Homo oeconomicus versus Homo reciprocans
Pero vayamos más allá aún, pues determinar todos los argumentos posibles a favor o en contra de cooperación y comunidad contra un simple "egoísmo", tal y como extraen desde el siglo XIX pasando por el XX y hasta el XXI, de una lectura interesada y parcial, basado en una lectura interesada de la biología, y que parte de la analizada recepción e interpretación de Spencer o Malthus y el propio Darwin y que pasa por los filósofos de la Escuela de Viena y después por los de la Escuela de Chicago, aa a pesar de que se da la paradoja de contar con investigaciones en la Universidad de Chicago sobre aspectos biológicos y evolutivos que atacaban el pilar de dicha argumentación y sus premisas fundamentales, y cuyo resultado es la sustentación de un Homo oeconomicus, el individuo que, absuelto por otras motivaciones, actúa guiado exclusivamente por la razón y por la maximización de la utilidad como consumidor y de las ganancias como productor de tal manera que es trabajar con deducciones muy complejas y cuyo resultado es pensar en todos los modelos posibles y elegir aquel cuyo curso de acción implique el mayor beneficio, un término que hace su aparición en el siglo XIX, y que viene formulado, aunque no consiguió el término de "hombre económico", por Mill (2008), pero cuyas ideas definitorias se hallan tanto en Adam Smith (2019 y 2023) como en David Ricardo (2015), y Schumpeter (2006) señalan las mismas ideas en el "economo prudente" de Frigerio sobre el 1629. La expresión latina "Homo oeconomicus" la podemos hallar en Pareto (2019).
Aunque el concepto detrás de "hombre económico" como tal tiene más que ver con el ambiente del utilitarismo en la Inglaterra del siglo XIX, donde los seres humanos se definen como agentes económicos únicos en el sentido de ser una unidad atómica independiente de los demás y perfectamente racionales, para más información puede ver la Parte 2 de este documento, y para la formación de este concepto puede seguir a Hirschman (2014), donde vemos la evolución el ser humano dominado por las pasiones al hombre racional donde Smith se sitúa a partir de las referencias citadas a un individuo en un estado intermedio; y, a su vez, se producirá la evolución del agente económico desde el individuo a los países y acabando en las empresas.
De modo que, partiendo de Adam Smith y John Stuart Mill, tal y como acabamos de ver más arriba, a la manera de sillares adoptados del pensamiento económico clásico, de la misma forma en que también confirma y amplía Reynolds (2014) passamos a la formación de la llamada escuela clásica de economía, que trató de abordar las causas tanto intelectuales como sociales de la humanidad, a pesar de que el propio sistema aparece de una manera totalmente objetiva como analíticamente débil, y que requiere una crítica para construir una nueva escuela, que será la llamada escuela neoclásica.
Esta crítica empieza, sintomáticamente, alrededor de los primeros años 1870, y de nuevo tengo que remitir a este documento, para lo cual se organiza alrededor de tres libros:
1/ El primero de ellos es de 1871, "The Theory of Political Economy", de William Stanley Jevons;
2/ También de 1871 es "Principles of Economics", de Carl Menger; y,
3/ Entre 1874-1877, "Elements of Pure Economics", de Leon Walras.
Ambos autores serían reclamados como pensadores neoclásicos más adelante.
A su vez, la escuela neoclásica también ha abordado una construcción del Homo oeconomicus, y lo ha hecho, de acuerdo con Weintraub (2013), fundamentalmente en dos direcciones:
1/ Al contar con tanto peso la idea imperante de expandir la riqueza nacional, los pensadores clásicos se ocuparon del lado de la oferta del mercado de materias primas. Puesto que la "demanda del mercado" desempeñaba un escaso papel en la teoría, el valor de una mercancía pasa a determinarse fundamentalmente por los costes de producción.
Por consiguiente, el desafío para los primeros economistas neoclásicos era completar la teoría del valor incorporando la "demanda" al modelo de mercado, cosa que hicieron al introducir el concepto de 'utilidad' y pasando a determinar un marco teórico, popularizado hoy día como 'revolución marginal'.
2/ Aplicaron técnicas matemáticas avanzadas para explicar e ilustrar las teorías y los principios de la economía.
Como consecuencia de este último punto se introdujeron varios atributos abstractos en el análisis económico, ante todo en lo que tiene que ver con la teorización alrededor del Homo oeconomicus. Para una mayor comprensión, Camerer (2003) pasa a enumerar distintos atributos abstractos, como son: preferencias completas, transitivas y continuas; programación dinámica; preferencias "asociales"; interés egoísta; maximización de beneficios; equilibrio de mercado, equilibrio teórico de juegos, etc.
Con la finalidad de facilitar la comprensión y precisar el rol del Homo oeconomicus, dejo el enlace al paper de McFadden, "Consumer Theory: The Mathematical Core", pues aborda desde la perspectiva de la teoría neoclásica al consumidor en su lenguaje matemático.
Por sintetizar, imaginemos que tenemos a un individuo promedio, el Homo oeconomicus, el cual presenta la utilidad cuya función de vectores de mercancías no negativas; a esto se suma que cuenta con una cantidad limitada de ingresos que podrá gastar para satisfacer sus deseos, de tal manera que la principal restricción impuesta en el modelo es la renta, que normalmente será enunciada como restricción presupuestaria impuesta, cosa que pretende implicar que el Homo oeconomicus es incapaz de satisfacer todos sus deseos reflejados en la función de utilidad debido a la limitación de recursos. Esta situación presupuestaria le obliga a elegir un número reducido de artículos incluidos en la función de utilidad.
