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Introducción

Sobre el zoroastrismo se puede afirmar que se trata de una base religiosa influenciada por elementos del pasado e irano-hindúes, cuyo resultado final supone una religión nueva que con el fundamento de su cosmología, cosmogonía, escatología con cierto carácter de urgencia e inmanente, y la idea de una salvación, contribuyó en no pocas cosas, seguramente, a canalizar el pensamiento semítico/sumerio/caldeo e irano-hindú en las formas de un judaísmo en el destierro de Babilonia, en este caso doblemente influido, por entrar en contacto, cuanto menos, con relatos complementarios o paralelos a los suyos, cuando no más precisos y profundos. Bien, en el caso de Israel en el destierro vivió la cultura caldea, y según parece, si Zoroastro existió, todo parece apuntar al periodo de exilio babilonio de los judíos, a caballo del Imperio neobabilónico y los persas aqueménidas.

Del judaísmo, que como conjunto de tribus o Israel, siempre han contado con claras influencias y que se testimonian en la Biblia hebreo-aramea: egipcias, cananeas, hititas, caldeas, semíticas… y legó este testimonio extraordinario al cristianismo y, juntos con la añadidura de otros respectivos, al islam que Mahoma y los que le siguieron construyeron.

En época de los arsácida podríamos ir fijando una progresiva promoción del zoroastrismo hacia una religión de Estado. Sería en este momento (225 a.C. – 226 d.C.) que las escrituras sagradas zoroastrianas tuvieron una primera compilación de la que tan sólo se sabe que pudo ocurrir, y que contaría con alguna forma parecida a los Gathas antiguos Yasts o Yasnas de la época de los aqueménidas, y el Venidad sadé que se situaría sobre la segunda mitad del siglo II a.C.

Also sprach Zarathustra

Partiendo del hecho que resulta difícil descubrir la realidad histórica de ciertos originadores de religiones, diremos que Zoroastro no sólo vivió, además podemos afirmar que quizás ciertos cantos del Avesta, los Gathas, o partes significativas de estos son suyos.

Todo parece apuntar que Zarathustra o Zoroastro nació en Irán oriental, y se podría situar su vida a caballo de los siglos VII-VI a.C. No en balde, la tradición zoroastriana confirmada por documentos árabes sitúan a Zoroastro unos trescientos años antes de la muerte de Alejandro Magno, cosa que nos llevaría al contacto de los judíos en Babilonia con caldeos y persas.

El rasgo principal del zoroastrismo, determinante me atrevería a decir, es el dualismo, el conflicto entre el bien y el mal que daría comienzo en el principio pero que se precipita hacia un fin en cuya apoteosis el bien triunfará definitivamente sobre el mal, siendo el bien Ahura Mazda y el mal Ahriman, pero resolviendo que sólo hay un Dios, un Espíritu todopoderosos, que domina la creación, y totalmente inmutable; y esto a pesar de que Ahriman trató de seducirlo con el dominio del mundo.

Las principales diferencias que trazó la reforma de Zoroastro respecto a las religiones iranias que le precedieron fueron la ausencia de elementos naturistas (y no es descartable que los que sobreviven en el Avesta hayan sido incorporados por los magos con posterioridad, siguiendo a Johannes Hertel en Die Zeit Zoroasters) y esto lo probaría, adicionalmente, una lectura de los Gathas, pues en ellos no hay rastro de estos elementos. Las hecatombes de animales que tenían tanta importancia en los ritos anteriores también fueron desterrados por Zoroastro, algo que a juzgar por la insistencia en los textos preocupaba sobremanera al profeta iranio (Yasna 28, 1; 32, 10, 12 y 14; 33, 3-4.), cosa que contrasta con la acción de los magos en lo que a inmolación de animales se refiere en época de Heródoto (1, 140; 8, 113, 191). Algo muy parecido sucedía con los ritos del haoma, cuyo equivalente sería el soma védico que en la India propiciaba escenas de exaltación por sus efectos, y que disgustaban también a Zoroastro (Yasnas 32, 14 y 48, 10 y Heródoto 1, 133).

Tampoco hablan los Gathas de abandonar los cadáveres para que sean devorados por las bestias y aves carroñeras, así que esto también correspondería a una derivación posterior, ya sea en época arsácida como sasánida… o bien una continuidad evolutiva teológica a partir de los magos.

