Encaramos la tercera y última parte de este documento publicado en tres partes, que pueden seguir haciendo click aquí para leer la primera parte y click aquí para leer la segunda parte.
Esta tercera parte va aborda la cuestión de la migración y el pacto migratorio, una pincelada a las relaciones internacionales y trataremos de anticipar los diferentes desafíos que habrá de ver Francia durante su presidencia de turno, además de las sorpresas, siempre las hay, y hacia dónde nos conducen en el foco de atención.
La cuestión del pacto de asilo y la migración
La cuestión del pacto asilo y la migración que se propuso por parte de la Comisión Europea a finales de 2020 se puede anticipar sin ningún temor a equivocarnos como "delicada". Hasta el momento presente ha resultado difícil, por no decir que no ha sido posible, hallar un equilibrio que resulte adecuado entre las esferas de la responsabilidad de los países de primera entrada, caso de Italia y Grecia (que se encuentran con la responsabilidad de los solicitantes de asilo que entran en su territorio y deben proteger sus fronteras), y los resto de los miembros de la Unión Europea, que deberían aceptar recibir su respectiva cuota de refugiados para descargar a los primeros, a lo que se niegan los países de Europa Central y Oriental. El que la presidencia francesa alcance el éxito precisamente donde otros han fracasado parece que no será posible, siendo un tema tanto más sensible cuanto que resuena en el debate interno francés en las elecciones presidenciales de abril de 2022, en las que los nacionalistas consideran que la Unión Europea no es el nivel adecuado para responder al desafío migratorio y que sólo el control de las fronteras nacionales lo proporcionará.
Al respecto me voy a permitir señalar el libro del filósofo francés Régis Debray, que en pleno 2015, un año en el que las imágenes de hombres y mujeres, además de sus respectivos hijos, se convirtieron en recurrentes cuando trataban de hallar refugio en Europa, en concreto en Alemania. Se trata del libro "Elogio de las fronteras", libro en el que el autor analiza el concepto de frontera y trata de determinar también su significado en la actualidad. Se interroga en su libro Debray acerca de por qué cuando se fija una frontera como concepto físico, pero también como concepto simbólico, produce una cierta ambigüedad, en diferentes grados y que se manifiesta tanto en los comportamientos sociales como a su vez en los políticos. Tras una introducción de carácter breve, Debray aborda un proceso reflexivo partiendo de la historia del tiempo presente. Del título de la obra se puede inferir una postura determinada por parte de Debray respecto a la defensa del establecimiento de fronteras, buscando un elemento ciertamente polémico y provocador, pero a lo largo del breve ensayo podemos ver que se sitúa en una posición de análisis de lo que ha significado a lo largo de la Historia el concepto de frontera.
Su primer capítulo, llamado "a contrapelo" viene a poner de manifiesto su contrariedad a fijar un mundo que no tenga fronteras, en lo que se contrapone lo singular y lo universal, el eterno nosotros y los otros, lo que queda dentro y lo que está fuera, con el proceso que eso comportaría de definición de la identidad. También en su análisis de frontera recurre a la idea de la cohesión social como elemento propio de socialización del sentimiento hacia una patria, que pasa a politizarse con la construcción de nación e identidad, partiendo de discursos tanto públicos como privados que pretenden formar desde sus respectivas posiciones la opinión pública.
Ante ello opone Debray lo que él llama "el mantra de la desterritorialización", concepto trabajado con una mirada positiva de los que persiguen construir una identidad sin fijar límites territoriales ni diferenciaciones de carácter identitario, pero que implican una ruptura con la idea de identidad "originaria" a lo que añadimos que no es una ruptura continua ni permanente. El concepto de desterritorialización usado por Debray hace que se formule uno respecto a globalización que presenta una tendencia al desvanecimiento de la frontera y a cómo se presenta como una categoría ambivalente.
Debray mantiene una defensa hacia el establecimiento de las fronteras aceptando la contradicción que presentan, el control y la violencia que son inherentes, y no considera la reformulación del concepto que aborda en su trabajo, en la cual se consideren las dinámicas pacíficas de colaboración internacional e integración de nuevas identidades y relaciones sociales, que permitan una nueva definición de su alcance en un significado de comunidad. Se interroga sobre cómo ajustar una redefinición de la frontera con los alcances de la globalización, también sobre qué parámetros se pueden utilizar para integrar nuevas identidades que permitan la redefinición de la frontera, si resulta posible establecer una frontera continental fundamentalmente de apertura e integración, cómo reconstruir la frontera desde una mirada de término de límites y, al mismo tiempo, de comienzo, y sobre cómo redefinir e institucionalizar todos los intereses de las identidades y las relaciones sociales bajo una mirada integracionista internacional.