De acuerdo con los economistas neoclásicos los consumidores buscan maximizar la utilidad total sujetos a restricciones presupuestarias al realizar sus elecciones.
El modelo de consumidor neoclásico representa un problema de optimización con restricciones, puesto que la función de demanda individual, que es el producto final de la manipulación del modelo, se obtiene siguiendo los pasos sugeridos por los métodos del cálculo diferencial.
La conclusión a la que llegamos es que los economistas neoclásicos pioneros se limitaron a aceptar la idea clásica del egoísmo como elemento rector del bienestar social y la adaptaron para que se ajustara a sus propios objetivos intelectuales, con lo que no hicieron ninguna gran aportación ni tampoco plantearon ningún debate alrededor de las características naturales o sociales del Homo oeconomicus. Es decir, una pretendida mayor racionalización por un lado al usarse el lenguaje matemático, y por otro lado la evolución del agente económico desde el individuo a los países y acabando en las empresas, tal y como ya he explicado.
En un primer momento, dentro de la teoría neoclásica, vemos cómo esta persigue descubrir leyes y/o principios determinados por los factores rectores natural y social, que den un impulso al crecimiento económico dentro del marco de la economía nacional y el bienestar de la gente común, y en el que Adam Smith explica que las acciones de los agentes económicos, que son racionales y egoístas bajo el Homo oeconomicus, promueven el bien general en su conjunto, que concluye que es la asignación eficiente de la riqueza material.
Esta perspectiva alrededor del Homo oeconomicus se refuerza en el siglo XX, cuando en 1932 Lionel Robbins (2007) formula su teoría de la elección racional y se convierte en un elemento principal de la economía, reforzando al "Homo oeconomicus" como una persona que actúa racionalmente sobre un conocimiento completo basándose en el interés propio, el egoísmo y el deseo de riqueza partiendo de un análisis de costo-beneficio, poniendo en relación los actores racionales, el interés propio o egoísmo y mano invisible. Con ello queda patente que, al igual que hemos visto en la Parte 2, el pensamiento neoclásico también se incardina en el núcleo positivista, y se propone una visión racionalista para optimizarlo... claro que una crítica evidente parte de lo que señalan Hollis y Nell (2007), y es que a la racionalidad se le estaría exigiendo en estos planteamientos neoclásicos unos parámetros que no puede cumplir, incluso señalan Hollis y Nell que los individuos no siempre actúan racionalmente ni se comportan de una manera que maximice la utilidad.
La "racionalidad" ha pasado a ejercer, por consiguiente, un papel clave en la configuración y el establecimiento de la hegemonía de la corriente económica dominante contemporánea. Y esto es así porque cimentar la economía en el concepto de racionalidad vincula íntimamente la economía con la tradición que parte del pensamiento de Hobbes y de Locke, principio clave organizativo de la Revolución francesa en última instancia, por ejemplo. En definitiva, se trata de usar esta corriente de la filosofía política, cuya finalidad es la de explicar la organización política y económica de la sociedad moderna como el resultado necesario de la interacción de individuos racionales naturalmente constituidos que se enfrentan entre sí como competidores por unos recursos escasos: de nuevo, repasar la Parte 2 de este documento ayudará a entender el contexto necesario.
La conclusión es obvia: si se desea evitar las terribles consecuencias de la lucha anárquica del "todos contra todos", se supone que estos actores individuales racionales acuerdan instituciones de propiedad y autoridad política, que constituyen el marco de la sociedad moderna, cuyo rasgo distintivo se hace presente en las instituciones necesarias y que, en principio, son democráticas e igualitarias, tanto en derechos como en acceso a propiedades... pero conducen inexorablemente a fuertes desigualdades en el bienestar económico y a modelos parasitarios, además de autoritarios y en extrema competencia en cuerpos políticos objetos que concentran las capacidades de soberanía para imponerse a otros cuerpos políticos objetos.
De manera que, la escuela neoclásica lo que persigue realmente con estos fundamentos prestados y "racionales", "científicos" y de "máxima autoridad moral" no es otra cosa que construir un cuerpo filosófico justificativo que explique las consecuencias inevitables de la interacción de individuos racionales naturalmente constituidos que se enfrentan entre sí como iguales, dadas las condiciones naturales e inalterables de la existencia humana. El problema es que ya hemos visto a lo largo de las diferentes partes de este documento que esto tiene serios obstáculos a nivel filosófico, moral, económico, biológico y lleva los acontecimientos de la historia al lugar que precisamente quiere evitar llevarnos.
Para hacer frente a este cúmulo de pruebas contrarias, la teoría del actor racional ha tenido que recurrir a una serie de estrategias falaces, como el "F-Twist" propuesta por Milton Friedman (1966), es decir una dudosa proposición filosófica que afirma que no importa si los supuestos de una teoría son en sí mismos exactos siempre que sus predicciones sean correctas de alguna manera, lo cual constituye el marco de "la profecía autocumplida", es decir, que cuando alguien dice que algo va a pasar porque cuenta con el control de los medios para que pase suele suceder que pasará lo que ha dicho que va a pasar, pero esto no significa nada más que cuenta con el poder de condicionar las cosas para llevarlas a su terreno... si se carece de toda buena base científica, el que se cumpla una "profecía" sólo pone de manifiesto el afán de llevar las cosas en esa dirección y el contar con los medios para hacerlo posible). Además de una variedad de afirmaciones "a priori", según las cuales, de alguna manera, los individuos que se comportan de forma contraria a los postulados de la racionalidad acaban actuando como si fueran racionales cuando realmente llegan al mercado.