Otro aspecto interesante es el lugar dónde habita el mal y los demonios: precisamente Ahriman se enseñorea sobre el norte, sobre el frío, donde gobierna sobre sus criaturas y es allí dónde se halla la puerta del infierno, pasado el Mar Caspio… las almas que allí van son aquellas que han escogido el mal en un acto de libre albedrío: el Mal Pensamiento, la Mala Palabra y la Mala Obra, siendo arrojados a la sima del Mal Espíritu. Este aspecto del zoroastrismo está vinculado también con los nómadas que habitan cerca de esa zona donde está el mal, y que caen sobre ellos a lomos de sus caballos para robarles sus ganados y saquear. No deja de ser interesante, precisamente que el mal encarnado en el rey Gog de Magog en Ezequiel capítulos 38 y 39 (Apocalipsis 20:7,8, o Flavio Josefo, Antigüedades Judías I, vi, 1), donde explica que provienen del norte y que su ejército está compuesto de caballos en gran multitud.

También se conocen como Ya'ujj y Ma'ujj, Gog y Magog en árabe. Se mencionan a partir del versículo 93 de la sura XVIII, Al-Kahf, "La Caverna". En particular, en la sura XVIII, versículos 92-99, se repite la historia de dos pueblos que vienen del Norte y atacan a Israel al final de los tiempos. Dhû-l-Qarnayn, al descubrir una tierra devastada por Gog y Magog, Yajouj y Majouj en árabe, construye un muro (radm) que no puede ser escalado ni astillado. Sin embargo, predice que este muro se reducirá a polvo al final de los tiempos. En la sura XXI, el papel de Gog y Magog es más general. La invasión de Gog y Magog se interpreta como uno de los signos del fin de los tiempos.

Por el contrario, el Paraíso o el Cielo supone estar en contacto con la mansión de Ahura Mazda se hallan allí los que han practicado el Buen Pensamiento, la Buena Palabra y la Buena Obra. La felicidad prometida estriba en un acercamiento progresivo que va reduciendo la distancia entre el alma y Dios, además de estar cerca del Bien absoluto, que es Ahura Mazda. Tiene una triple partición:

1/ El Paraíso de los Buenos Pensamientos, en las estrellas;

2/ El Paraíso de las Buenas Palabras, en la Luna; y,

3/ El Paraíso de los Buenas Obras, en el Sol.

Aquellos que no merecen ni el Infierno ni el Paraíso o el Cielo tienen la oportunidad en una suerte de Purgatorio.

Parece ser que las buenas acciones, pensamientos y obras de los que alcanzan el Paraíso tienen un cierto límite, y si lo sobrepasan el sobrante va a aliviar a las almas de los difuntos que se hallan en el Infierno y en el Purgatorio.

Y esto nos lleva a la cuestión de la escatología y la apocalíptica. Establece el zoroastrismo que el mundo, como ya se ha dicho, se precipita hacia su final en una gran batalla cuya victoria será para Ahura Mazda que se enseñoreará sobre Ahriman y sus daevas, una suerte de demonios. Pero su victoria será aún mayor, pues vencerá sobre los pecados de los hombres, dando al final lugar a un nuevo mundo regido por Ohrmazd en que la resurrección y la inmortalidad tras el juicio final, además de la gloria completa de la creación se verán libre de todo lo que lo enturbia. Otra reflexión, adicional al respecto de la resurrección. En el libro de los Hechos de los Apóstoles, el capítulo 16 explica que el apóstol San Pablo acude a Atenas y que logra atraer la atención de los que se hallaban en el Areópago. Todo parece ir bien, hasta que menciona la resurrección, momento en que, tal y como menciona el capítulo supuso motivo de burla, aunque otros quisieron oír más.

Los fundamentos del poder de los arsácidas

Elementos políticos y religiosos

El hecho de la legitimación plantea un desafío interesante para el poder de los arsácidas. Pero antes, debemos definir los diferentes bloques sobre los que construir la legitimación para detentar el poder, y para simplificar podríamos establecer la tradición política, histórica y religiosa irania; un segundo bloque sería la vinculada al universo griego.

