Nuestros lectores ya saben que hace tiempo que venimos señalando que uno de los escenarios que suceden en el mundo es un ordenamiento en bloques que, en el contexto de la nueva Revolución Industrial 4.0 y ante la transición de hegemonía de Estados Unidos, igual que les sucedió a las Provincias Bajas Unidas y al Imperio británico, estamos inmersos en la formación de nuevos grandes bloques con capacidades completas, adaptadas a la nueva Revolución Industrial 4.0, y que se van a convertir en feroces competidoras por la nueva hegemonía global.
También saben, si son lectores asiduos de esta sección, que venimos señalando los diferentes pulsos en clave de negociación entre los diferentes grandes actores, a saber China y Estados Unidos, y cómo están formando sus espacios en competencia extrema (minerales estratégicos, Inteligencia Artificial, Big Data, robótica, modelo social-productivo, datos, captura de masas demográficas, desarrollo de grandes regiones... la lista es larga y requiere que cada actor la desarrolle a plenitud, algo en lo que China cuenta con importantes bazas); se suma el contexto de la necesidad de un nuevo Bretton Woods, algo asumido por Estados Unidos, que contaba con la propia China y sus políticas de captura y reorganización del Oriente Medio, Asia Central y ciertas partes de África para poder sentarse a negociar con una posición de mayor fortaleza... y ahora llegamos al punto en que estas estrategias han fallado, y ya es insoslayable un nuevo Bretton Woods para poder arrostrar todas las consecuencias del retraso en adoptarlo, a lo que se ha sumado la pandemia y la transformación de China en gran rival en lugar de ser una suerte de Raj Británico 2.0 que debía cooperar en la gran estrategia estadounidense, y que avanza en zonas como Oriente Medio donde Estados Unidos está dejando espacio de gran conexión con Europa para evitar que China acapare la región.
En este sentido, nuestros lectores saben que sostenemos que fruto de estas búsquedas de espacios de negociación, zonas de influencia para los pilares sobre los que construir la hegemonía opuesta a China, igual que China está haciendo lo propio, tenemos la cuestión de Irán, el Líbano, Ucrania, Rusia, Corea del Norte, Francia, Turquía, Israel, etcétera. Así, Anton Troianovski escribía en The New York Times una columna en el sentido que estamos defendiendo aquí: estamos en la cuestión de Ucrania ante una larga negociación, que va a ser dura, en la que las partes intentan tomar ventaja sobre la otra usando los diferentes medios a su alcance, tal y como sucede en otras zonas, como en el estrecho de Gibraltar y la ribera del Mediterráneo meridional, donde Argelia y Marruecos son los entes interpuestos de Irán e Israel, respectivamente, con Turquía buscando sus bazas de negociación en varias direcciones hasta encontrar su postura de negociación que más le favorezca, etcétera, y donde cada actor procura escapar de las acciones del rival o rivales para mermar sus capacidades de negociación y sacar ventaja de los errores del rival.
Todo ello gira alrededor de un hecho: o con China o contra China; o con Estados Unidos o contra Estados Unidos, con los respectivos pivotes para los grandes espacios: Brasil; Europa que ha de gestionar su propio espacio configurándose como un gran pivote con Francia y su espacio a la cabeza y sus aliados cambiando la relación de fuerzas con una Alemania que ha perdido su tren a la Revolución Industrial 4.0 y donde todo le queda demasiado grande en este mundo que ya está aquí y busca negociar también su encaje; Rusia; India; AUKUS; la región comercial de la América del Norte con México, Estados Unidos y Canadá...
La estructura del Indo-Pacífico es clave, pero lo es si lo contemplamos como también he señalado en este Trazo de Kalamos, como una zona que está conectada al continente americano, a África y al Mediterráneo y su paso al Atlántico, generando una triple masa continental con concentración de cuellos de botella de Mahan y los nuevos cuellos de botella de Mahan aplicados a los datos, como también he señalado, que se concentran y se interconectan creando una gran cuerda, ampliando el fenómeno que marcó la aparición del Imperio romano, la zona de los persas/partos, los grandes imperios de India y China; pero ahora expandido hasta un punto global, con mayor impacto en zonas que en aquel momento cierto impacto tuvieron, pero ahora cada vez mayor, como sería el caso del antiguo reino de Aksum, extendiéndose a toda África y, desde luego, América, y los polos.