En definitiva, entramos de lleno en el terreno del pensamiento mágico, que es la creencia de que eventos no relacionados están conectados causalmente a pesar de la ausencia de un vínculo causal plausible entre ellos. El pensamiento mágico es un tipo de pensamiento falaz y es una fuente común de inferencias causales no válidas. Además, es una garantía de seguridad en un contexto de condicionamiento, pues dichas creencias pueden hacer que una persona experimente un miedo irracional de realizar ciertos actos o tener ciertos pensamientos debido a una supuesta correlación entre hacerlo y amenazar calamidades. Se presenta el pensamiento mágico como un síntoma muy extendido y observado en el trastorno del pensamiento, el trastorno esquizotípico de la personalidad y el trastorno obsesivo-compulsivo. Para todo ello ver Stemberg, Roediger III et al. (2006, 121, 262), Zusne & Jones (2014), Fonseca-Pedrero (2018) y West & Willner (2011).
Sobre este particular que se acaba de señalar, creo que merece señalarse la reflexión que hace Berardi (2022) alrededor del inconsciente colectivo. Así, destaca Berardi que Freud percibe que la normalidad social exigía un alto grado de negación del deseo o represión del impulso sexual y lo instintivo. De manera que podemos definir, de acuerdo con Freud (2010) y tal y como lo expresara en 1930, que el inconsciente es el lado oscuro del armazón bien ordenado del progreso racional, apuntado como elemento basal del orden político y económico, y de su dominación, lo que se manifiesta tanto en la vida pública com en la privada. La forma burguesa de la “normalidad racional” dominante a comienzos del siglo XX producía una forma particular de padecimiento, una patología, que Freud denominó “neurosis”.
Sin embargo, siguiendo a Berardi (2022), en las últimas décadas del siglo XX, particularmente alrededor de los años de la década de 1970 en adelante, el marco cambia al presentarse la aceleración de la infoesfera y la intensificación de la estimulación nerviosa, construida sobre la comunicación a través de Internet y la globalización cultural, cosa que comprometió la represión sistémica del deseo y el régimen psicopatológico de la neurosis. Siempre según Berardi (2006), con la revolución digital, el alma fue puesta en el trabajo y las facultades mentales fueron sometidas al proceso de producción capitalista, llevando a la mente humana a un sometimiento constante a un estrés, además de una aceleración del ritmo productivo y autoexigencia para explotarnos a nosotros mismos en este campo, batallando por el espacio mental por así decirlo, de tal manera que la mente pasa a ser conducida hasta los límites del pánico, del colapso nervioso y la depresión.
He aquí entonces, continúa Berardi, que la psicopatología, en un tiempo mantenida dentro de los límites de la marginalidad y de la anomia, deviene normal consecuencia de la explotación social. La precariedad que domina en el ámbito de trabajo intelectual no es sólo una característica jurídico-formal de la relación entre empleado y empresa, sino que pasa a ser cada vez más la percepción íntima que el trabajador tiene de su propia existencia y de su propia vida mental y psíquica, y de aquí yo he podido establecer uno de los pilares que se afirman fijando un concepto ideológico de dominación que se apega al autoritarismo, algo en lo que entraré más abajo. Y sigue Berardi, afirmando que la precariedad se manifiesta como apertura infinita al mundo de los info-estímulos, como un no-estar-protegidos de la incontenible velocidad del flujo de información productiva del que el trabajador intelectual es al mismo tiempo receptor y transmisor, objeto y sujeto. Se generaliza por consiguiente aquella condición de apertura a lo ilimitado que es propia de la psicosis y de otros desórdenes tan vinculados a lo que hemos mencionado del pensamiento mágico.
De ahí que, una vez superada, yendo más allá por la vía de la racionalización y del Homo oeconomicus como ser racional en los términos desgranados a lo largo de este documento en varias partes, entonces pasamos de un ambiente donde la experiencia estuvo reprimida por un sistema de normas y limitaciones culturales, sexuales y sociales, cuya psicopatología clave es la neurosis, a una sociedad cuyo eje se incardina en una civilización del malestar, de la ansiedad y del pánico.
Es por esto por lo que la primera intuición de estos nuevos matices en el inconsciente colectivo viene por Deleuze y Guattari (1985), con su "L'ANTI-OEDIPE : Capitalisme et schizophrénie" de 1972. Para los autores, el inconsciente no es una especie de depósito de las experiencias que no queremos ver, recordar o llevar a nuestra vida consciente. El inconsciente se asemejaría más bien a un laboratorio y no a un "teatro", donde se produce incesantemente nuevas posibilidades de imaginación y de experiencia. Afirman también que no es la locura la que debe reducirse al orden en general, sino al mundo moderno en general o a todo el campo social, que también debe interpretarse en términos de la singularidad del loco ya que, en sus propias palabras, "el inconsciente no delira sobre papá-mamá, delira sobre razas, tribus, continentes, historia y geografía, siempre un campo social". De acuerdo con los autores, tan sólo el deseo -o la dimensión del acontecimiento que muestra el deseo- garantiza la libre configuración de singularidades y fuerzas capaces de poner en marcha la historia.
De modo que Deleuze y Guattari generan toda una serie de reflexiones y teorías alrededor de lo que ellos llaman esquizoanálisis, que parte desde el punto de vista de la esquizofrenia y la psicosis, así como del progreso social que el capitalismo en ese momento ha propiciado y que se vincula al deseo, relacionando dichos conceptos con el psicoanálisis, la economía, las artes, la literatura, la antropología y la historia.
