Buenos días y buen fin de semana,
Rusia y China bloquearon una decisión del Consejo de Seguridad de la ONU a favor de las sanciones comerciales y financieras introducidas por los 15 países del bloque económico de África Occidental que conforman la CEDEAO/ECOWAS contra el gobierno militar de Malí, luego de que sus líderes militares propusieran permanecer en el poder hasta cinco años antes de organizar elecciones, a pesar de las demandas internacionales de que respete la promesa de celebrar elecciones el 27 de febrero de este año. El borrador de la declaración del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que respalda las sanciones no se aprobó durante las consultas a puerta cerrada.
Francia, la antigua potencia colonial de Malí y de la región, que también ocupa la presidencia rotatoria de la Unión Europea, y Estados Unidos, han subrayado su apoyo a las sanciones de la CEDEAO. Por su parte, la presidencia de Argelia, en mejores relaciones ya con Francia, que comparte una larga frontera con Malí, también llamó a los militares a negociar con la CEDEAO y alcanzar un plan para poner fin a la crisis, teniendo en cuenta las demandas internacionales y las demandas legítimas del pueblo maliense.
Se trataba de una declaración del Consejo de Seguridad de la ONU redactada en francés que respaldaba las sanciones cosa que llevó a tres miembros africanos del consejo, Kenia, Ghana y Gabón, a hablar con los periodistas para respaldar la posición del bloque regional.
Las posiciones de Rusia y China, y los mercenarios de Wagner: superando al gato de Schrödinger en el campo de la realidad
El embajador chino ante la ONU, el señor Dai Bing, señaló que Malí se halla en medio de un período de transición crítico y afirmó que las fuerzas externas deben abstenerse de ejercer una presión excesiva sobre el país de África Occidental. Partiendo del hecho consumado de las medidas recientes de la CEDEAO, así como de la respuesta de las autoridades de transición, alentó a ambas partes a fortalecer el diálogo y resolver los problemas regionales.
Rusia, por su parte, rechazó la declaración del consejo propuesta por considerarla desequilibrada y expresó su simpatía por el gobierno.
“Entendemos y somos conscientes de las dificultades que enfrentan las autoridades de Malí en la preparación de las elecciones generales (...) Estamos de acuerdo con el hecho de que, sin la restauración del control del gobierno en muchas partes, regiones del país, será difícil ver la votación como legítima”, dijo el embajador ruso ante la ONU Vassily Nebenzia.
El embajador francés ante la ONU, Nicolas de Riviere, reiteró la condena de su país al despliegue de mercenarios del ruso Grupo Wagner, al que la Unión Europea impuso sanciones, de quienes dijo que “son conocidos por amenazar a civiles, saquear recursos, violar el derecho internacional y la soberanía de los estados”.
Lamentó que las autoridades de transición de Malí “estén utilizando fondos públicos ya limitados para pagar a mercenarios extranjeros en lugar de apoyar a las fuerzas nacionales y los servicios públicos en beneficio del pueblo maliense”.
El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, negó que el gobierno ruso esté involucrado y dijo que la compañía tiene un derecho "legítimo" de estar en la nación de África occidental porque fue invitada por el gobierno de transición.
El embajador de Malí ante la ONU, Issa Konfourou, dijo al Consejo de Seguridad que no hay mercenarios en suelo maliense. Dijo que los entrenadores rusos están en Malí para asesorar y entrenar a sus militares en el uso de equipos militares adquiridos por el gobierno militar del país africano a Rusia. Konfourou añadió que su gobierno estaba "conmocionado" por las sanciones económicas y financieras de la CEDEAO y "condenó enfáticamente estas medidas ilegales e ilegítimas".
Es decir, que Francia afirma que están contratistas del Grupo Wagner en Malí; Rusia, en la persona de Lavrov, afirma que tienen derecho a estar porque los ha invitado el gobierno de Malí pero no tienen nada que ver con Rusia; y el embajador de Malí ante la ONU niega que estén, aunque están, pero lo que hay son formadores rusos. Es decir, hay mercenarios y no los hay, aunque los hay pero que no tienen que ver con Rusia porque el Grupo Wagner no tiene que ver con Rusia (aunque sí tiene que ver, ¿cómo interpretar que Rusia venda equipos militares a Malí y, sin embargo, sean los contratistas del Grupo Wagner los encargados de entrenar a los miembros de las fuerzas armadas de Malí en su uso?) y tienen derecho a estar, aunque no estén, porque están, pero formando. No hay gato de Schrödinger que supere esto.