Por cierto, y hablando de cuellos de botella, no se puede sino elogiar la exactitud de la visión que el almirante, historiador y estratega estadounidense Alfred Mahan tuvo a finales del siglo XIX cuando escribió: "La potencia que domine el océano Índico controlará Asia. Asia y el futuro del mundo se jugarán en sus aguas".
Este es el escenario en el que nos estamos moviendo por voluntad de Estados Unidos y de China. Veremos si hay pulso en Occidente y luego se traslada a Oriente, o si se resuelve en Occidente de otra forma que no implique violencia. Hay factores como la concentración horizontal de facto que han hecho los grandes fondos, un corporativismo generalizado en el que están enlazadas las grandes corporaciones del Occidente ampliado... hay muchos factores, incluida la globalización, que no se ha parado, más bien se ha vuelto multivectorial, que anuncian la creación de grandes espacios de hegemonía, como explicábamos en el documento de este Instituto Symposium dedicado a Gramsci.
Es en este contexto cuando, con todo el ruido mediático centrado en Ucrania, cuando Estados Unidos saca su nueva estrategia indo-pacífica. En el documento Estados Unidos define a su rival, no sólo para esta región, para todas las regiones del mundo: no es la Unión Europea, no es Rusia... es China. Y empieza reclamándose actor principal del Indo-Pacífico, y discutiendo a China su bloque hegemónico en el Indo-Pacífico y en todas las grandes regiones. Para eso se dota de carta de naturaleza, de la misma manera que Estados Unidos afirma parecerse cada vez más a Europa y va en la dirección de "unirse en espíritu" a Europa para tomar este espacio y su zona de proyección (África y el Levante), la formulación de potencia americana afirma su afán de contener a China y mantener a Brasil, que China pretende disputarle, y que ya ha empezado a hacerlo vía Argentina, como explicábamos la semana pasada aquí. La posesión del territorio de Alaska, y su alianza con Canadá y con la Unión Europea la proyecta sobre el Ártico, a lo que China replica con Groenlandia y su afán de echar sus tentáculos sobre Europa explotando la dicotomía casi esquizofrénica de Alemania en términos comerciales (y que está llegando a su fin, no por su voluntad, por los hechos consumados)... mediante los AUKUS se proyecta sobre ese espacio y con Francia lo completa en toda la Tierra, sumando su proyección sobre la Antártida, donde la alianza de China con Argentina replica sus acciones en el norte con Groenlandia.
Pero Estados Unidos necesita una carta de naturaleza en el Indo-Pacífico que sí tiene la Global Britain y Francia, y que tiene que ver con su situación tras la Segunda Guerra Mundial, una referencia histórica que citan en su nuevo documento de estrategia indo-pacífica.
De ahí que enuncien en su documento de estrategia indo-pacífica:
Estados Unidos es una potencia del Indo-Pacífico. La región, que se extiende desde nuestra costa del Pacífico hasta el Océano Índico, alberga a más de la mitad de la población mundial, casi dos tercios de la economía mundial y siete de los mayores ejércitos del mundo. Hay más miembros del ejército estadounidense en la región que en cualquier otra fuera de Estados Unidos. La región sostiene más de tres millones de puestos de trabajo estadounidenses y es la fuente de casi 900.000 millones de dólares en inversiones extranjeras directas en Estados Unidos. En los próximos años, a medida que la región impulse hasta dos tercios del crecimiento económico mundial, su influencia no hará más que crecer, al igual que su importancia para Estados Unidos.
Estados Unidos reconoce desde hace tiempo que el Indo-Pacífico es vital para nuestra seguridad y prosperidad. Nuestros lazos se forjaron hace dos siglos, cuando los estadounidenses llegaron a la región en busca de oportunidades comerciales, y crecieron con la llegada de inmigrantes asiáticos a Estados Unidos. La Segunda Guerra Mundial recordó a Estados Unidos que nuestro país sólo podía estar seguro si Asia también lo estaba. Por eso, en la posguerra, Estados Unidos estrechó sus lazos con la región mediante férreas alianzas con Australia, Japón, la República de Corea, Filipinas y Tailandia, sentando las bases de la seguridad que permitieron el florecimiento de las democracias regionales. Esos lazos se ampliaron a medida que Estados Unidos apoyaba a las principales organizaciones de la región, en particular la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN); desarrollaba estrechas relaciones comerciales y de inversión; y se comprometía a defender el derecho y las normas internacionales, desde los derechos humanos hasta la libertad de navegación.