En definitiva, las ideas de nación y Estado tienen mucho que ver con la construcción por parte de las élites de una hegemonía que trasladan a un espacio físico, y a esto le llamamos frontera. Estamos en un momento de una gran regionalización y de pactos entre élites para formar nuevos espacios, y con ello, nuevas fronteras... y como ya ha pasado a lo largo del tiempo, nuevas identidades. Ya Johan Galtung, el sociólogo noruego y fundador más destacado de la disciplina de estudios sobre la paz y los conflictos, percibió en 1973 el proceso de formación de la "Comunidad Europea" como una nueva realidad, y esta nueva realidad ha de tener tendencia a la formación de una nueva identidad, y de una "nueva frontera" en un sentido que trasciende lo físico y abarca lo simbólico.
En lo que se refiere el ámbito económico, la cumbre de marzo de 2022 sobre el modelo de crecimiento ha de tener como objetivo la promoción de una Europa innovadora, que sea capaz de situar industrias en su territorio y que sea más soberana tecnológicamente. No obstante, a pesar de que Francia dará inicio a un debate sobre la revisión de las normas presupuestarias del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y ahí debe leerse también el Pacto del Quirinal, resulta poco probable que dicha revisión se alcance a poderse completar bajo la presidencia francesa de turno, ya que, ante todo, las normas del Pacto continúan suspendidas hasta finales de 2022 debido a la pandemia.
De igual manera, ha de corresponder a la presidencia francesa de turno el extraer enseñanzas de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, tanto un aspecto de contenido de las políticas que esperan los ciudadanos como también sobre las posibles reformas institucionales y de los tratados. Sin embargo, los resultados obtenidos en el campo de lo concreto de este ejercicio ciudadano van a depender también de los Estados miembros, muchos de los cuales han mostrado muy poca ambición por realizar un ejercicio de revisión de la Unión y de los tratados, algo que no han comprendido que les atañe a ellos y a todos, países, ciudadanos y corporaciones, y va a corresponder a las dos siguientes presidencias traducir las posibles reformas en términos operativos, además de lograr hacer comprender que el "término frontera" en un contexto de grandes espacios requiere precisamente que se construya, salvo que se quiera quedar dentro de una frontera que no nos concedemos, más bien que nos es absolutamente impuesta a todos: ser vasallos.
Entrando en la esfera de las relaciones exteriores, a pesar de que la presidencia no cuenta en principio con prerrogativas propias, la agenda europea va a estar fuertemente influenciada por las prioridades de Francia. La llamada "brújula estratégica" que el Consejo Europeo ha de adoptar en el mes de marzo de 2022 resultará ser un texto ciertamente importante, después de la línea que podemos remontar a la Estrategia Europea de Seguridad de 2003 y la Estrategia Global de 2016, esta es la primera vez que la Unión Europea dispondrá de un texto doctrinal en materia de seguridad y defensa, una suerte de "libro blanco" que Francia viene con la intención de dotar de impulso ya desde hace tiempo, vinculando el análisis del mundo y las amenazas a la movilización de las capacidades. Este texto deberá articularse con el nuevo concepto estratégico de la OTAN, que vendrá a suceder a los de 1999 y 2010, y que verá la luz en la cumbre de Madrid que tendrá lugar en el mes de junio de 2022, acompañada de una tercera declaración sobre la cooperación UE-OTAN, que tomará el relevo a las de 2014 y 2016, y que subrayará la complementariedad entre ambas organizaciones.
La naturaleza de estos textos no va a implicar una revolución en la relación entre la UE y la OTAN y tampoco en el desarrollo de la defensa europea, es el paralelismo de lo sucedido con Japón y que analizábamos hace unos días en el Trazo de Kalamos que recomendamos repasar y en este otro Trazo de Kalamos que profundiza el anterior, y que por consiguiente ha de servir para marcar unos nuevos pasos hacia una Europa que, en la literalidad de las palabras recogidas por la proclama del Consejo Europeo de 2016, "asume una mayor responsabilidad por su propia seguridad".
