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Japón se comprometió, tal y como informaba Stars and Stripes el pasado 21 de diciembre, a que en la próxima horquilla de cinco años a partir de abril de 2022 (momento en que empieza el año fiscal en Japón) a contribuir más a los gastos del contingente estadounidense presente en el archipiélago desde el final de la Segunda Guerra Mundial, con unos 50.000 soldados y civiles. Tokio desembolsará más de 1.06 billones de yenes ($ 9 mil millones o bien 7.944.565.500 euros aproximadamente) durante los próximos cinco años, casi $ 2 mil millones más de lo acordado anteriormente.
“Hemos estado manteniendo discusiones basadas en el reconocimiento de la necesidad de fortalecer la disuasión y la preparación de la alianza Japón-Estados Unidos”, dijo Hayashi.
Y añadió que también es necesario "apoyar la presencia estable de las fuerzas estadounidenses en Japón mientras el entorno de seguridad que rodea a Japón se vuelve más severo a la luz de la difícil situación financiera en Japón".
La cooperación de defensa bilateral bajo este acuerdo de costos compartidos contribuirá a la "mejora de la preparación y resistencia de la Alianza, incluso mejorando la interoperabilidad de las Fuerzas de EE. UU. y las Fuerzas de Autodefensa de Japón", dijo el martes el comunicado de prensa del ministerio.
La interoperabilidad describe la capacidad de las fuerzas armadas de un país para utilizar los métodos de entrenamiento y el equipo militar de otro país, y eso es algo que también el Reino Unido quiere conseguir de Japón en la dinámica de los AUKUS contra el retador del Extremo Oriente, la República Popular de China.
La noticia del aumento llegó después de que la administración del presidente Joe Biden pidiera que Japón asumiera una mayor parte del costo para contener a China, que está aumentando su fuerza militar en la región.
El nuevo acuerdo recortó significativamente las contribuciones de servicios públicos para las bases militares estadounidenses y agregó una nueva categoría para cubrir la adquisición de materiales y equipos para entrenamiento conjunto, según explicó Hayashi. La participación japonesa en los costos de servicios públicos se reducirá de aproximadamente un 61% a aproximadamente un 35% en cinco años.
En cambio, se asignarán 20 mil millones de yenes para capacitación conjunta, afirmó Hayashi, con lo que vemos que estos recursos se utilizarán para cubrir los costes de mantenimiento de las bases y sobre todo para financiar actividades formativas conjuntas.
El nuevo acuerdo cubre los costos laborales para 23.178 empleados locales y los costos de reubicación y de capacitación, aproximadamente 11.400 millones de yenes, que es aproximadamente lo mismo que el monto actual, conforme con el comunicado.
El acuerdo de costos compartidos para las fuerzas estadounidenses estacionadas en Japón generalmente se renueva cada cinco años, de modo que en teoría ya se debería haber hecho. Sin embargo, ambos países acordaron extenderlo para el año fiscal 2021 mientras Estados Unidos estaba en transición de la administración Trump a la administración Biden.
El análisis
Estamos presenciando dos cosas a la vez, tanto el establecimiento del fenómeno de "vasallos en las fronteras" o "el mayordomo de palacio", síntoma claro de un poder que declina, el estadounidense, y lo hace en el contexto de la transición de hegemonía; y, por otro lado, presenciamos el renacimiento del poder japonés, a la par que el francés, que también pasa por aquí en todos los aspectos.
Este tipo de hechos que aquí analizamos señala la creciente disposición de Japón de asumir los costos de su propia seguridad, desarrollar sus propios medios y capacitarlos, por el momento, y subrayo por el momento, firmemente ligada a la presencia de tropas estadounidenses en su suelo. En el futuro, sin embargo, las cosas podrían cambiar. Japón ya no es la nación introvertida de la segunda mitad del siglo XX, sino un jugador cada vez más importante en el equilibrio de poder del Indo-Pacífico.
El orden establecido tras el final de la Segunda Guerra Mundial, con el desplazamiento de la hegemonía desde el Imperio británico hacia Estados Unidos, el pacto entre soviéticos y norteamericanos para derribar a los "jugadores centrales" del tablero geopolítico, es decir el Imperio británico y el Imperio francés abrieron la verdadera hegemonía de Estados Unidos, que vino ligada a otros elementos sociales, económicos, políticos, culturales y propagandísticos.