El uso de la población estadounidense, un lugar que ya parte siendo la constatación que se podría construir una Europa federal, y no confederal, a pesar de sus avatares, quedó probado; a ello se suma la reclamación del legado asiático de su población para tomar su lugar, de la misma manera que la comunidad hispana sirve para proyectarse en el mundo hispanófono.
De lo escrito en la estrategia indo-pacífica se infiere la siguiente senda histórica de transición de hegemonía del Imperio británico y la hegemonía de Estados Unidos. Si en el siglo XIX el Imperio británico ponía patas arriba el orden global destruyendo las matrices india y china, y con esta última favoreciendo el colapso de una estructura jerárquica de poder en la región alrededor de China y su aspecto civilizatorio-moral, creando o bien impulsando movimientos culturales-morales-filosóficos hacia la región sobre la que se constituye en el "Imperio del Centro", con un escalafón de poderes alrededor de los cuales giraban Japón, Corea, Vietnam, etcétera.
El Imperio británico acabó con este modelo desarticulándolo y dominando la región en un sentido comercial como elemento definitivo y definitorio de lo que supuso su hegemonía. A su vez, su hegemonía comportó dos cosas: un vacío de poder y cuestionamiento de la jerarquía milenaria en la región que un Japón humillado por Estados Unidos aprovechó para lanzar un imperialismo al estilo de Occidente pero hilvanándolo en la tradición regional como elemento justificativo y acabó dando forma al lema "Asia para los asiáticos"; el segundo elemento que creó el Imperio británico, de impacto hasta nuestros días fue la diáspora china. Cuando el Imperio británico perdió la hegemonía en Asia oriental Japón ascendió pretendiendo reunir el todo alrededor suyo con el retador norteamericano: lección ya imborrable, desde que el Imperio británico asestó aquel duro golpe sobre India y China el mundo cambió para siempre, y lo que mantuvo a Asia protegida de los ciclos de hegemonía de Europa Occidental... ese factor se acabó por siempre jamás, y ya jugó un papel creciente en la Primera y, ante todo, la segunda Guerra Mundial.
Estados Unidos, como sustituto en la región de la hegemonía occidental del Imperio británico quiso dominar el escenario no sobre la base del comercio, relegándolo a los aliados locales: Japón, Corea del Sur, Taiwán y Filipinas, sino lo pretendió hacer sobre las armas, dado la preeminencia del aparato industrial-militar, y así lo intentó en competencia con la Unión Soviética una vez se expulsó de la región a británicos y franceses ante todo, en las décadas de 1950 y 1960.
El otro hecho clave para comprender la región y sus juegos estratégicos y de hegemonía viene de la mano del hecho de que aproximadamente 1970 es el momento en que se agravan las constricciones económicas sobre la libertad de las dos superpotencias neokantianas y con un fuerte aparato industrial-militar, aunque fue devastador para la URSS, tampoco favoreció, todo lo contrario en este aspecto a Estados Unidos, siendo realmente en las finanzas y en su gran expansión el elemento clave que permitió ganar a Estados Unidos.
En estas dinámicas lo que una superpotencia ganaba a la otra, económicamente más que políticamente, no permitía compensar las pérdidas de carácter conjunto de ambas en relación con el mundo extra-occidental, siendo Asia oriental y su ascenso el elemento más claro de este proceso al formarse como el centro más dinámico de los procesos de acumulación de capitales a escala global, conformándose en el verdadero elemento constituyente de la fase de inicio de la transición de hegemonía y de la forma que tomará la siguiente hegemonía más allá de la estadounidense en un grado mucho más importante que la caída del Imperio soviético, que ha mutado hacia otras formas y se centra en lo energético como gran estrategia en tres direcciones: Unión Europea, India, China (y buscará ampliar hacia Japón... si les es posible, sin quitarle ojo a Corea).