Tomando el modelo iranio, vemos que según la versión de Syncelo de la Parthika de Arriano, se afirma que Arsaces era en verdad descendiente de Artajerjes, que Arriano identifica con el rey aqueménida Artajerjes II. ¿Por qué Artajerjes II? Pues porque su nombre original era Arsaces, y tomó el nombre de Artajerjes II al ascender al trono al combatir con su hermano menor Ciro el Joven, muerto durante la batalla de Cunaxa en 401 a.C. Otro detalle que me ha llamado la atención es, a mi juicio también propagandístico, pues Artajerjes II combatió a los griegos, a los espartanos en concreto cuya guerra puso fin mediante la Paz de Antálcidas, por el que recuperaba las ciudades griegas de Jonia y Eolia para Persia. También hubo de pelear contra Egipto, que se independizó al principio de su reinado, cosa que no logró cerrar, pero sí que pudo derrotar un ejército egipcio-espartano que pretendía conquistar Fenicia. Es decir, que es un rey que combate a los griegos y a su alianza con Egipto para recuperar el territorio del Imperio persa aqueménida.

Tampoco es casualidad en su relato de justificación que Arsaces y Tiridates con cinco notables partos (siete conjurados en total), derribasen juntos al sátrapa Andrágoras de los seléucidas. Los ecos de este relato se pueden hilvanar con el ascenso al trono de Darío I el Grande, pues a la muerte de Cambises durante la campaña de Egipto de 522 a.C., que se había rebelado contra el poder aqueménida seguramente instigado por los sacerdotes de Amón, quienes veían contrarrestado su gran poder e influencia por las pretensiones del rey persa. Cambises tuvo que acudir a responder un levantamiento de su hermano Bardiya (Smerdis, en griego). Cambises muere de camino y entonces es Darío junto con otros nobles persas que se ponen a sus órdenes los que conquistan el trono.

¿Cómo se justifica el ascenso de Darío I al trono y qué lo hace referente cultural y propagandístico para Arsaces I y sus pretensiones? Según parece, la inscripción de Behistun, en sus columnas XI-XIII, mandada escribir por Darío I ya en el poder, y según el relato de Heródoto III, 61-79, Bardiya en verdad es un mago llamado Gaumata, que asesinó al hermano del rey y suplantó su identidad. De manera que Darío recibe con ello toda la legitimidad. ¿Por qué? Porque es un levantamiento en verdad contra un usurpador, para más inri de origen medo, cosa que pone en riesgo el predominio de los persas, logrado en su origen en alianza con los babilonios contra los medos, de acuerdo con YOUNG (1999, 32-35). Relevante resulta lo que menciona la inscripción respecto a Gaumata, pues parece ser que impulsó cambios en el orden social, económico y el religioso, ya que trató de eliminar cultos locales para potenciar una divinidad central (¿Ahura-Mazda?).

Entonces, ¿cómo lograba Darío I unos fundamentos sólidos para su legitimación? Haciendo retroceder su linaje a los primeros aqueménidas a través de una rama indirecta… y proclamando el texto de la inscripción a la que se hace referencia en persa, elamita y babilonio, donde el rey se reconoce por un lado hijo de Histaspes, el nieto de Arsames, el aqueménida; y por el otro afirma que fue Ahura-Mazda el que le concedió el reino, pues es el dios rey y el lugar de dónde se nutre la monarquía, siendo los reyes aqueménidas los representantes de Ahura-Mazda en la tierra, intercesor entre lo humano y lo divino.

De manera que podemos concluir que quizás, como hipótesis, Bardiya/Gaumata contó con el apoyo de los magos, que deseaban reforzar su poder, y más desde el núcleo-fuerza de Babilonia. Al respecto, Darío I, si verdaderamente derribó a un suplantador o fue simplemente él el verdadero suplantador, no cabe duda de que aunó a los intereses persas con los de los magos, que encarnarían la tradición religiosa elamita/babilonia.

Es precisamente en la fase de construcción imperial de los partos, seguramente con Mitrídates I, el primero que recibió el título tradicional de “rey de reyes”, el que dio impulso a dichos discursos, el que impulsó con mayor firmeza en su reinado las ideas fuerzas anteriores, ya fueran sugeridas, esbozadas o afirmadas, y bajo su reino empezaron a contar con mayor fuerza, seguramente también concentrando a su alrededor el mayor número posible de magos, y del mayor prestigio para fundamentar y reforzar el discurso imperial.