Por otro lado, en un discurso a la nación este lunes pasado, el líder militar, el coronel Assimi Goïta, calificó las sanciones de “inhumanas” y afirmó que Malí sigue abierto al diálogo.
Recordemos que Goïta lideró un golpe de Estado en agosto de 2020 que derrocó al presidente Ibrahim Boubacar Keita. Bajo la amenaza de sanciones tras el golpe, había prometido celebrar elecciones presidenciales y legislativas y restaurar el gobierno civil para febrero de 2022... Pero dio un segundo golpe de facto en mayo de 2021, forzando la salida de un gobierno civil interino e interrumpiendo el cronograma para restaurar la democracia. Goïta se autoproclamó presidente interino y en diciembre su gobierno propuso permanecer, como ya se ha señalado, en el poder hasta cinco años más.
La perspectiva desde África
Mientras algunos hacen llamadas a la solidaridad con el pueblo de Malí, otros se enfocan en la resistencia a la CEDEAO, acusándola de ser secuaces en Francia, y en general de Occidente, e incluso los hay que recurren al occidental meme para presentar al coronel Assimi Goïta como un león, o comparándolo con el expresidente de Burkina Faso, Thomas Sankara.
El mismo discurso que podemos hallar en todas partes, pero trasladado a la realidad africana, fundamentada en el panafricanismo y el antiimperialismo, las proclamas de soberanía... y sin entrar en el papel de una Rusia que no es la URSS, y una China que, como hemos señalado esta misma semana, su win-win no es tan win-win y sí mucho China Wins. De este modo, se han denunciado de la forma más enérgica posible las sanciones de la CEDEAO, adoptadas el 9 de enero de 2022 contra Malí, y se han transformado en motor de lucha mezclando el apoyo a la población de Malí, que son los que van a sufrir (otra vez) las consecuencias, y los militares golpistas que desean mantenerse en el poder jugando ese juego.
La red Afrikki, que reúne en su seno a unos cien movimientos ciudadanos en África ha lanzado una proclama al pueblo de Malí, que leyó el rapero burkinés "Smockey", muy en la línea de continuar aunando los movimientos Balai Citoyen, nacido en Burkina Faso, y el Y'en a marre, de Senegal.
Cabe destacar, por el peso que tiene dentro de la izquierda africana, el exjefe de Estado de Costa de Marfil, Laurent Gbagbo, quien lanzó un comunicado el 11 de enero, con la tradicional orientación panafricanista, y situándose al lado del pueblo de Malí y calificando de excesivas e impertinentes las represalias adoptadas por la CEDEAO.
El opositor senegalés Ousmane Sonko, que lidera el partido Pastef-Les Patriotes también se mostró en el contexto de un encuentro con sus seguidores totalmente indignado con lo sucedido en Malí, acusando a Francia de querer imponer sus intereses en connivencia con los países occidentales, declaraciones muy parecidas también las del senegalés Guy-Marius Sagna, que lidera el movimiento Frapp-France Dégage.
En Costa de Marfil dos estrellas del reggae del país como son la tremendamente popular entre su juventud, Tiken Jah Fakoly, o Alpha Blondy también llamaron a la solidaridad con Malí. Este último, Alpha Blondy, dirigiéndose a las autoridades de CEDEAO/ECOWAS, les instaba a reflexionar sobre el punto en que las sanciones adoptadas contra Malí son una admisión de su impotencia, y que los malienses no deben ser las víctimas de su incapacidad para encontrar una solución al problema yihadista, tal y como se puede comprobar en el siguiente vídeo:
Una clara situación muy similar a la de "Esperando a Godot" por parte de la izquierda africana, alejada del realismo y de la geopolítica, de los diferentes actores y de quiénes juegan muy en serio en esa liga.