Este escenario se empieza a configurar y predeterminar con los acontecimientos que implicaron dificultades para Estados Unidos a la hora de intentar imponer el orden de la Guerra Fría en esta región del mundo. La derrota del Imperio japonés, matizada inmediatamente después por la victoria de Mao en la China continental dejaron a la potencia hegemónica occidental, que en ese momento estaba construyendo su hegemonía, Estados Unidos, y a la República Popular de China enfrentadas en una lucha por la centralidad de la región. En un primer momento, la entrada de Estados Unidos en el conflicto de Corea sirve para imponer en una medida más amplia la hegemonía en la región por parte de Estados Unidos, con la configuración de dos bloques antagónicos, cosa que creó un régimen vertical de Estados Unidos, que se consolidó rápidamente usando tratados de defensa de carácter bilateral con Japón, Corea del Sur, Taiwán y Filipinas, con lo que contenían el régimen de corona alrededor de China, y con los franceses en la Indochina la contención a China estaba hecha, y todo ello dirigido por un departamento de Estado de Estados Unidos que dirigía realmente a los ministerios de asuntos exteriores de Japón, Corea del Sur, Taiwán y Filipinas.
La interpenetración de las relaciones tributarias y comerciales, reforzadas por la presencia en la zona, e incluso las guerras, favoreció este esquema con un centro imperial cuya economía doméstica era desproporcionadamente más grande que la de sus vasallos, siendo una réplica del sistema sinocéntrico milenario: es decir, Estados Unidos se disfrazó de China Imperial y lo hizo mediante la guerra y las armas, dejando el comercio y la búsqueda de beneficio a los vasallos.
El documento añade a este orden que hemos trazado Tailandia y Australia, dos elementos de captura del espacio que cierran estratégicamente a China y sirven para contenerla en diferentes aspectos.
El documento pone de manifiesto, como se puede ver, una evidencia: las líneas maestras de la estrategia norteamericana son inamovibles: no importa la administración, si del partido republicano como si es del partido demócrata, y la administración Biden se presenta como lo que es, es decir la continuadora de la política exterior estadounidense en la región.
El plan de la Casa Blanca hace repetidas referencias explícitas a una China cada vez más influyente, conocida oficialmente como la República Popular de China (RPC), que se dice que está "combinando su poderío económico, diplomático, militar y tecnológico en su búsqueda de una esfera de influencia en el Indo-Pacífico y busca convertirse en la potencia más influyente del mundo".
El documento estratégico también afirma y subraya lo que ya explicábamos más arriba que la "coerción y agresión de China se extiende por todo el mundo, pero es más aguda en el Indo-Pacífico".
Y añade:
"Desde la coerción económica de Australia hasta el conflicto a lo largo de la Línea de Control Actual con India hasta la creciente presión sobre Taiwán y la intimidación de los vecinos en los mares del este y sur de China, nuestros aliados y socios en la región soportan gran parte del costo del comportamiento dañino de la República Popular de China (...) En el proceso, la República Popular de China también está socavando los derechos humanos y el derecho internacional, incluida la libertad de navegación, así como otros principios que han traído estabilidad y prosperidad al Indo-Pacífico".
Ahora, en esta coyuntura crítica, la estrategia de la administración Biden añade que “nuestros esfuerzos colectivos durante la próxima década determinarán si la República Popular de China logra transformar las reglas y normas que han beneficiado al Indo-Pacífico y al mundo”.
Los aspectos de la estrategia indo-pacífica
Continúa el documento sobre la estrategia indo-pacífica de Estados Unidos, y cito en su literalidad porque lo juzgo indispensable:
"Estados Unidos está comprometido con un Indo-Pacífico libre y abierto, conectado, próspero, seguro y resiliente. Para hacer realidad ese futuro, Estados Unidos reforzará nuestro propio papel al tiempo que refuerza la propia región. La característica esencial de este planteamiento es que no puede llevarse a cabo en solitario: las cambiantes circunstancias estratégicas y los retos históricos requieren una cooperación sin precedentes con quienes comparten esta visión.