Por otro lado, la caída de los aqueménidas ante Alejandro Magno supuso un punto de cesura para el mazdeísmo de Estado fijado en la época de Darío I en adelante. Con la llegada de los griegos se produjo el típico fenómeno histórico de sustitución de modelos y de consiguiente revolución en las estructuras de poder, resultando conveniente destruir algunos elementos, otros conservarlos y aquellos otros transformarlos. En ese proceso es seguro que los magos debieron también de sufrir las consecuencias. Cuando los seléucidas fueron introduciendo las divinidades helénicas, que a posterioridad habrían de pasar por un proceso de equiparación del panteón griego con el iranio, o definido por los iranios hasta los aqueménidas, asumiendo el concepto de khwarrah como fuente de legitimación divina del poder de los reyes helenísticos.

No obstante, el proceso encontró dificultades en la legitimación completa entre los iranios de los seléucidas, en parte por la dificultad que estribaba asimilar a Zeus con Ahura-Mazda, y también por la falta de cooperación de grupos de magos que no querían iniciar una colaboración como la que sin duda iniciaron con Darío I. Una posible hipótesis sería quizás, a mi juicio, iniciar precisamente en esta época la asunción del zoroastrismo por parte de determinados grupos de magos, precisamente como forma de construcción religiosa/política contra los seléucidas, transformándolo progresivamente en una religión bien definida, a diferencia del mazdeísmo, con una exclusiva divinidad central, que ha de conectar con el periodo aqueménida y que justificó el ascenso de Darío I: Ahura-Mazda, cuenta también con la figura de un profeta revelador (¿un trasunto del Moisés de los judíos? En el sentido de que en teoría se trata del mismo Dios del pacto con los padres de Israel, pero es Moisés quien revela el nombre, su voluntad, especifica quién queda dentro y quién fuera, y qué debe hacerse con los que quedan fuera, por lo que estamos ante una idea mucho más nítida de ortodoxia, heterodoxia y herejía. Zoroastro sería el Moisés iranio). Esta nueva construcción ideológica/religiosa encontrará en los arsácidas a unos dignos impulsores, pues será en su tiempo, hacia el siglo I d.C. que empezará a materializarse un conjunto de textos que llegarán a ser el Avesta, cuya forma definitiva se alcanzaría alrededor del siglo VI d.C.

Estrabón podría aportar cierta luz al respecto en 11, 515, cuando explica que los magos entraron a formar parte de uno de los consejos reales en la época de los arsácidas aumentando el número de seguidores del zoroastrismo considerablemente, dándose aún mayor apoyo en época de los sasánidas. Podemos concluir que el culto a Ahura-Mazda según las prédicas adjudicadas a Zoroastro llegaron a ser instrumento de control social e ideológico por parte de dos grupos: la realeza irania se vio beneficiada por los mecanismos de legitimación y cohesión para aglutinar un todo fragmentado y diverso; los magos lograron el control de la práctica religiosa y extendieron sus competencias al ámbito de la Administración, y se puede afirmar que las mutaciones en el mensaje de Zoroastro se hicieron para reafirmar el poder de ambos bloques de interés.

No obstante, a pesar de la exclusividad de Ahura-Mazda a partir de fines del siglo V a.C. se puede afirmar que compartía con Mitra y Anahita la protección de la realeza, al menos durante cierto tiempo. Estos dos dioses, de gran implantación en el panteón iranio anterior al zoroastrismo, pues Mitra era invocado como garante de contratos, y la diosa Anahita se puede asociar al culto de diosas madres del Próximo Oriente antiguo. De todas formas, los magos también acapararon el culto oficial, al igual que había sucedido con el de Ahura-Mazda. Vemos que el camino entre magos y realeza fue compartido y una alianza provechosa para ambos. Precisamente Mitra contó también con una transformación que lo difundió por el Imperio romano en la línea Oriente-Occidente, sobre la que luego hablaré con Mani.

El otro eje del poder y de su ideología se centra en la época arsácida en la reivindicación del legado de Alejandro Magno. Precisamente lo helénico juega un papel fundamental en dos campos bien diferenciados:

a) Legitimación ante las importantes comunidades helenísticas;

b) Proceso de legitimación de aglutinamiento de la herencia de Alejandro y de los dominios aqueménidas.

Esto explica una aparente dicotomía entre la representación del invasor y usurpador del poder persa aqueménida, la legitimación de recuperar los territorios griegos que cayeron dentro del imperio persa, la autoridad de reunir el legado de Alejandro, que implica lo anterior. Una hipótesis que se me ha ocurrido investigando al respecto es que durante cierto tiempo tenemos dos potencias en ascenso que ambicionan los reinos helenísticos: Roma, por Occidente y los partos por Oriente. En ambos casos se producen episodios de filohelenismo y de helenofobia, aunque por diferentes motivos, pues mientras Roma trataba de mantener su identidad hasta la Segunda Guerra Púnica, después el partido de los Escipiones encabeza una helenización que se materializa en las guerras de liberación de Grecia por parte de Roma, acabando por reclamarse parte de la misma herencia y orientándose, al igual que en la cultura helénica, contra el “Oriente” de los persas.