La relación de la Unión Europea con la OTAN y Rusia resulta un elemento interesante y del que conviene huir de las simplificaciones. Una vez terminada la Guerra Fría resulta legítimo preguntarse sobre la sostenibilidad de la Alianza del Atlántico Norte. Y sobre ello también conviene ser claros, ciertos estrategas estadounidenses consideran que la OTAN es una alianza militar pesada, restrictiva y costosa, y que o bien debería reformarse profundamente o bien debería disolverse. En esta línea reflexionaba en un documento en este Instituto Symposium, al señalar lo siguiente:
"Ted Galen Carpenter es investigador principal de estudios de defensa y política exterior en el Cato Institute, desempeñándose como director de estudios de política exterior del Cato Institute de 1986 a 1995 y como vicepresidente de estudios de defensa y política exterior de 1995 a 2011. El título del libro de Carpenter de 1992 es "A Search for Enemies. America’s Alliances After the Cold War", en donde analiza que el paso de la Guerra Fría fue el acontecimiento más importante de finales del siglo XX; sin embargo, Estados Unidos se aferra tenazmente a viejas políticas. Tanto la administración George HW Bush (1989-1993) como los líderes demócratas han insistido en perpetuar una serie de alianzas obsoletas, incluidas la OTAN y la alianza con Japón, que costaba a los contribuyentes estadounidenses casi 150.000 millones de dólares al año. Ted Galen Carpenter ofrece en su libro una crítica de esa estrategia de statu quo. Aunque las alianzas obsoletas de Washington no tienen una misión real adversa o creíble, dice Carpenter, tienen el potencial de envolver a Estados Unidos en oscuros conflictos, étnicos y de otro tipo, que tienen poca relevancia para las legítimas preocupaciones de seguridad de Estados Unidos. Como alternativa, proponía la "independencia estratégica", según la cual Estados Unidos actuaría sólo para defender intereses vitales: la integridad física de la República, la independencia política o la libertad nacional."
Y también en el mismo documento señalaba la réplica desde Estados Unidos a dicho razonamiento, cuando señalaba lo siguiente:
En esta línea, el 19 de diciembre de 1994 Henry Kissinger escribía una columna en The Washington Post en la que pedía la ampliación de la OTAN, y añadía la siguiente reflexión:
"In the end, the nations of the Atlantic area need each other. Without America, Europe turns into a peninsula at the tip of Eurasia, unable to find equilibrium much less unity and at risk of gradually subsiding into a role similar to that of ancient Greece in relation to Rome -- the only outstanding question being whether America or Russia will play the role of Rome. Without Europe, America will become an island off the shores of Eurasia, condemned to a kind of pure balance-of-power politics that does not reflect its national genius. Without Europe, America's path will be lonely; without America, Europe's role will approach irrelevance. This is why America concluded twice in this century that the domination of Eurasia by a hegemonic power threatens its vital interests, and has gone to war to prevent it."
La visión traslada por Kissinger pretende una doble justificación, señalando hacia Rusia, ampliar la OTAN y mantener las estructuras de la Guerra Fría, tal y como señala Carpenter (1994), pero también tiene una lectura interna norteamericana, al señalar que se debe dominar a los europeos "por su propio bien", entendiéndose el de Estados Unidos ("Without Europe, America will become an island off the shores of Eurasia, condemned to a kind of pure balance-of-power politics that does not reflect its national genius").
Tras poner fin los rusos a su alianza militar, el Pacto de Varsovia, una de las ideas que se ponen sobre la mesa, obviamente, es que los estadounidenses hiciesen lo propio con respecto a la OTAN. ¿Cuál es la posición francesa? ¿En qué sentido se mueve tal línea en el llamado juego del anti-poder dentro de la Unión Europea que ha impedido la formación de una auténtica soberanía europea? Realmente, para Francia el fin de tal situación estratégica resulta ser algo sobre lo que lamentarse en secreto, ya que tal situación estratégica le permitía a Francia promover una postura original. Ante los hechos consumados, Francia inicia una reflexión sobre la base de estos acontecimientos para tratar de ayudar a reconfigurar la arquitectura de seguridad europea, pero en su beneficio (recuerden a Brzezinski y la frase que destacábamos al inicio de este documento en su parte 1, en el sentido de que Francia busca sublimarse en Europa... aunque Francia debe entender que si desea eso implica afrontar algunas cosas de una manera algo diferentes a la forma en que lo ha hecho hasta el momento) incluso si eso significa poner a Rusia de rodillas nuevamente en el juego durante la década de 1990, y esa es quizás la razón por la que sus propuestas fracasan, y fracasarán reiteradamente hasta que comprenda lo que señalábamos unas líneas más arriba.