El análisis
En esta situación vivida en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU lo que menos viene a importar es la propia disputa en sí. Es decir, como podemos comprobar por los actores implicados, la disputa es cualquier cosa en términos reales menos africana: Francia y Estados Unidos, por un lado; Rusia y China por el otro lado: se trata de dos bloques de grandes potencias que chocan sobre el punto de partida de las sanciones que se introdujeron por el descontento de los vecinos de Malí con la fecha propuesta por la junta militar para celebrar elecciones: el año 2025. Aunque también es cierto que ningún país de la zona puede considerarse un ejemplo de democracia. Malí lleva ya en esta situación desde hace prácticamente una década. Para conocer más sobre estos aspectos, recomendamos la lectura de un documento generado desde el Instituto Symposium que explica la situación del país y de la región que desembocó en la Operación Serval.
Lo que resulta ser realmente preocupante es que acabe en la órbita rusa, y lo que espera China es que luego pueda fagocitar a Rusia, y a las posiciones de Rusia en Asia Central, como ya ha hecho, Iberoamérica, como ya está haciendo, Oriente Medio y África, como espera hacer. Al respecto, podemos seguir el trazado que ofrece el acuerdo firmado por Bamako con los mercenarios del Grupo Wagner, un instrumento de la política exterior del Kremlin. Este último lo niega, pero los franceses señalan que la incursión amenaza su influencia en el Sahel. A decir verdad, la inclusión de Rusia les justifica a la hora de defender a otros países y les libera de una carga militar que se está volviendo insostenible, así que París está llevando a cabo una campaña pública contra Rusia en el Sahel y apunta hacia el corazón de África, cosa que permite dos cosas fundamentales: construir una identidad europea y una zona de definición, una frontera en África, y también para mostrarse útil a Estados Unidos... y obligarlos a dedicar tropas y recursos para contener Caoslandia, el desorden africano.
La crisis de Francia con Estados Unidos, que estalló por el pacto AUKUS y sus consecuencias para los submarinos de la clase Barracuda, que ha sido una manifestación de una tendencia marcada con el tiempo, particularmente finales de los años 90 del pasado siglo XX, primero en un contexto más China=Raj Británico 2.0, y luego en clave contención a China.
Se cerró la cuestión, de forma oficial, de la cancelación del contrato de los submarinos con los australianos por parte de Francia sin que Washington se disculpase por la indignación causada pero ofreciendo compensaciones mucho más jugosas que una disculpa: cooperación espacial y tecnologías emergentes, ayuda militar e inteligencia en el Sahel, siguiendo el documento del 29 de octubre de 2021 United States-France Joint Statement. Los estadounidenses también han autorizado de facto a los franceses a cultivar planes de defensa a nivel de la Unión Europea porque no son alternativos a la OTAN (por consiguiente, no les preocupa desde su punto de vista, pero necesarios en París para intentar aumentar su influencia).
Estados Unidos también prometió apoyar misiones aéreas y navales en el Indo-Pacífico de Francia y otras naciones europeas. Esta oferta es evidentemente interesada porque pretende atraer los satélites de Europa para contener a China, pero que París sin duda interpreta como una luz verde a su deseo de organizar en torno a sí mismo el envío de contingentes italianos y alemanes, entre otros, al Lejano Oriente. Y como luz verde para forjar relaciones con importantes actores asiáticos, como India e Indonesia, con quienes Macron ha entablado un diálogo estratégico. Terminar sirviendo indirectamente a los intereses de los estadounidenses... pero sirviéndose de ellos para progresar. Es la mentalidad del feudo en la frontera, o del mayordomo de palacio en el Reino.
El clima más relajado entre París y Washington también podría ser producto de la idea aireada en el G20 por el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan de desempeñar un papel "positivo" en el desarrollo de los sistemas de misiles Samp-T, un proyecto franco-italiano. Una declaración críptica para leer a la luz del tira y afloja entre Estados Unidos y Turquía sobre la compra de defensas antiaéreas de Rusia. Si se materializa, significaría que París y Roma ayudarían a Washington a dividir Ankara de Moscú, y sería la enésima vuelta de tuerca táctica de Turquía, y su encaje euroatlántico definitivo, reforzado por los drones armados en Ucrania, entre otros acuerdos entre ambos países del Mar Negro. Una zona esta, en la que Turquía también se proyecta y sigue sus propias ambiciones, entre el Golfo de Guinea y el Norte de África.