A su vez, a mi juicio, un aspecto interesante resulta ser también comparar "El Anti-Edipo" en este momento de análisis de la obra de Deleuze y Guattari, y del documento que nos ocupa, con el libro de Michel Clouscard, Néo-fascisme et idéologie du désir de 1973, donde define a un tipo de nuevo burgués, y que Michel Clouscard llama lili-bobo, libéral-libertaire – bourgeois-bohème.
Para Clouscard en aquellos momentos se estaba originando lo que él llamó un “capitalismo de la seducción”. Para él mayo de 1968 es una revolución de las nuevas clases medias educadas que quieren ejercer una hegemonía que reconstruya la modernidad, pasar a la posmodernidad, por consiguiente, cuyo motor es la configuración de un nuevo mercado, basado en el deseo y profundamente individualista. Para él se constituye las bases por las que en el plano político-cultural se produce un giro hacia la izquierda, centrándose en este aspecto a nivel de análisis; mientras que a la par, en el plano económico-social, se inicia un giro a la derecha que conduce a una suerte de “socialdemocracia libertaria” o “liberalismo-libertario”. Como tal, es un sistema en revolución permanente y afecta a todos los campos, odia la estabilidad. Se generan unas nuevas clases medias que tenderán a no poseer ni capital ni medios de producción como gran masa, siendo las que tomarán el timón de la animación, en la vertiente cultural, y de la dirección y refuerzo de la ofensiva de un nuevo liberalismo, que, como tal, no tiene nada que ver con el liberalismo de la modernidad, y trasladando el acento hacia la mente y el espacio de la mente, derribando las barreras entre el mundo no material y el físico, sin que exista un "orden" en todo ello. La centralidad en la seducción y en el deseo establece una nueva herramienta de dominación que se basa en la moda y la publicidad, que pone las bases de un mayor consumismo, el establecimiento omnipresente del mercado (mercado laboral, mercado político, mercado "sentimental" en nuestros días también). Se produce, así mismo, un alargamiento de la fase infantil, incluso en la edad adulta para dirigir a los individuos hacia el consumo.
A su vez, analiza Clouscard que aparece una nueva disidencia, a la que él llama “disidencia subvencionada” y que gira cada vez más asociada a la droga, que representa la “esencia misma de la sociedad de consumo” (uno consume droga hasta consumirse a uno mismo y dejar de ser, o bien tiene los medios económicos para seguir siendo, y seguir consumiendo). La liberación sexual empieza a concebirse como una liberalización sexual que pasa a estar intrínsecamente adherida al capitalismo, generando otro mercado, el del sexo y llevando a la mujer del concepto mujer-vientre al de mujer-sexo.
Establece que esta revolución genera una falsa eliminación de clases, que parte del hecho de que todo gira en un abaratamiento progresivo de productos de consumo, cosa que acaba por generar una falsa apariencia de igualitarismo que potencia aún más el consumo, amparado en el crédito, haciéndose en Occidente permisivo con el consumidor, pero represivo con el productor, se profundiza en lo ya señalado y aumentan también los cambios en los elementos que sustentan la democracia, los derechos y las libertades que penden del trabajo estable, remunerado aceptablemente, lo que afecta al modelo sindical y a la hegemonía socialdemócrata para crear una nueva hegemonía en Occidente, la neoliberal, sustentada en China como fábrica del mundo.
Para 1981 advierte que la crisis revelará el verdadero rostro y naturaleza de este sistema: y que parte de la perversión de la palabra “austeridad”, que es en verdad una represión económica sobre la clase obrera en un primer momento, para extenderse posteriormente por todas las capas sociales que no participan de la auténtica hegemonía del sistema: la financiera, y sobre lo que yo quise hacer un paralelismo como "gran ciclo" con el iniciado alrededor de la época de la publicación de "El retrato de Dorian Gray" y lo conectaba a la transición de hegemonía que llevó a la hegemonía norteamericana, y que de nuevo es necesario repasar. La crisis de los años 1980 trae consigo la revolución informática, que también generará un mercado y al final se convierte en una de las piezas conectivas de los otros mercados en un abaratamiento de los costes que crea más precariedad todavía, y más “microconsumo”.
Las consecuencias son paro, inflación, etcétera, y por consiguiente más inestabilidad, dándose por lo tanto en El Anti-Edipo, según afirma Berardi (2022), la anticipación en la que podemos ver tanto la utopía como la distopía, pues mientras el futuro utópico implicaría la “liberación del deseo”, sin embargo, el futuro distópico es el capitalismo neoliberal, donde el deseo es celebrado como el impulso al consumo, la competencia y el crecimiento económico (o la liberalización del deseo: competimos por mejorarnos mediantes aplicaciones de idiomas, competimos para aparejarnos de una forma impersonal, competimos para ser evaluados por nosotros mismos y por los demás... cuando es imposible agradar a todo el mundo, y la felicidad no depende de cómo nos juzguen, que no cómo nos valoren, los demás). Mientras que el placer es constantemente postergado, convirtiéndonos en esclavos del deseo y se nos sustrae el placer y lo que sobre él se edifica como es la moralidad, la estabilidad, la reflexión, los derechos y las obligaciones, la igualdad, etcétera, siendo necesario y también consecuencia misma de tal proceso el autoritarismo y la competencia entre bloques extrema si se desea mantener el sistema de hegemonía y dominación por parte de los grupos dominantes.