En estas circunstancias podemos decir que se sigue la propuesta de Kissinger con respecto a la OTAN de ganar tiempo por su fuerza de inercia, su capacidad de reinventarse y su atractivo para países a los que Rusia aún asusta, con la cuestión que se deriva: cerrar a Rusia la posibilidad de recuperar el espacio ganado tras la Segunda Guerra Mundial, forzar un pacto con las élites rusas que sea distinto al que se fraguó y que se ha intentado cambiar sin ningún éxito provocando el corrimiento estratégico de Rusia hasta caer en la esfera de China, de donde ahora, seamos realistas, hay que sacarla... si se encuentra la forma de hacerlo.
Entre 1993 y 1994, cuando se dio a conocer el plan para abrir la OTAN a los antiguos países del llamado "socialismo real", Rusia ciertamente protesta, y lo hace en el contexto en que Polonia se sitúa también en la esfera de la Unión Europea y de la OTAN. El 10 y 11 de enero de 1994, sin embargo, la OTAN lanzó su programa de cooperación militar con los países del Este: la Asociación para la Paz (PfP). Moscú, con ello, acusa a Washington de volver a una postura de Guerra Fría (recuerden la perspectiva defendida por Kissinger el 19 de diciembre de 1994 en la ya mencionada columna en The Washington Post, y de lo que he hablado más arriba). Sin embargo, gradualmente se están produciendo las ampliaciones de la OTAN y la Unión Europea.
Cabe que destaquemos que nos empezamos a situar en una época en la que el contexto estratégico permitía integrar en la OTAN no sólo a los antiguos satélites de la URSS, sino también a tres antiguas repúblicas soviéticas: Estonia, Letonia y Lituania. El Tratado de Niza, firmado en febrero de 2001, hace su entrada en vigor y con ello hace posible el funcionamiento institucional de una Unión Europea muy ampliada: modifica el reparto de competencias en detrimento de los países más poblados, siendo un elemento central en este sentido la pérdida de estos países de su segundo comisario. Hay que tener en cuenta que la República de Chipre está dividida: el norte de la isla está ocupado por Turquía. Paradójicamente, o como manifestación de la impotencia más descarnada, la ampliación de 2004 está estrechamente relacionada con el proceso que llevó a la unificación de Alemania, pero la UE acepta integrar un país dividido... Y más de una década después, la isla de Chipre sigue dividida, lo que suena a admisión de impotencia por parte de Bruselas... y pone sobre el tapete una coordenada clave que a menudo obviamos: la deriva de un siempre pragmático y realista Erdoğan y su juego permanente en una doble línea con Occidente:
A/ La reacción al proyecto de modificación de fronteras o el Sykes-Picot 2.0 desarrollado por Estados Unidos, de lo que hemos hablado aquí;
B/ La certeza de que, a pesar de su encaje euroatlántico por décadas, no iba a avanzar en su pertenencia a la Unión Europea, contando con una serie de bazas estratégicas que no ha hecho más que usar a una escala macro en un contexto que le ha favorecido para "forzar" los términos de negociación y ganar peso en la formación del gran espacio regional.
Si Rusia jugó sus cartas en un sentido por circunstancias parecidas, no es menos cierto que Turquía ha hecho lo propio moviéndose, fruto de su geopolítica, entre varios escenarios por los mismos motivos. Pero seríamos además de ciegos, tontos, si no entendiéramos este factor, que también se repite en el caso de Marruecos con España por el Sáhara Occidental o las Provincias del Sur en la terminología del Reino de Marruecos.