Por otro lado, los partos tienen episodios de filohelenismo que, en mi opinión se explican en tres ejes:

a) Asunción de las comunidades helenísticas interiores;

b) Recuperar para el mosaico de pueblos que obedecían a los aqueménidas a los griegos (y a los egipcios, ahora greco-egipcios); y,

c) Mostrarse filohelenos les permite reivindicar el sueño de Alejandro de Imperio universal, según la tradición irania y helenística.

También creo que el impulso definitivo al zoroastrismo quizás podría deberse a que los helénicos se inclinan por Roma (grecorromano) y no por lo greco-iranio, motivo por el cual extreman sus posiciones de reivindicación persa y no helenística (de la quinta columna griega a la grecorromana), y los lleva a apoyar, presumiblemente, a las comunidades judías dentro y fuera de sus dominios en su pugna con los helénicos (por ejemplo, “Contra Apión” en época de Flavio Josefo), potenciando primeramente el partido pro-persa contra los reinos helenísticos y después en los dominios de Roma. Este hecho se vería matizado con la llegada del cristianismo, entendido como derivación del judaísmo, momento en que de una forma u otra el oriente del Imperio romano se vuelve cristiano, en cualquiera de sus manifestaciones y sincretismos con diferentes tradiciones orientales y helenísticas como el neoplatonismo o el gnosticismo. También, en este sentido creo que podría apoyar estas reflexiones el maniqueísmo. Mani, además de ser un sincretismo entre las tradiciones desde el helenismo, el mundo iraní, el norte de la India y el mundo judío… Precisamente el apoyo de Sapor I y de su hijo Ormuz I, rey de Armenia propulsó el mensaje en clave “de Oriente a Occidente”, como las olas del mar, de Mani a través de Persia, Palestina, Siria y Egipto.

Una manera de crear un poder que aspiraba a infiltrar en términos culturales, políticos y religiosos todas esas regiones, como ya había sucedido con Mitra, además de presentarse Mani como el Paráclito o el ayudante o consolador que promete Jesucristo a sus seguidores (Juan 14: 16, 26; 15: 26; 16:7)  y, por ese motivo, como el Último Profeta y el Sello de los Profetas, según PUECH (2006,73), en una cadena en los mismos en los que se hallaban entre otros Noé, Abraham, Zoroastro, Hermes, Platón, Buda y el mismo Jesús. Precisamente la muerte de Ormuz y la sucesión de Bahram I, que se apoyó en quien más podía perder en esta revolución, los magos zoroástricos, llevó a los maniqueos a caer en desgracia progresivamente, hasta la muerte de Mani. También resulta interesante que el último experimento, y quizás el más exitoso al respecto fue la prédica de Mahoma y de sus seguidores inmediatos, pues tomaron referencias gnósticas, neoplatónicas, cristianas nestorianas, judaicas… y del mismo Mani (Mahoma como Sello de los Profetas en la Sura 33:40), y precisamente el espacio de expansión de los primeros califas o califas ortodoxos pondrían las bases, entre otros aspectos, según mi opinión, para la extensión del islam y sus ramificaciones.

Tampoco podemos descuidar el hecho de que Zoroastro introdujo en sus mensajes un elemento muy interesante e innovador sobre la tradición religiosa, y con implicaciones políticas. Se trata de los conceptos Verdad y Mentira como grandes complejos polarizantes, creando el fundamento del posterior dualismo, presente por ejemplo en el maniqueísmo con Luz y Oscuridad, precisamente. El zoroastrismo lo creaba alrededor de la gran divinidad central, Ahura-Mazda y pretendía dotar de códigos de conducta éticos que fortaleciesen la esperanza de una recompensa en el futuro. Otro aspecto que se subraya en cuanto al zoroastrismo y su influencia en el pensamiento iranio, el de Mani o el adjudicado a Mahoma tiene que ver con la fuerte vinculación desde el principio con los poderes políticos, pues el mismo Zoroastro habría encontrado el apoyo necesario a su reforma en la corte del príncipe Vishtaspa.