Reflexionando sobre esta cuestión, uno de los arquetipos, usados en un sentido próximo a Jung, para referirse al ser humano de nuestros días quedaría ejemplificado en el mito de Tántalo, por seguir la reflexión que hace Albert Camus en un contexto como el de 1942 en la Francia ocupada cuando publica "El mito de Sísifo", momento en que Albert Camus reflexiona sobre la filosofía del absurdo en la esta de Kierkegaard, Schopenhauer y Nietzsche, referencias estos dos últimos, particularmente Nietzsche (y a través de él, Schopenhauer) y el concepto de la voluntad del poder en Guattari y Deleuze. Para Camus (2012) la filosofía del absurdo parte del hecho de yuxtaponer una necesidad humana como es la de dotar de sentido a la vida humana, y por el otro el silencio con el que el universo decide obsequiarnos, para lo cual Camus insta a la rebelión en lugar de a la resignación y el suicidio, por lo que Camus concluye que en la lucha por este aspecto se alcanza la felicidad, de la misma manera en que debemos imaginar a Sísifo feliz empujando la roca pendiente arriba hasta la cumbre tan sólo para verla rodar abajo de nuevo y volver a empezar. El castigo de Sísifo llega por encadenar a la Muerte. Camus percibe a Sísifo como el héroe icónico del hombre de su tiempo, en concreto del trabajador de las fábricas o de las oficinas, que lucha contra su absurdo destino.
De la misma manera, la omnipresencia del deseo y la postergación infinita del placer me hace pensar en Tántalo. La referencia que tomaré, por acotar las diferentes versiones del mito, será la de Homero en Odisea XI, 582-592, durante el viaje al Hades de Odiseo/Ulises, que además es la versión más antigua del mito, y adicionalmente, resulta ser la más completa. Se nos explica allí que Tántalo es condenado por la eternidad a estar sumergido en una laguna de agua dulce de la que no puede llegar a beber jamás, pues cuando desee hacerlo el agua se retirará tanto como él decida "perseguirla" hasta quedar seca, y a su vez, a su alcance habrán árboles con ramas cargadas de alimentos (perales, manzanos, higueras y olivos) que, siempre que decida alargar su mano y tomar de su fruto entonces un viento las impulsará con fuerza hacia el cielo haciendo imposible comer para Tántalo. Aunque existen diferentes versiones que explican el origen de tal castigo, todas tienen en común, con la excepción de la de Antonino Liberal, el abuso de la confianza y la hospitalidad con la que distinguían a Tántalo. Añadiré otro aspecto o versión que podemos fechar en época arcaica, que bien podría ser complementario de la versión dada por Homero, y que se recoge en "Regresos", en la que Tántalo tendría una roca sobre su cabeza que no acabaría de caerse nunca, a pesar de la amenaza permanente, y no estaría en el Hades, si no en el Olimpo.
Otra lectura interesante de Tántalo y que merece la pena sumar al marco que estoy definiendo para nuestra peculiar "era del mito de Tántalo" en este aspecto, tendría que ver con Plutarco y su lectura respecto a contraer deudas y que parte, precisamente, de la Odisea XI, 582-592, donde también está el gigante Ticio, al que dos buitres le roían el hígado, el cual se regenera, y el festín de los buitres es eterno. Concluye Plutarco que esa es la condición de los deudores, añadiendo una referencia adicional, en elipsis, que es la Fineo y las Harpías, pues éstas no le dejaban comer al arrebatarle su alimento o al ensuciárselo con sus excrementos si no podían comer más, trazando Plutarco un paralelismo entre las Harpías y los usureros. Sobre todo ello, me he basado en Plutarco y su vida de Lúculo (7, 7), además de Moralia Vol. X (828F-829A). De modo que tendríamos en esta visión del mito de Tántalo la doble apreciación señalada, la de estar dominados por una gran presencia del deseo con una postergación infinita del placer, y en el fondo, algo que vendría aparejado, una gran presencia de deudas, dada la estructura económica y la hiperfinanciarización de la economía, con todo lo que trae aparejado.
Es precisamente por todo ello por lo que resulta interesante que, de acuerdo con Deleuze y Guattari, la esquizofrenia es un estado mental extremo que coexiste con el propio sistema capitalista en esta fase histórica y que este continúa imponiendo la neurosis como una forma de sostener la normalidad. Aunque sucede que, a medida que resulta más improbable y segura la estabilidad, más cerca nos hallamos de ponderar los estados neuróticos... y esquizofrénicos, y por consiguiente el pensamiento mágico (expansión de "medicina alternativa", negación de la ciencia, etcétera).
En este contexto, lo que Berardi (2006 y 2022) llama "infoesfera", que viene a ser el sistema de los medios de comunicación de diversa índole que ha sido movilizado para expandir las promesas de disfrute, pero que, a su vez esta aceleración del flujo de información ha sobrecargado la capacidad de atención humana, posponiendo para siempre la posibilidad del placer, que terminó por volverse inalcanzable.
Dicho régimen social llevó a la configuración de un nuevo régimen psicopatológico, el cual ha caracterizado a las últimas décadas: la era del pánico, la depresión y, en última instancia, la psicosis.
Según Berardi (2022), pánico quiere decir percepción de un exceso de posibilidad, intuición de una cantidad de placer inaccesible. Es decir, que una persona entra en pánico porque se ve expuesta a un exceso de placer que no puede experimentar realmente. El pánico es, por consiguiente, una vía de escape de la depresión, y la depresión es el retorno de un viaje de pánico. A medida que la explosión del inconsciente lleva a una condición de hiperestimulación nerviosa y frustración psicológica, la psicosis en nuestros días iría tomando posiciones ante la neurosis. Dicha aceleración comporta una doble posibilidad, tanto positiva como otra negativa. La positiva iría en la senda de la liberación, la creatividad y el conocimiento; la negativa será descrita en 1976 por Jean Baudrillard (2017), pues concluye que la impresionante aceleración de la estimulación nerviosa (seducción, simulación, hiperrealidad) va de la mano con la globalización neoliberal y provoca una perturbación en la esfera de la experiencia.