Las ampliaciones de la OTAN y la UE entre 1999 y 2004 parecen indicar un cuasi-procedimiento: en primer lugar, unirse a la OTAN, en segundo lugar, ser candidato o finalizar una adhesión a la UE . Croacia y Albania se convierten en miembros de la OTAN el 1 de abril de 2009. Así como ingresa a la OTAN, Albania solicita la candidatura a la UE, en abril de 2009. Croacia se convierte en el que entonces era el 28 ° miembro de la Unión Europea el 1 de julio de 2013, con el séptimo frente de ampliación. En junio de 2014, Albania pasó de ser un candidato potencial al de candidato oficial a la UE. En 2016, Montenegro avanzaba con su membresía en la OTAN mientras se postulaba como candidato a la Unión Europea.
Los diferentes países del Báltico, Centro y Este de Europa no desean situarse en una esfera rusa en competencia contra Occidente, y esto también es algo que Rusia debe entender, con ello se ven empujados por su "necesidad vital de seguridad" a entrar en un juego a favor de Estados Unidos y la OTAN. Es cierto que la pertenencia a la OTAN sigue siendo un proceso complejo, pero la dimensión política prevalece aquí sobre la dimensión reguladora. Por otro lado, la finalización de una solicitud a la UE supone la reanudación de 80.000 páginas del acervo comunitario.
El atractivo de la OTAN se ve reforzado por las debilidades de la política de defensa común prevista por el Tratado de Maastricht. El juego del antipoder entre Francia, Alemania, Reino Unido, y en otra medida Italia, ha acabado por poner de manifiesto la impotencia de la Europa comunitaria para llevar la paz a la antigua Yugoslavia, los países del Báltico, Europa Central y Oriental, de modo que creen que es mejor no depender demasiado de la UE en este sentido, y más si se observa el expediente de Chipre o lo que suceda en cualquier desafío. Vamos a ser claros: sin federalismo y todos los instrumentos desarrollados hasta las últimas consecuencias no se puede asegurar ninguna seguridad, ni brújula estratégica así como tampoco garantizar ningún derecho fundamental ni derecho humano en última instancia. Y esto es algo que hay que entender de una vez. Todo pasa por aquí.
Para cerrar esta cuestión y pasar al siguiente marco de política exterior, este proceso tiene lugar en un contexto estratégico que es por naturaleza temporal. Ante a una Rusia debilitada, Estados Unidos empuja su ventaja todo el tiempo que puede, incluso si eso significa dar la impresión de ignorar las sensibilidades e intereses de Rusia, por ejemplo en los Balcanes, y dar una compensación simbólica al Kremlin a través de la creación de estructuras bastante formales, esto se ha traducido en lo que hemos venido señalando en diferentes artículos de la sección del Trazo de Kalamos, la formación de la línea Gdansk-Constanza, a la que Rusia replica con su línea roja que va de Kaliningrado a Tiraspol.
Situándonos dentro del contexto posterior a AUKUS, Francia también impulsará la prioridad del compromiso Indo-Pacífico de la Unión Europea, y seguramente buscará cerrar un acuerdo similar al que ya tienen Estados Unidos y Australia con Japón, similar al que busca cerrar ahora también el Reino Unido. Cabe señalar que el Consejo Europeo adoptó en octubre de 2021 una estrategia, a propuesta del Alto Representante, que se constituirá en objeto de un "foro ministerial Indo-Pacífico" que tendrá lugar en febrero de 2022 girando alrededor de tres mesas redondas:
A/ Cuestiones globales;
B/ Conectividad digital; y,
C/ Seguridad y defensa.
El objetivo que persigue Francia es que la Unión Europea cambie su espíritu y pase a no conformarse con un simple compromiso económico y multilateral, sino que también sea capaz de ir mucho más allá y ganar el auténtico peso que refuerza todos los ejes ganando poder e influencia: proyectarse en el ámbito de la seguridad, mediante despliegues marítimos en el Océano Índico, por ejemplo, pero que va más allá.
El siguiente expediente, absolutamente ineludible, y que se constituye en elemento que va a ser una prioridad muy destacada será la cumbre con la Unión Africana de los días 17 y 18 de febrero de 2022 en Bruselas, que persigue lograr una posible reconstrucción de las relaciones entre ambos continentes en torno a los grandes temas de la educación, la salud, el clima, la seguridad y la movilidad, entre otros. Emmanuel Macron también anunció la celebración de una conferencia regional sobre los Balcanes Occidentales, una región que no ha recuperado plenamente su estabilidad y con la que las negociaciones de ampliación de la UE siguen plagadas de dificultades, y es algo que, simplemente, la Unión Europea no se puede permitir más.