El zoroastrismo y los sasánidas

Y llegaríamos así al zoroastrismo de los sasánidas que tendríamos de nuevo un fenómeno de afirmación de poder de los magos aliados con el poder temporal en ascenso y con necesidad de continuidad pero también de marcar cierta cesura y mayor legitimidad que el de los arsácidas. Bien, con la llegada de los sasánidas (225-652 d.C.) tendríamos la creación de un momento de cesura y fundamentación imperial expresada en la continuación de la religión del Estado de matriz zoroástrica (continuidad), pero que es preciso “purificar”.

Así, Ardashir Papakan, fundador de esta nueva línea de descendencia, digamos que emprendió una labor para “rehacer” el Avesta, de una manera más amplia, con lo que tuvo que contar con la ayuda del “archimago”, es decir el mowbedan mowbed o sumo sacerdote de los altos sacerdotes, el equivalente del shahanshah o rey de reyes, Tansar y, podemos deducir, de toda una suerte de escuela de pensamiento alrededor suyo. Shapur I introdujo “esquejes” para fortalecer esta nueva creación cultivada en los círculos de poder persas, identificándose elementos propios del helenismo y de la India, quedando con ello el canon de las Escrituras parsis constituido y, por supuesto, la jerarquía se pudo considerar fijada, más allá de las conducentes a reafirmar el discurso de dominación u orientados a satisfacer las necesidades de la gente común, o bien en pasar por el filtro del zoroastrismo costumbres y cultos de la variedad persa, tal y como el cristianismo “cristianizó” festividades, cultos, incluso los días de la semana respecto a las siete errantes, cambiando el dies Saturni por Sábado o el dies Solis por Domingo, por no hablar de procesiones, cultos populares, festividades como los mismos carnavales… echar un vistazo a la Leyenda Áurea basta para hacerse una idea.

En este sentido, y según mi lectura de las partes del Avesta, creo que podría afirmar que la versión realmente definitiva, alcanzada a las puertas de la invasión árabe, alrededor del siglo VI d.C., contaría con estos elementos, incluso para mí la última parte, el Khorda Avesta, el devocionario viene a ser una suerte de Imitación de Cristo de Tomás de Kempis, en el sentido de que quizás estaríamos hablando del intento de impulsar en los creyentes una ola de vivificación de la fe en lo personal debido a los cambios introducidos con el paso de los siglos. Al respecto, y como prueba podríamos aportar precisamente la falta de resistencia en aceptar la fe del invasor por parte de gran parte de la población, con la excepción de dos grupos: los guebres, que quedaron entre la antigua comunidad y que fueron perseguidos hasta que su número se fue reduciendo, y los parsis que prefirieron emigrar a la India antes que renunciar a su religión, viviendo de la misma manera que los judíos una vez perdieron el Segundo Templo de Jerusalén, una suerte de protectores de las esencias y de una interpretación de las mismas que se pretende pura.

Esta idea resulta relevante. Investigando sobre los actuales parsis he visto que mantienen la idea de pureza racial, pues el zoroastrismo es una religión nacional. Y aunque se dan matrimonios mixtos, los hijos de dichos matrimonios no pueden ser considerados zoroastristas, al igual que los que abjuraron de su fe. Aunque la invasión y los intentos de progresiva aculturación por parte de los invasores despertaron el sentimiento nacional de los arios, y los llevó a impulsar el chiismo como respuesta en clave nacional contra los árabes.

La consolidación durante los sasánidas: las herejías

La más destacada de todas las herejías es el zurvanismo, matriz tanto del gnosticismo como del maniqueísmo. La doctrina del zurvanismo cambia el motivo e interpretación del mito del zoroastrismo al decir que en el comienzo de los tiempos solo existía Zurvan, el dios del tiempo quien, deseando engendrar un hijo, realizó sacrificios durante mil años para conseguirlo; al dudar de si sus sacrificios serian efectivos o no, acabó engendrando en su seno no uno, sino dos hijos, Ohrmazd y Ahriman (el primero fruto de sus sacrificios, el segundo de sus dudas); consciente de lo sucedido, prometió́ dar la soberanía del mundo al que naciera primero; Ohrmazd contó esto a Ahriman, quien inmediatamente rasgó el interior de su padre para nacer y presentarse ante él; Zurvan le preguntó quién era y Ahriman se hizo pasar por Ohrmazd; Zurvan, sin embargo, no pudo ser engañado, pues sabía que su hijo era luminoso y fragante, mientras que Ahriman era oscuro y hediondo; cuando Ohrmazd nació́ y se presentó ante Zurvan, este le reconoció́ inmediatamente, haciéndole entrega del barsom, símbolo de la soberanía; Ahriman protestó alegando que supuestamente iba a entregársele la soberanía al primogénito; en consecuencia Zurvan le concedió́ gobernar el mundo durante 9.000 años, al fin de los cuales Ohrmazd ocuparía su puesto definitivamente. Este mito contiene las nociones principales de la doctrina del zurvanismo, donde el dios Zurvan se convierte en la figura central y generatriz de la creación y del dinamismo de un mundo invariablemente predestinado a contemplar el triunfo escatológico del bien.