Durante siglos, Estados Unidos y gran parte del mundo han visto a Asia de forma demasiado limitada, como un escenario de competencia geopolítica. Hoy en día, las naciones del Indo-Pacífico están contribuyendo a definir la propia naturaleza del orden internacional, y los aliados y socios de Estados Unidos en todo el mundo tienen un interés en sus resultados. Por tanto, nuestro enfoque se inspira en los de nuestros amigos más cercanos y se alinea con ellos. Al igual que Japón, creemos que una visión exitosa del Indo-Pacífico debe promover la libertad y la apertura y ofrecer "autonomía y opciones". Apoyamos a una India fuerte como socio en esta visión regional positiva. Al igual que Australia, buscamos mantener la estabilidad y rechazamos los ejercicios coercitivos de poder. Al igual que la República de Corea, pretendemos promover la seguridad regional mediante la creación de capacidades. Al igual que la ASEAN, consideramos que el Sudeste Asiático es un elemento central de la arquitectura regional. Al igual que Nueva Zelanda y el Reino Unido, tratamos de fomentar la resiliencia en el orden regional basado en normas. Al igual que Francia, reconocemos el valor estratégico de un creciente papel regional de la Unión Europea (UE). Al igual que el enfoque que la UE ha anunciado en su Estrategia de Cooperación en el Indo-Pacífico, la estrategia estadounidense será de principios, a largo plazo y anclada en la resiliencia democrática."
Es decir, Estados Unidos asume en esta fase de transición de hegemonía el mismo papel que asumió el Imperio británico cuando arrostró la suya: buscar a aquellos que podían asociarse desde diferentes perspectivas y atreverse a introducir cuantos cambios fuesen preciso, en todo orden, incluido el social y laboral, para trascender en una estructura superior hacia la nueva hegemonía global. De la misma manera, Estados Unidos reconoce que no va a hacer esto sólo porque no puede. De ahí que toma y se alinea para trascender y buscar la misma unidad de destino que el Imperio británico hubo de buscar con Estados Unidos, y lo hace con Japón; India; Australia; Corea del Sur (y su reunificación con la Corea del Norte, hecho también de carácter estratégico); ASEAN en su conjunto (que actualmente se halla dividido entre posiciones a favor de Estados Unidos y posiciones a favor de China); Nueva Zelanda y Reino Unido; Francia, a la que reconoce el papel de liderazgo y guía de la Unión Europea y la propia Unión Europea, como ente en profunda transformación y con la necesidad de hallar la forma de que la arquitectura de seguridad posterior a la Guerra Fría en Europa se remodele, lo cual, como ya expliqué, es absolutamente correcta la apreciación del presidente Emmanuel Macron: primero alcanzar un acuerdo los europeos, presentarlo a los estadounidenses y negociarlo con el presidente Vladimir Putin.
Sobre el papel de Rusia, resulta ser multidireccional y es absolutamente clave, ya lo expliqué en este extenso Trazo de Kalamos. Además de haber expresado en el mediodía del 14 de febrero de 2022 su disposición para alcanzar un acuerdo con Estados Unidos y con la OTAN, a lo que se debe añadir la apreciación del presidente Emmanuel Macron de adaptar la arquitectura de seguridad alcanzando un acuerdo los europeos, presentándolo a los estadounidenses y negociándolo con el presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, Rusia ha sido una potencia del Pacífico olvidada y ha pasado desapercibida con pocas excepciones. Pero Rusia tiene la capacidad de proyectar poder en todo el Indo-Pacífico si decide hacerlo. En cierto sentido, es una China agresiva y la respuesta de Estados Unidos lo que atrae toda la atención. Realmente Rusia es una potencia europea que se proyecta por la superficie terrestre hasta el Pacífico, donde también se requiere su encaje con Japón y sus capacidades sobre Corea del Norte para cerrar la línea estratégica... o abrirla irremediablemente, a lo que hay que añadir, el Sahel, Oriente Medio, Asia Central, la América Latina en su conjunto, etcétera. Creo que Rusia en el contexto del Indo-Pacífico en 2021, con ASEAN y la búsqueda de acuerdos inteligentes con Europa empujan hacia una imagen diferente y prepara el escenario para 2022 y más allá, la forma en que se haga es definitivamente clave, sumando, por supuesto, su encaje con India.