En tales condiciones la ansiedad, los trastornos de la atención y el pánico se vuelven omnipresentes, siendo la depresión una suerte de síntoma final del régimen hegemónico actual donde la intensidad del ritmo social y emocional se vuelve insoportable, y la única manera de escapar al sufrimiento sería acabar con todo vínculo posible con el deseo, y, en consecuencia, el vínculo deseante con la realidad.
En conclusión, el concepto de racionalidad representa unilateralmente las relaciones de la sociedad capitalista moderna, tal y como se formularía desde el sistema de Hegel. Las patentes y objetivas limitaciones de la teoría del actor racional, la cualidad estática que presenta dicha teoría, además de sus antinomias lógicas, su vulnerabilidad a los argumentos de regresión infinita, su fracaso a la hora de desarrollar un programa de investigación concreto y progresivo, su recurso al pensamiento mágico como última instancia.
De modo que es la ideología la que adquiere un aspecto predominante en este escenario, y con ello condiciona la realidad, en la medida en que el discurso de la teoría del actor racional lo que pretende, como instrumento de dominación en un sentido gramsciano, es nuestra aceptación de las instituciones de la sociedad capitalista moderna como subproductos inevitables de la vida social al constituirse en "sentido común" de esta época. Es decir, que si seguimos a Althusser (2001), él caracteriza el momento ideológico como la "interpelación" del sujeto individual, ya que, en este caso, la ideología se dirige directamente a nosotros como sujetos individualizados y "exclusivamente racionales", y nos ofrece un relato imaginario de nuestra relación con la realidad social, persuadiéndonos de que no tenemos más remedio que aceptar el mundo tal y como se nos presenta. Y con ello llegamos al momento T.I.N.A. ("There Is No Alternative", "No hay alternativa") usado como mantra y elemento de pensamiento mágico que sirve para mantenerse en la actual hegemonía construida entre finales de los años 1970 y 1990, y como tal se transforma en profecía autocumplida debido al control de los diferentes elementos, y caso determinante sobre el que parte el resto de cosas: la ideología, y más en una sociedad cada vez más vertical descendente y mucho menos horizontal. Claro, que las consecuencias de esto ya sabemos cuáles son porque las hemos visto, las estamos viendo y las veremos, tal y como expliqué detalladamente aquí, y por su importancia procedo a destacar una parte:
En definitiva, y siguiendo a Brown (2019), en todo Occidente, los líderes de la ultraderecha están ascendiendo al poder o condicionándolo sobre plataformas de nacionalismo etnoeconómico, una visión neoconservadora del cristianismo y valores familiares tradicionales. Este giro de la derecha dura, de acuerdo con Brown, vendría dado por poblaciones blancas de clase media y trabajadora cada vez más agraviadas socioeconómicamente, pero enmarcado por el ataque múltiple del neoliberalismo a los valores democráticos. Y es que el neoliberalismo siempre se acercó al liberalismo autoritario mientras guerreaba contra la democracia sólida. Repelió las reivindicaciones de justicia social mediante apelaciones a la libertad de mercado y a la moralidad. Trató de desdemocratizar el Estado, la economía y la sociedad y de reafirmar la familia patriarcal. En las obras clave de los intelectuales neoliberales fundadores, Wendy Brown rastrea la ambición de sustituir los órdenes democráticos por otros disciplinados por los mercados y la moral tradicional y los estados democráticos por los tecnocráticos.
Sin embargo, la plutocracia, la supremacía blanca, el influjo de masas politizado, la indiferencia hacia la verdad y la desinhibición social extrema no formaban parte de la visión neoliberal, por lo que Brown teoriza su impulso involuntario por la razón neoliberal, desde su ataque al valor de la sociedad y su fetiche de la libertad individual hasta su legitimación de la desigualdad. Y abunda Brown en el hecho de que la intensificación del nihilismo del neoliberalismo junto con su herida accidental de la supremacía masculina blanca genera una suerte de populismo apocalíptico, que está dispuesto a destruir el mundo antes que soportar un futuro en el que esta supremacía desaparezca... aunque también mediante este populismo apocalíptico se consiguen las "realidades últimas escatólogicas" en una pugna final que elimine definitivamente el cosmopolitismo kantiano-hegeliano.
Por tal razón, en estas lógicas, tanto por la derecha como por la izquierda, hay una visión encuadrada en una síntesis que preconiza a Carl Schmitt en su discurso a la patronal alemana el 23 de noviembre de 1932 en Düsseldorf, y que preconiza un intento de superar las estructuras constitucionales político-liberales sin tocar las estructuras centrales de la socialización capitalista económico-liberal, ya que en su visión de un Estado cualitativamente total se hallan presentes elementos de una lógica fascista de destrucción y sacrificio que trascienden a una posición autoritaria funcional al capitalismo, debido a que su pensamiento gira alrededor del concepto de unidad política total en un sentido antiliberal, es decir, antiindividualista, a lo que cabe sumar que Schmitt da satisfacción de esta manera a un discurso de lucha por el pueblo y la nación, encontrándose aquí los dos pilares: el populismo entendido como gentismo y la nación en su expresión hipernacionalista, por un lado, y por el otro el neoliberalismo como elemento ecónomico-liberal. Adicionalmente, esta dimensión del concepto de política de Schmitt ya se observó y analizó temáticamente en la década de 1930 y fue criticada como “estetización” por Walter Benjamin (2021) o “estética romántica de la política” por Hermann Heller. Aunque en parte las reflexiones de Schmitt sobre el Estado total todavía es posible establecer un vínculo a la racionalidad de la explotación capitalista, sin embargo con la afirmación del “estado de naturaleza” interestatal presenta una tendencia a una independización destructiva de la acción violenta respecto a tales consideraciones y acaba por ser expresión de la lógica de escalación de la ideología y la praxis fascistas y particularmente nacionalsocialistas.