Analogías e influencia

Fue gracias a Anquetil Duperron que en la Europa de fines del siglo XVIII que empezó a tenerse una noticia más sólida de la religión de los parsis, y esto fue debido a las traducciones que emprendió de los textos relativos al zoroastrismo y a estudios sobre dicha materia que otros orientalistas junto a Duperron hicieron que se supo del zoroastrismo, y de su influencia en otras religiones, las grandes religiones: judaísmo, cristianismo e islam: la escatología y según qué conceptos morales y teológicos podrían rastrearse en Zoroastro y en lo que los siguieron hicieron con su doctrina.

Pero lo cierto es que trasciende a lo que desde el islam se llama “las religiones del libro”. Tomemos como ejemplo el budismo. Cuando en el inicio de la era cristiana esta doctrina se renovó produciéndose una sustitución de una doctrina de acción hacia otra de contemplación piadosa puede resultar posible rastrear una potencial influencia del zoroastrismo y que abarcaría los nombres de carácter tan espiritual como abstracto, usados para designar a ciertos Budas; pero la misma naturaleza del Paraíso que se promete a los elegidos, el recurso a un Mesías que ha de predicar la salvación del Mundo o el Maitreya (que ha nacido de Mithra) son ideas todas ellas, siguiendo a Sylvain Lévi en L’Inde et le monde:

Autant d’idées, de croyances, de noms que l’Inde n’explique pas, qui sont aussi étrangers au brahmanisme ancien qu’au bouddhisme ancien autant d’idées, de croyances, de noms qui sont familiers à l’Iran Zoroastrien, d’où ils ont passé déjà vers l’ouest dans le judaïsme des prophètes, et de là dans la doctrine du christianisme. Parmi les Perfections que le Bodhisattva doit conquérir, figure au premier rang la « Perfection de la Sapience » Prajnâ-Pâramitâ, qui est exaltée comme la Mère des Bouddhas. Comment ne pas penser à cette secte des Gnostiques, de Basilide, de Valentin, secte religieuse bien plus qu’école philosophique, surgie sur le territoire iranien du christianisme, et qui proclame le salut par la Gnose, « gnôsis » équivalent grec du sanscrit prajnâ qui lui est même en partie identique ? Et comme pour mettre hors de doute la collaboration du génie religieux de l’Iran avec celui de l’Inde dans cette période tourmentée et féconde où le christianisme grandissant inquiète l’Empire romain, où la dynastie nouvelle des Sassanides tente en Perse la restauration intégrale de l’orthodoxie avestique, vers le milieu du IIIe siècle, un Iranien, Mani, imagine une combinaison éblouissante du Zoroastrisme, du Bouddhisme, et du Christianisme; à l’un il emprunte le dualisme fondamental, la Lutte des Deux Principes du Bien et du Mal, aux deux autres il emprente leur appareil légendaire et mythologique, leur organisation militante, leur pratique de la confession, leurs formes littéraires