Si en el siglo XIX el Imperio británico ponía patas arriba el orden global destruyendo las matrices india y china, y con esta última favoreciendo el colapso de una estructura jerárquica de poder en la región alrededor de China y su aspecto civilizatorio-moral, creando o bien impulsando movimientos culturales-morales-filosóficos hacia la región sobre la que se constituye en el "Imperio del Centro", con un escalafón de poderes alrededor de los cuales giraban Japón, Corea, Vietnam, etcétera. El Imperio británico acabó con este modelo desarticulándolo y dominando la región en un sentido comercial como elemento definitivo y definitorio de lo que supuso su hegemonía. A su vez, su hegemonía comportó dos cosas: un vacío de poder y cuestionamiento de la jerarquía milenaria en la región que un Japón humillado aprovechó para lanzar un imperialismo al estilo de Occidente pero hilvanándolo en la tradición regional como elemento justificativo y acabó dando forma al lema "Asia para los asiáticos"; el segundo elemento que creó el Imperio británico, de impacto hasta nuestros días fue la diáspora china. Cuando el Imperio británico perdió la hegemonía en Asia oriental Japón ascendió pretendiendo reunir el todo alrededor suyo con el retador norteamericano: lección ya imborrable, desde que el Imperio británico asestó aquel duro golpe sobre India y China el mundo cambió para siempre, y lo que mantuvo a Asia protegida de los ciclos de hegemonía de Europa Occidental... ese factor se acabó por siempre jamás, y ya jugó un papel creciente en la Primera y, ante todo, la segunda Guerra Mundial.
Estados Unidos, como sustituto en la región de la hegemonía occidental del Imperio británico quiso dominar el escenario no sobre la base del comercio, relegándolo a los aliados locales: Japón, Corea del Sur, Taiwán y Filipinas, sino lo pretendió hacer sobre las armas, dado la preeminencia del aparato industrial-militar, y así lo intentó en competencia con la Unión Soviética una vez se expulsó de la región a británicos y franceses ante todo, en las décadas de 1950 y 1960.
Lo llamativo es que ambas superpotencias militar-industriales y neokantianas sufrieron severas derrotas en este escenario del mundo, si Estados Unidos sacó algunas ventajas en la guerra (Corea y su partición) y mediante golpes de Estado en la región, como el de Indonesia de 1965 contra Sukarno con los que imponer las ideas de la escuela hermana de Chicago, la escuela de Berkeley, mediante la dictadura del general Suharto, en los años 70 le llegó la derrota, humillante, en Vietnam, y de ello intentó sacar partido la URSS, pero perdió el control de la República Popular de China. Sin embargo, en años 80 las tornas se giraron, y ahora era Estados Unidos el que sacó ventaja bloqueando el acceso de una potencial esfera pro-soviética en Irán, controlando mediante la doctrina Carter el Golfo Pérsico, y estableciendo el "Green Belt" en el flanco sur de la URSS que cristalizó en la derrota soviética en Afganistán, el propio Irán y su juego de antipoder con Irak y con Arabia Saudita, y el golpe de Estado en Turquía del general Kenan Evren y el establecimiento de la síntesis turco-islámica, mientras India se contenía con el mundo islámico en la región a través de Pakistán.
El otro hecho clave para comprender la región y sus juegos estratégicos y de hegemonía viene de la mano del hecho de que aproximadamente 1970 es el momento en que se agravan las constricciones económicas sobre la libertad de las dos superpotencias neokantianas y con un fuerte aparato industrial-militar, aunque fue devastador para la URSS, tampoco favoreció, todo lo contrario en este aspecto a Estados Unidos, siendo realmente en las finanzas y en su gran expansión el elemento clave que permitió ganar a Estados Unidos.
En estas dinámicas lo que una superpotencia ganaba a la otra, económicamente más que políticamente, no permitía compensar las pérdidas de carácter conjunto de ambas en relación con el mundo extra-occidental, siendo Asia oriental y su ascenso el elemento más claro de este proceso al formarse como el centro más dinámico de los procesos de acumulación de capitales a escala global, conformándose en el verdadero elemento constituyente de la fase de inicio de la transición de hegemonía y de la forma que tomará la siguiente hegemonía más allá de la estadounidense en un grado mucho más importante que la caída del Imperio soviético, que ha mutado hacia otras formas y se centra en lo energético como gran estrategia en tres direcciones: Unión Europea, India, China (y buscará ampliar hacia Japón... si les es posible, sin quitarle ojo a Corea).
