por Gorbachov sea un sinsentido. La Rusia de Putin, que no es más que la Rusia de Boris Yeltsin, que no es más que aquella nomenklatura dentro del aparato de poder político y económico soviético mimado por el estalinismo que miraba por sus únicos y meros intereses personales aderezados por una especie de "nacional-sovietismo". Profundamente transformada e influida por la revolución neoconservadora y neoliberal de los años 70 y 80 y en realidad, exponente de esa “oleada revolucionaria neoliberal” que se vivió hasta bien entrados los años 2000.
A su vez, ellos mismos cuando las instituciones democráticas creadas por Gorbachov no les sirvieron, y contrariamente a 1991 cuando Gorbachov perdió el control de la institución a favor de sus adversarios políticos, simplemente y literalmente la bombardearon como fue la resolución de la bronca política por la constitución de una Federación Rusa Presidencialista (Yeltsin) o Parlamentaria (Defendida por la mayoría del Soviet Supremo , hoy la Duma Estatal, presidida por Jusbálatov) en un aciago evento para la democracia en Rusia como fueron la cadena de hechos que a día de hoy se conocen como el Octubre Negro de 1993.
De esos hechos, y no de la Perestroika (sino como reacción a ella), son las élites actuales rusas y de otros países de la antigua Unión Soviética a día de hoy. Y quiero mencionar explícitamente por hechos recientes que aquí entran también Ucrania y Kazajstán. Ellos, a diferencia de Gorbachov que se resistió como pudo y demostró no usarlas cuando tuvo el cetro, utilizaron y recuperaron lo que se llama las “tradiciones autócratas rusas” para la construcción del nuevo estado. Al fin y al cabo, el gran trabajo de Putin desde que llegara a lo alto del poder ruso no ha sido otro que, alcanzar cierto pacto entre “boyardos” (nobleza en tiempos de los Príncipes de los Rus o del Zarato de Moscovia, posterior Imperio), lo que hoy conocemos como Oligarcas (todos en su día, vinculados al propio PCUS y al organigrama del Estado) para ganar una estabilidad mínima que permitiera asentar al nuevo Estado y con ello, construir los mecanismos de justificación de existencia del mismo.
De ahí que como no poca gente viene señalando, o el propio Putin lo ha dicho de forma reiterada en los últimos años, como en su alocución dando inicio a la Guerra en Ucrania este pasado febrero de 2022 las críticas a Lenin, Kruchev y Gorbachov como lo peor de la historia soviética/rusa y la recuperación de una parte de Stalin para potenciar el discurso de gran potencia, victimista, de agredido y nunca de agresor, del rearme nacionalista e imperial ruso para el siglo XXI. Y no sólo esto, el ejercicio de revisionismo histórico del Kremlin que lleva años fraguándose pero que se ha desatado con la invasión de Ucrania es digno de elogio y muy interesante de estudiar: del Rus de Kiev , Moscovia, los Zaratos, el Imperio y hasta la propia URSS. No se desprecia nada, eso si, bajo determinados filtros.
Relacionado con esto último y si os interesa indagar un poco más sobre el elemento ideológico y justificativo de la política rusa contemporánea no dejen de echar un vistazo a este artículo "Darya Dugina y los posibles escenarios que podríamos encontranos en la guerra de Rusia en Ucrania".
Pero ¿Qué fue de Gorbachov? Entre agosto y diciembre de 1991 no fue más que un muñeco en manos de sus adversarios. Y asistió atónito al final de la Unión. Las preguntas que todavía a día de hoy asoman al mirar de explicar cómo es posible que una figura con su poder quedase arrinconada son varias. ¿Se trató de ...? ¿Poca previsión? ¿Incapacidad de gestionar bien los grupos de poder en una transición complicadísima? ¿Ingenuidad y poco pragmatismo/realismo tanto para la geopolitik como la política doméstica? ¿O de... ? Las reacciones que genera la simple pronunciación de su nombre nos indica que es un tema que levanta pasiones y dificulta poder tratarlo con una mayor objetividad aún y pasados 30 años desde el final soviético.
Se trata de un personaje que fue derrotado sin paliativos y se pasó los años posteriores en ambientes socialdemócratas en Rusia con unos resultados electorales y de organización e implementación territorial bastante mediocres, aunque nunca abandonó el activismo por el peligro nuclear o la lucha contra el cambio climático (un elemento que él siempre defendió incluso cuando no se hablaba de estos temas como hoy). La visión del mismo sigue siendo muy diversa: De la idolatría en Occidente poco a poco se fué olvidando de él, y una mayoría social en Rusia y la ex-URSS que le culpa de todos los males habidos y por haber, como máximo dirigente del país en aquellos años y responsable directo (más que Yeltsin, Gaidar, Primakov ... o el propio Putin) de los terribles años 90 para los rusos.
Que naciera en “la ciudad de la cruz” y que mencionara en su mensaje de despedida el mismo día que otros disolvían la URSS la “soledad de Jesucristo en la cruz”, no fué ni una forma de pretensión ni un alarde intelectual. No fué sino una expresión desde lo más profundo de su ser, de una persona que se sabía incomprendido por propios y extraños. Al fin y al cabo no dejaba de ser aquel ruso nacido y criado en ese entorno, a las puertas de un Cáucaso en plena transformación.