El elemento disruptivo y explosivo de las crisis. Ciertas incógnitas que implican crisis se van a materializar en algún momento... y la Unión Europea NO está preparada
A pesar de que se trabaje en obtener diferentes anticipaciones, y que algunas de ellas cuenten con una lucidez sobresaliente, resulta totalmente imposible programar y planificar cada detalle de lo que nos espera en el devenir, a pesar de que haya ciertos elementos que se van materializando y a los que nos hemos de enfrentar en un contexto y marco muy concretos. En este sentido, cada presidencia de turno está sujeta a la naturaleza imprevista de las crisis, que a veces se superponen completamente a su agenda preparada.
Volvemos a la presidencia de turno francesa de 2008, que ha sido una permanente referencia en las tres partes de este documento sobre la PFUE 2022, y que en el aspecto tratado en este apartado fue también paradigmática y sirve de anticipación y modelo sobre el que mirarse, ya que la presidencia francesa se enfrentó a tres crisis importantes e inesperadas:
A/ La negativa del pueblo irlandés a votar el Tratado de Lisboa en junio de 2008, cosa que obligó a los socios europeos a hacer concesiones a Irlanda (Consejo Europeo de diciembre) que le permitieron volver a votar favorablemente en 2009;
B/ El conflicto entre Rusia y Georgia en agosto, que obligó a la presidencia francesa a mediar, lo que condujo a la retirada de las fuerzas rusas de Georgia, aunque no de las dos provincias escindidas de Abjasia y Osetia del Sur, y a un reinicio de las relaciones entre la Unión Europea y Rusia; y,
C/ El colapso de Lehman Brothers en septiembre, que desencadenó una crisis económica y financiera mundial a la que respondió la primera cumbre del G20 en Washington en noviembre de 2008.
¿Cuáles son las crisis que podrían marcar la presidencia francesa en 2022?
Como he dicho, a pesar de que trabajemos con la máxima brillantez en las facetas de previsión y anticipación estratégica, y que nos hagan caso (que esta es otra), es difícil decirlo. Resulta obvio que la pandemia, con sus repuntes y variantes, estará obviamente en la agenda: tomó totalmente por sorpresa a la presidencia croata a principios de 2020 y condicionó mucho la agenda de la presidencia alemana en la segunda mitad del año, que se reorientó hacia una agenda de recuperación mediante el plan de recuperación y la conclusión de las negociaciones sobre el marco financiero plurianual 2021-2027. Está claro que la situación sanitaria seguirá ocupando la agenda europea en 2022, con todas sus ramificaciones, con la cuestión del control de las fronteras dentro y fuera de la Unión Europea, la aceleración de la vacunación en la Unión pero también en beneficio de los países pobres, el refuerzo de la autonomía estratégica europea en el ámbito de la salud... y arrostrar una transformación de modelo económico, impulsar una industrialización urgente y de calidad, formar un nuevo gran espacio en competencia extrema con otros grandes espacios, el aseguramiento y control de las cadenas de valor y de suministros, la adecuación tecnológica... y el impacto de la pandemia en la salud de enfermos crónicos y de una población que anticipa cuadros de enfermedad mental que pueden ser identificados como una segunda pandemia en una situación dentro del mundo del multiverso que genera un choque evidente entre la realidad y la ficción: Ready Player One no es el escenario ideal, ni contrario a lo que digan los mensajes de Hollywood, también en Free Guy, no se va a cambiar absolutamente nada "luchando" a golpe de click en el multiverso mientras te evades de los problemas con diferentes elementos que empujan directamente sobre la yugular de las sociedades.
En lo demás, las crisis pueden presentar unos orígenes diversos: desde las relaciones con el Reino Unido tras el Brexit, pasando por la situación del Mediterráneo Oriental, Asia Central, el Cáucaso, el Mar Negro, las tensiones entre Rusia y Ucrania, la incertidumbre de la situación en Libia, la inestabilidad en el Sahel y otras zonas de África, la crisis con Irán, sin olvidar el conflicto entre Estados Unidos y China y sus réplicas por todo el globo, factores que dibujan un panorama geopolítico inestable y peligroso. La preocupación por el Estado de Derecho pesa en las relaciones con países como Hungría, Polonia y Eslovenia (aunque esto podría cambiar ya que Hungría y Eslovenia tendrán elecciones legislativas al mismo tiempo que las presidenciales francesas, y las elecciones en Polonia quizás supongan un cambio también en este sentido). La presión migratoria sigue siendo un reto espinoso, como ha demostrado la reciente crisis con Bielorrusia.