Este escenario se empieza a configurar y predeterminar con los acontecimientos que implicaron dificultades para Estados Unidos a la hora de intentar imponer el orden de la Guerra Fría en esta región del mundo. La derrota del Imperio japonés, matizada inmediatamente después por la victoria de Mao en la China continental dejaron a la potencia hegemónica occidental, que en ese momento estaba construyendo su hegemonía, Estados Unidos, y a la República Popular de China enfrentadas en una lucha por la centralidad de la región. En un primer momento, la entrada de Estados Unidos en el conflicto de Corea sirve para imponer en una medida más amplia la hegemonía en la región por parte de Estados Unidos, con la configuración de dos bloques antagónicos, cosa que creó un régimen vertical de Estados Unidos, que se consolidó rápidamente usando tratados de defensa de carácter bilateral con Japón, Corea del Sur, Taiwán y Filipinas, con lo que contenían el régimen de corona alrededor de China, y con los franceses en la Indochina la contención a China estaba hecha, y todo ello dirigido por un departamento de Estado de Estados Unidos que dirigía realmente a los ministerios de asuntos exteriores de Japón, Corea del Sur, Taiwán y Filipinas.
La interpenetración de las relaciones tributarias y comerciales, reforzadas por la presencia en la zona, e incluso las guerras, favoreció este esquema con un centro imperial cuya economía doméstica era desproporcionadamente más grande que la de sus vasallos, siendo una réplica del sistema sinocéntrico milenario: es decir, Estados Unidos se disfrazó de China Imperial y lo hizo mediante la guerra y las armas, dejando el comercio y la búsqueda de beneficio a los vasallos.
Japón es el elemento central de esta corona, entonces y ahora. A partir de ahí, el pacto entre la República Popular de China, el dinero de las diáspora china y otros factores impulsaron la economía china, que contaba con medios pero no con el combustible para arrancar. En esta división internacional del trabajo, Estados Unidos pensó en convertir a China en el Raj Británico 2.0, pero China escapó de esa trampa. Al crecer las capacidades de Japón lo hizo en aquel contexto y dada su ubicación y capacidades en un sentido retador, proponiéndose en el "centro" en los años 80 y 90. Su derrota en los semiconductores y otros aspectos hizo que Taiwán, con la que Japón está muy unida, al igual que con Corea del Sur por lo que hemos dicho de sus relaciones comerciales bajo el modelo de imitación sinocéntrica de Estados Unidos, ganará un peso determinante, que se ve reforzado por las capacidades muy destacadas de Corea del Sur, también en el campo de los semiconductores.
En definitiva, China sabe que el camino a la hegemonía y al completo giro de retorno al sistema sinocéntrico pasa, ante todo por Taiwán, por su centralidad en el campo de los semiconductores, entre otros aspectos, sin descuidar a Corea del Sur, que es otro elemento. Pero si Beijing quiere a Tokio, y Tokio se refuerza en sus posiciones y bazas, el camino pasa ante todo por Taiwán... pero no puede descuidar a Seúl. En definitiva, el elemento de la centralidad de la jerarquía en el espacio chino, que es muchísimo más amplio que la propia China y Taiwán, y que incluye a Filipinas y otros elementos en la contención, como es también el caso de Indonesia (cosa que nos lleva al otro conector y gran espacio económico: "el mundo musulmán", junto a India), y a todo ello queda unida Europa.
Bien, el elemento clave para Europa es, como poder federado, contar con una estrategia en la región que lea en la clave correcta todos estos elementos, y amparándose en un euro como unión monetaria, fiscal y bancaria y los eurobonos, lanzar nuestra propia tecnología y poder militar, para enlazar con el eje milenario de la gran región y los tres motores de Asia: el espacio musulmán (que incluye a Indonesia), India y el espacio sinocéntrico milenario. No es casualidad que si unimos todo, tenemos los ocho principales cuellos de botella del mundo.
Al aceptar la solicitud estadounidense Japón no está, por tanto, mostrando un signo de debilidad, sino una prueba de madurez (creciente). La novedad no es aislada, cuando Tokio se compromete a aflojar las limitaciones de su constitución pacifista, reconstruir las capacidades ofensivas de su temida flota militar y llevar la primera línea de defensa al Estrecho de Taiwán, y de ahí también los esfuerzos de China con Japón matizando el discurso nacionalista chino al entrar al choque con Tokio.
Desarrollos revolucionarios para la trayectoria geopolítica de Japón, que los estrategas imperiales aún consideran necesarios para apoyar la mayor consolidación de la alianza con Estados Unidos, obviamente gracias a la volatilidad estratégica del cuadrante Indo-Pacífico.
Pagar más por la presencia de tropas estadounidenses en el archipiélago también significa adquirir un mayor peso negociador en la relación con la superpotencia norteamericana, no es generosidad ni son los japoneses los que salen perdiendo, también porque los fondos japoneses se utilizarán para cubrir en particular los gastos necesarios para garantizar la capacidad de disuasión y disponibilidad operativa de las tropas de la alianza.