Profundizando en la idea de Gnosis, que tanta relevancia iba a alcanzar en el Mediterráneo oriental y en el espacio grecorromano de los primeros siglos después de Cristo, y en este caso siguiendo a Nyberg, no es difícil rastrear en el zoroastrismo una parte común, o al menos el conjunto de todas una serie de ideas especulativas que recuerdan precisamente a las gnósticas: la trasposición de una idea de la liberación hecha posible por un Salvador en el plano estrictamente espiritual y moral; más aún: la liberación de los lazos o de la prisión de la materia; el establecimiento de una antítesis entre los sentidos y la razón, entre la Materia y el Espíritu, entre lo plural y la unidad. Continuando con la idea de “salvación”, central en el zoroastrismo a través del Saoshyant o el Salvador, ¿no está presente acaso en los Sóter, σωτήρ (sōtēr) del mundo grecolatino, ya sea como epítetos para dioses (Poseidón, Zeus, Dioniso, Atenea, Asclepio, Hécate), para el propio daimon Sóter, o para vivir un proceso de ascenso a la categoría de héroe o divinización de los reyes helenísticos. De ahí pasaría al cristianismo, pues Jesucristo recibió tal título y el mismo acrónimo del pez ΙΧΘΥΣ, correspondiente a Ἰησοῦς Χριστὸς Θεοῦ Υἱὸς Σωτήρ, es decir “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”, al igual que para los cristianos Jesucristo también fue el verdadero Orfeo, por ejemplo, así lo atestigua San Clemente I; y retomando la cuestión del “Salvador” o Sóter tenemos al papa Soterius, que fue obispo de Roma entre 167 y 174 d.C. Como también fue del zoroastrismo de dónde se puede tomar el proyecto del maniqueísmo, y a su vez su respectiva influencia sobre el islam.

Por otro lado, queda fijada la pugna entre la máxima autoridad del poder civil o poder real, el Rey de reyes (shahanshah) y la máxima autoridad del poder religioso o el mowbedan mowbed o sumo sacerdote de los altos sacerdotes, siendo la revolución iraní un modelo de preeminencia del componente religioso sobre el civil o seglar, mutando hacia las formas duodecimanas chiítas.

Conclusión final

La última reflexión que quisiera dejar al respecto es la posible influencia en la doctrina política del Imperio romano por parte de Persia, aunque seguramente sería más apropiado pensar en términos de Persia como puente receptor y transmisor de lo que Karl Jaspers denominó áreas de la “Era Axial”, en su libro “La Filosofía. Desde el punto de vista de la existencia”, es decir el espacio greco-oriental, India y China, y sus coincidentes espacios imperiales, culturales, de planteamiento filosófico, con capacidades militares sobresalientes, etcétera. El Imperio romano, desde la filosofía estoica, tomando conceptos desde el neoplatonismo, el gnosticismo y el propio cristianismo, adoptó una revolución política/cultural/religiosa para fortalecerse en lo diverso ante las crisis del Imperio y lo extenso y variado de sus dominios.

A su vez, la tendencia hacia el individualismo y el egoísmo que el estoicismo había atenuado en cierta forma para las élites, para la época de la cristianización del Imperio había ido perdiendo dicho impulso, así que asumir un credo universal, humanista, organizado, con un libro sagrado de gran poder, que le conectaba también con los semitas en general, le permitía organizar un culto donde el emperador ejercía, al igual que el rey de reyes, de una suerte de reflejo de Cristo o representante dotado del poder terrenal del poder espiritual del Reino de Dios en la Tierra en un Imperio diverso pero con la voluntad de unirlo para convertirlo en Universal o Católico.

También creo que sería interesante reflexionar al respecto del modelo que Roma adopta con los bárbaros. No deja de ser interesante observar como entre los godos había componentes iranios, además de germánicos, o propiamente de la “Dacia” (entendido como lugar de encuentro entre lo germano, lo celta, lo heleno, lo tracio y lo iranio) y además habían vivido un proceso de aculturación también grecorromano acorde con la zona y el espíritu de aquel tiempo, que los lleva a bautizarse y seguir el credo arriano.

Bien, mi reflexión es, ¿hasta qué punto el modelo que lleva a un imperio de reinos, al igual que los persas, no era compartido por ambos bloques, romanos y germanos y, en ambos casos, no tenían en mente otra cosa más que el modelo persa al que nos hemos referido? Esto también sería otro motivo que apoyaría la cuestión de la cristianización del imperio y de las campañas de evangelización al respecto para crear un Imperio de reinos, un rey de reyes, un emperador que a la sazón es imagen terrenal de Cristo, que siguieron Carlomagno, el Papado y el Imperio romano de Oriente, y que marcaron el enfrentamiento dentro del mundo Occidental entre auctoritas y potestas del Papado y el Imperio; y que por un cúmulo de diversos antecedentes condujeron al Cisma de Oriente y Occidente de 1054, y a los diversos Cismas en Occidente (1378, 1517), cuyo fondo sigue siendo la cuestión del poder temporal y espiritual, y quién puede incluso dominar y asumir en su estructura (la unión de poder temporal y espiritual y el sometimiento de éste último al primero es más propia de los países de la Reforma, por ejemplo).

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