Y, por supuesto, no debemos desdeñar el ámbito económico y financiero, el aumento de los precios de la energía y las materias primas es motivo de preocupación y varias tendencias: desde inflación, al sobreendeudamiento, las burbujas financieras... todos ellos son elementos que pueden degenerar en posibles crisis.
Al respecto, y para cerrar este documento publicado en tres partes deseo volver a señalar la entrevista publicada en el diario El País ahora hace aproximadamente un año, en la que el que fue gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King señalaba una serie de elementos en los que estamos inmersos y otros que en cualquier momento nos podemos ver absolutamente expuestos a ellos:
“Se avecina una nueva crisis de endeudamiento, y será pronto”
“En 2020 los países desarrollados caímos un 10% y este año creceremos en torno al 5%: las cifras exactas dan completamente igual, lo de verdad importante no es pronosticar el PIB, sino ampliar el foco. Y lo que se avecina es una crisis de endeudamiento, que llegará pronto. La deuda global está por encima de los niveles de 2007, y empresas y Estados la han aumentado aún más con la pandemia. Cuando se retiren las muletas del Estado habrá quiebras de empresas, y muy probablemente crisis de deuda soberana en los países emergentes. El hecho de que todo eso vaya a suceder de forma más o menos sincronizada es un problema serio, con potencial para provocar una crisis financiera, particularmente en la zona euro. Es imposible saber cuándo y dónde va a suceder exactamente eso, por la incertidumbre radical, pero el sistema chirría por el lado de la deuda”.
"El caso extremo es el BCE, que se ha convertido en un animal político: lleva años relocalizando recursos de una parte de la eurozona a otra sin mandato para ello. El euro se creó pretendiendo que una unión monetaria es viable sin unión fiscal. Eso provoca constantes tensiones, como ya vimos en 2010 en el Sur: en ausencia de transferencias fiscales del Norte al Sur es muy difícil mantener unida la zona euro. Con la covid, Europa no ha optado esta vez por la austeridad sino por los fondos europeos: por las transferencias fiscales. Pero de momento es algo temporal, para una sola vez, y en cambio ese es un reto permanente para la eurozona"
El ministro alemán Wolfgang Schäuble vino una vez a mi despacho en Threadneedle para pedirme consejo sobre cómo solucionar los problemas del euro. Y yo le di tres opciones: desempleo permanente en el Sur, más inflación en el Norte o unión fiscal. ‘No me gusta ninguna de las tres’, dijo. Y ese es el problema, porque lo único seguro es que llegará otra crisis y entonces será tarde para arreglar el avión en pleno vuelo. Argumentar como hizo Schäuble en su día que el superávit alemán es útil para el conjunto del euro porque genera déficits en otros países es no haber entendido las consecuencias de una unión monetaria."
"Con la pasada crisis descubrimos que hay un límite al dolor económico que puede imponerse en la búsqueda de una Europa federal sin una respuesta política. Y en la próxima crisis pueden resurgir las divisiones en esa batalla entre la voluntad política y la realidad económica"
"Trump ha convencido a los estadounidenses de que los EE UU han sido los perdedores de la Guerra Fría y de la globalización; los alemanes están convencidos de que son los paganinis de Europa. Tremendo error”
"El síntoma más evidente del gran desequilibrio que tiene la economía mundial son los bajísimos tipos de interés. La otra cifra preocupante es el nivel de deuda. Tarde o temprano veremos quiebras de empresas, reestructuraciones de deuda privada, y crisis de deuda soberana en los emergentes. También necesitamos una reforma de la gobernanza monetaria global, que corre el peligro de fragmentarse. Ojalá seamos suficientemente audaces"
Sin la estructura federal de Europa, sin una unión monetaria que también sea, evidentemente, fiscal y bancaria, etcétera resulta absolutamente imposible afrontar y salir con buen pie a cualquier país de Europa, con todos sus ciudadanos. Y ningún país de Europa es absolutamente ningún país de Europa.