Sobre este aspecto profundizaré en un trabajo futuro que complementará varias líneas de análisis y pensamiento planteadas en varios artículos y documentos.
Evidentemente, otro pilar central de la crítica a los postulados de la teoría neoclásica alrededor del Homo oeconomicus se construye alrededor del absurdo de la "información perfecta", de ahí que se hayan movido algunos autores hacia un modelo de racionalidad limitada como sería el caso de Herbert Simon que argumenta que la información imperfecta, la incertidumbre y las limitaciones de tiempo afectan y limitan nuestra racionalidad y con ello nuestra capacidad de tomar decisiones, conformándonos a veces, a lo sumo, con tratar de tomar una decisión lo suficientemente buena, y una ni siquiera un poco mejor, como tal y como recogen Loasby, McGuire y Radner (1972).
Según Blanchflower y Oswald (2004), Easterlin (2001) o bien McBride (2001) se ha establecido que el crecimiento de los ingresos, a partir de cierto nivel, conduce a un aumento escaso o nulo de la felicidad agregada. Por otro lado, desde la psicología positiva se identifican factores que mejoran el bienestar subjetivo a largo plazo. El presente estudio se basa en ambos tipos de hallazgos y trata de conciliarlos. Así, se ha hallado que algunas tareas, como ayudar a los demás, parecen capaces de mantener la felicidad en un nivel medio más alto que otros objetivos, como la búsqueda de la riqueza material.
Resulta relevante que, tal y como podemos ver, el papel del Derecho en la Economía es clave, pero hay que señalar que se ha producido una serie de cambios que tienen una gran importancia, cambiando los propósitos y cimientos mismos de la ciencia económica. Partamos del hecho de que Adam Smith, y tal y como nos recuerda Mattei (1998, 40-43), fue profesor de Jurisprudencia y que una de sus conferencias fue trasladada en forma de apuntes a Lectures on Justice, Police, Revenue and Arms, libro en el que se incluye una versión preliminar de The Wealth of the Nations. De la mano de ello viene el hecho de que Smith ejercía asimismo como profesor de Filosofía Moral, uniendo los tres extremos en una teoría moral con unas virtudes que debían limitar la búsqueda de la satisfacción del propio interés, aspecto en el que incide Smith (2013) en su obra "The Theory of Moral Sentiments). Si observamos lo detallado en este documento, en esta misma parte y en las inmediatamente precedentes, podemos apreciar que el llamado "neoliberalismo" va más allá de algo que se ha señalado con mucho insistencia y se ha malinterpretado como la "destrucción" del Estado. Desregulación ha existido, pero es una obviedad la presencia del Estado en el proceso de desregulación y en la fijación conjunta a nivel global de normas y reglamentos que impulsan y protegen desde los órganos que emanan normas, desde el nivel local, pasando por los diferentes órdenes territoriales y superando el Estado, que impulsan y garantizan mercados y garantías sobre fondos públicos en caso de que algo salga mal... lo único que ha cambiado es la escala (global) de la acción de las políticas y las normas emanadas de los diferentes órganos en una estructura federal de carácter asimétrico, y por consiguiente, resulta ser represiva pero dominante, donde el mercado adopta la forma que emana del Estado y de los instrumentos usados por el Estado (o el bloque geopolítico): es decir, que llevamos un paso más allá lo que en su día percibieron Weber o Polanyi (o hasta el mismo Marx). Más aún, el neoliberalismo asume la irracionalidad del individuo... pero ensalza la de la empresa, y como ya he explicado en esta misma parte de este documento, impulsa un marco normativo "universal", da igual la forma de gobierno, si más autoritaria en su forma de gobernar (con marcada tendencia en ello... ver lo sucedido con Trump en Estados Unidos) o menos autoritaria (en retirada por los motivos aducidos en este documento y en otros a los que ya he hecho mención) y que hace que asalariados, poblaciones dentro de Estados, Estados contra otros Estados, bloques geopolíticos contra bloques geopolíticos... entremos en una guerra de todos contra todos, a una mayor extensión de la desigualdad y a una forma de justificarla, y la también mencionada transformación del individuo, que ya ha quedado claro no puede concebirse como racional y por ende enfrenta dicha argumentación liberal clásica una quiebra más allá de la moral y de la justificación política del liberalismo, por su sustituto perfecto en esta lógica: la empresa. El individuo debe concebirse y conducirse como una empresa.
