En África contamos con 54 países. Si consultamos el índice de Estados fallidos que publica anualmente la revista Foreign Policy podremos observar, de acuerdo con los datos para el año 2016, que tan sólo entre los 10 primeros hay seis Estados africanos, a saber, Somalia (1º), Sudán del Sur (2º), República Centroafricana (3º), Sudán (4º), Chad (7º) y República Democrática del Congo (8º). Para más información y consulta de la tabla entera consultar la web: https://foreignpolicy.com/fragile-states-index-2016-brexit-syria-refugee-europe-anti-migrant-boko-haram/
Un vistazo rápido a la lista sitúa los peores y más clamorosos casos en el África subsahariana, pero atención a la presencia de países estratégicos del Magreb y de aquello que llamamos Máshrek, y las repercusiones que pueden tener estos tres espacios en crisis (África subsahariana, Magreb y Máshrek) para la Unión Europea.
Pero ¿qué es un Estado fallido? Estado fallido es una expresión que trata de hacer notar las distintas problemáticas, deficiencias o abiertamente, imposibilidades de un Estado para poder atender a las demandas lógicas de sus ciudadanos, poniendo en peligro su pertenencia a la comunidad internacional. En definitiva, un Estado fallido pone en peligro a sus propios ciudadanos y amenaza a sus vecinos debido al potencial flujo de refugiados, la inestabilidad política, los conflictos y las potenciales revoluciones que podrían vivirse en su seno. En el caso que nos ocupa en África subsahariana podemos distinguir distintos motivos:
- El Estado tiene una autoridad limitada.
- El Estado se halla manejado por grupos étnicos/religiosos en guerra o con diferencias históricas contra otros.
- No hay un único poder que tenga el monopolio de la fuerza.
- Cuando tales Estados alcanzaron la independencia de los distintos imperios coloniales europeos durante el siglo XX (Imperios coloniales francés, británico, belga, portugués) la falta de infraestructuras políticas y la falta de preparación de las futuras élites del país independiente, el analfabetismo, son factores que suman.
- La gran riqueza natural combinada con la corrupción de las élites y su propia ignorancia de las que multinacionales extractivas sacan provecho.
- El contrabando de minerales estratégicos y preciosos, que no sólo sirven para financiar a grupos armados opuestos al Estado y/u otros grupos armados, también debilitan las arcas de los Estados. El contrabando presenta según lo estudiado tres modelos distintos: a pequeña escala artesanal (tal y como ha existido durante años); a un nivel intermedio que implica la colusión de militares, políticos y contrabandistas independientes; y, a un tercer nivel que implica una manipulación muy sofisticada de precios de las gemas y/o minerales estratégicos a comercializar.
- Con el triunfo de los Chicago boys de Friedman en las tesis para replantear la ideología del establishment del Estado del Bienestar hacia el neoliberalismo, y sus experimentos en Chile con la dictadura de Pinochet (1973-1990) y en Argentina (Proceso de Reorganización Nacional, 1976-1983), hasta alcanzar la Gran Bretaña de Thatcher (1979-1990) y los Estados Unidos de Reagan (1981-1989), desde finales de los 70, todos los 80 y buena parte de los 90 del pasado siglo, mientras el control de materias primas y monocultivos está en manos de capital extranjero en África, manteniéndose el pacto colonial, cae a su vez el precio de las materias primas, con lo que la deuda se dispara hasta alcanzar entre 5 y 7 veces el total de la ayuda y disminuía el comercio africano en el mundo. Así que las estructuras de poder de Occidente imponían medidas de las llamadas de “ajuste” de corte neoliberal que supervisaban una troika a la africana: Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y los países de Occidente cuyos intereses eran especialmente suculentos en el continente africano. Esto creó un efecto de círculo destructor: a este ciclo hay que sumarle la incompetencia y/o corrupción de las élites. El resultado fue que el poco “Estado” que había en tales países se encogía hasta la práctica desaparición, confiando en la regulación ciega e invisible de los “mercados”. ¿Consecuencias de tal proceder? Guerras entre Estados, guerras civiles, golpes de Estado, conflictos étnicos, lingüísticos, religiosos, sociales que dejaron su debido y marcado rastro de mortandad, éxodos, refugiados, esclavos de grupos armados con amparo o sin amparo de un Estado. Así que la justificación está clara: había que continuar la colonización en clave de siglo XXI, crear protectorados porque estamos, obviamente, ante Estados fallidos.
- Hay que sumar el cambio climático a las condiciones de producción agrícola ganadera de África, que también ha causado más factores de inestabilidad.
- Otro factor que tener presente es la posición central de África. El continente se encuentra en el terreno central de las acciones de las grandes potencias y de sus necesidades de alimento, materias primas y minerales estratégicos, además de recursos hídricos. De todo esto abunda África sobresalientemente. Pensemos que se halla al alcance no sólo de Europa, también de los anglosajones (Canadá, EE. UU., Australia), China, Rusia, India, el propio polo de desarrollo de la República Sudafricana y un gigante como Brasil, que también invierte e influye en su medida).
BIBLIOGRAFÍA
KI-ZERBO, Joseph; Historia del África Negra. De los orígenes a las independencias. Biblioteca de Estudios Africanos. Ediciones Bellaterra. 2011.
PERRY, Alex; La gran grieta. El despertar de África. Ariel. 2015.