Retomando el documento de la estrategia indo-pacífica de Estados Unidos, este se propone perseguir cinco objetivos en el Indo-Pacífico, cada uno de ellos en concierto con sus aliados y socios, así como con las instituciones regionales, y que son:
- PROMOVER UN INDO-PACÍFICO LIBRE Y ABIERTO
- CREAR CONEXIONES DENTRO Y FUERA DE LA REGIÓN
- IMPULSAR LA PROSPERIDAD REGIONAL
- REFORZAR LA SEGURIDAD DEL INDO-PACÍFICO
- CREAR UNA RESILIENCIA REGIONAL FRENTE A LAS AMENAZAS TRANSNACIONALES
A pesar de que en el documento de la estrategia indo-pacífica no es posible hallar una referencia directa que busque un cambio directo para China y el gobernante Partido Comunista de China, enmarcó la estrategia en términos de la rivalidad de alto riesgo entre las dos principales potencias del mundo, una disputa que Washington persigue ganar porque estamos en una fase de transición de hegemonía y ahora empezamos la fase de máxima competencia entre bloques geopolíticos hasta que sólo quede una gran hegemonía global, una como no hemos visto nunca y que podría ser la definitiva.
En el documento podemos leer:
"Nuestro objetivo no es cambiar a China, sino dar forma al entorno estratégico en el que opera, construyendo un equilibrio de influencia en el mundo que sea lo más favorable posible para Estados Unidos, nuestros aliados y socios, y los intereses y valores que compartimos (...) También buscaremos gestionar la competencia con la República Popular de China de manera responsable. Cooperaremos con nuestros aliados y socios mientras buscamos trabajar con la República Popular de China en áreas como el cambio climático y la no proliferación".
Y añaden:
"Creemos que es en interés de la región y del mundo en general que ningún país detenga el progreso en cuestiones transnacionales existenciales debido a diferencias bilaterales".
Pero con el deterioro de las relaciones entre Beijing y Washington, las señales de cooperación entre las dos potencias han sido pocas y escasas, y sus disputas sólo se han intensificado, como corresponde a este momento histórico, algo que se irá a mucho más en el futuro inmediato, hasta que sólo quede una sola hegemonía global. En comentarios que coinciden con el nuevo plan, el secretario de Estado Antony Blinken dijo el jueves que "China ha estado actuando de manera más agresiva en casa y más agresivamente en la región y, de hecho, potencialmente más allá".
El documento de estrategia indo-pacífica concluye de la siguiente forma:
"Hemos entrado en un nuevo periodo consecuente de la política exterior estadounidense que exigirá a los Estados Unidos en el Indo-Pacífico más de lo que se nos ha pedido desde la Segunda Guerra Mundial. Nuestros intereses vitales en la región son cada vez más claros, al tiempo que se han vuelto más difíciles de proteger; no podremos permitirnos el lujo de elegir entre la política de poder y la lucha contra las amenazas transnacionales; tendremos que estar a la altura de nuestro liderazgo en materia de diplomacia, seguridad, economía, clima, respuesta a las pandemias y tecnología.
El futuro del Indo-Pacífico depende de las decisiones que tomemos ahora. La década decisiva que tenemos por delante determinará si la región puede afrontar y abordar el cambio climático, revelará cómo se reconstruye el mundo tras una pandemia que se produce una vez en el siglo, y decidirá si podemos mantener los principios de apertura, transparencia e inclusión que han alimentado el éxito de la región. Si, junto con nuestros socios, podemos reforzar la región para los retos del siglo XXI y aprovechar sus oportunidades, el Indo-Pacífico prosperará, reforzando a Estados Unidos y al mundo.
Nuestras considerables ambiciones estratégicas se derivan de la creencia de que ninguna región será más importante para el mundo y para los estadounidenses de a pie que el Indo-Pacífico y de que Estados Unidos y nuestros aliados y socios tienen una visión común de ella. Al perseguir una estrategia cuyos pilares fundamentales son compartidos, y al fortalecer la capacidad de la región para realizarlos, Estados Unidos puede liderar con otros hacia un Indo-Pacífico que sea libre y abierto, conectado, próspero, seguro y resiliente para las generaciones venideras."