Así, con el neoliberalismo se supera el límite que se debe asignar al gobierno político por vía de los derechos (John Locke, clave también en la forma en que se articula la revolución francesa, dejando a Rousseau en un lugar digamos que "espiritual" pero no material), el mercado (con Adam Smith) o bien el cálculo de utilidad (como ya hemos visto, a través de Jeremy Bentham). El neoliberalismo es más bien el hecho de establecer el mercado como el elemento que debe medir, tasar, guiar y dirigir el gobierno de cada uno de nosotros mismos empleando para ello las diferentes formas que convengan a través de la figura del control del Estado y su mutación hacia algo más allá del propio Estado o el "Estado Continental", el "Estado-Civilización", y ahora presenciamos el "Estado como gran bloque con tendencias de dominación global definitiva", con dos ejes aglutinadores y rectores, impulsores: China (y lo que cae bajo su férula) y Estados Unidos (y lo que cae bajo su dominio). Definir el factor del autoritarismo (o su negación) y de la construcción federal del poder global (o su negación) serán los elementos sobre los que penderá la forma de definir a los contendientes y a sus respectivas partes en un aspecto total: moral, económico, político, social, laboral... Y de nuevo el elemento normativo se perfila como una nueva esfera que otorga vertebración e impulso a esta nueva fase.
Es por este motivo que la nueva racionalidad es la neoliberal, pues es el edificio que sostiene todo, y es a su vez el "No hay alternativa" que, como ya hemos visto en otras ocasiones y dadas las causas y consecuencias, alcanzamos la lucha perfecta entre grandes bloques hasta resolverse... y contra esto, tampoco hay alternativa en su colapso y destrucción mediante la guerra infinita o bien el punto final de la auténtica racionalidad democrática de corte federal. Por la forma de negar toda la base biológica, jurídica, histórica y moral... y al negar el mismo fundamento basal de la Economía, el neoliberalismo se ve libre de todos los "lastres" y puede hacer usos torticeros, auténticas parodias burdas, de los significantes y de los significados
De manera tal que la felicidad y la generosidad intrínseca están íntimamente relacionadas y el bienestar psicológico es el factor causal, atendiendo a lo que se ha establecido tanto desde el punto de vista de que el comportamiento altruista contribuye a largo plazo al bienestar subjetivo, siguiendo a Meier y Stutzer (2007), y Switzer et al. (1995); y, también desde la perspectiva del bienestar psicológico, con Sheldon y Lyubomirsky (2006), y Thoits y Hewitt (2001). Viendo ambas perspectivas juntas se puede concluir que debería prestarse más atención a los beneficios de las políticas que promueven el comportamiento caritativo, el voluntariado, la educación para el servicio, las actividades comunitarias, la participación política y las políticas e instituciones sociales que fomentan el bienestar psicológico... y, como es obvio, debe para ello fijarse un marco adecuado a nivel laboral, salarial, social y político... algo que viene subrayado por los artículos 28 a 30, y particularmente el 29, de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Y también refuerza lo visto en la Parte 4 de este documento.
La virtud del Homo reciprocans
Homo reciprocans, es decir, el ser humano recíproco, es el concepto que surge, por consiguiente de algunas teorías económicas de los humanos como actores cooperativos que están motivados por mejorar su entorno a través de la reciprocidad positiva (recompensar a otros individuos) o la reciprocidad negativa (castigar a otros individuos), incluso en situaciones sin beneficio previsible para ellos mismos. Dichos conceptos se hallarían más en armonía con la esencia misma de la especie y su capacidad para triunfar, tal y como hemos tenido ocasión de ver ya anteriormente.
Esto implica el comprometerse para lograr un marco de necesario equilibrio entre lo que es mejor para los humanos, tanto como individuos como colectivo, y lo que es mejor para el medio ambiente del que forman parte, como elemento indispensable para que se produzca el equilibrio.
Resulta interesante señalar que, obviamente, hay varias razones por las que el comportamiento recíproco puede conducir a mejores o peores resultados para un individuo. Por un lado, la reciprocidad es costosa, porque los individuos gastan recursos para corresponder a favores o insultos, en circunstancias en las que el propio interés material dictaría no responder. Por otro lado, existen beneficios potenciales a largo plazo, por ejemplo, una mayor capacidad para mantener relaciones o la posibilidad de amenazar de forma creíble con castigar un comportamiento injusto, que podrían compensar estos costes. Por tal razón, si se presentan las oportunidades individuales para castigar a otros infractores, entonces los sujetos recíprocos castigan de forma enérgica a los oportunistas, a pesar de que el castigo acarree un precio alto para el castigador. Por lo que podemos concluir que la inmediata consecuencia del comportamiento punitivo del homo reciprocans no es otra que un alto nivel de cooperación que se genera en este sistema. El poder de mejorar las acciones colectivas y hacer cumplir las normas sociales es probablemente una de las consecuencias más importantes de la reciprocidad.
De ahí que, si seguimos a Fehr y Gächter, en “Fairness and Retaliation: The Economics of Reciprocity”, Journal of Economic Perspectives 3 (159-181), y señalan que el poder normativo de la reciprocidad parece tener un impacto importante en cuestiones de política social, resultando mucho menos probable que las políticas sociales sean respaldadas por la opinión pública cuando estas otorgan recompensas a los individuos independientemente de sus contribuciones a la propia sociedad.
¿Cuáles son las implicaciones directas de ser positivamente recíproco? Es fácil de apuntar a que en tales condiciones se puede anticipar un mayor bienestar subjetivo, salarios más altos y menor desempleo y también un mayor esfuerzo laboral, compromiso social, político en términos democráticos. Por otro lado, la reciprocidad negativa se asocia con niveles más bajos de felicidad, mayor desempleo, y este repercute en una mayor frecuencia de absentismo laboral. Esto es lo que han podido analizar Dohmen, Falk et al. en Homo Reciprocans: Survey Evidence on Prevalence, Behavior and Success.
Por tal razón, el Homo reciprocans es necesariamente un constructor de instituciones, y se encarga de trabajar en mejorarlas.