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Con el fin de movilizar acciones para abordar la inseguridad alimentaria mundial, el secretario Blinken organizó una reunión a nivel ministerial en Nueva York el 18 de mayo de 2022, para lo que se congregó a un grupo amplio y regionalmente diverso de una treintena de países, incluidos los más afectados por la inseguridad alimentaria y los en condiciones de tomar medidas para fortalecer la resiliencia y la seguridad alimentaria mundial. El 19 de mayo de 2022, el secretario Blinken presidió el primer evento de firma de la presidencia de los Estados Unidos del Consejo de Seguridad de la ONU, un debate abierto centrado en los vínculos críticos entre el conflicto, la seguridad alimentaria y la guerra en Ucrania, así como también cómo se combinan estos temas y que incrementan la inseguridad alimentaria, y tal y como se puede comprobar aquí.
Según informa la propia agencia TASS, el Ministro de Agricultura de Ucrania, Nikolay Solsky, informó de que "este año esperamos una cosecha del 50% de la del año pasado". La cosecha de los cultivos de invierno también está en riesgo, así como el grano del año pasado retenido en los almacenes: "El destino de tres cosechas estará en juego este verano". Aunque, evidentemente, según el embajador de la Federación de Rusia en Washington, Anatoly Antonov, "la seguridad alimentaria se ha visto comprometida por las imprudentes medidas macroeconómicas de Occidente, amplificadas por las consecuencias de la pandemia de COVID-19. Los problemas surgieron mucho antes del inicio de la 'operación militar especial' de Rusia".
Adicionalmente, el pasado 14 de marzo de 2022, el Primer Ministro de la Federación de Rusia firmó el decreto 362 que prevé la prohibición temporal de las exportaciones de trigo, morcajo, centeno, cebada y maíz a los países de la Unión Económica Euroasiática (EAEU), excepto Bielorrusia. La prohibición permanecerá en vigor hasta el final de la campaña de comercialización 2021/22, que es el 30 de junio de 2022.
Además, según el decreto 361, se prohibieron las exportaciones de azúcar de caña blanca y cruda durante el período comprendido entre el 15 de marzo y el 31 de agosto de 2022.
Se concede una excepción a la prohibición para las exportaciones en forma de ayuda humanitaria y para suministros bajo licencias de exportación emitidas por el Ministerio de Industria y Comercio, dentro de la cuota de exportación (ver Política FPMA). No obstante, dos semanas más tarde, Rusia ajustó la prohibición para que los miembros de la Unión Económica Euroasiática o UEEA (Armenia, Bielorrusia, Kazajstán y Kirguistán) pudieran importar grano después de recibir la autorización del Ministerio de Agricultura de Rusia. La realidad es que no quedaba muy claro cómo funcionaba eso en la práctica.
Por las dudas despertadas y por estas decisiones tomadas por la Federación de Rusia, Kazajistán impuso cuotas temporales a las exportaciones de trigo y harina de trigo a partir del 15 de abril de 2022 y hasta, al menos, el 15 de junio de 2022, y que limitan las exportaciones de grano de trigo a 1 millón de toneladas y de harina de trigo a 300.000 toneladas. De acuerdo con el ministro de agricultura, Yerbol Karashukev, se especificó que durante este período, los exportadores locales de granos podrán exportar 1 millón de toneladas de granos de Kazajstán, siempre y cuando aporten el 10 por ciento de este volumen al regulador de granos estatal de Kazajstán, AO Food Contract Corporation (FCC).
De acuerdo con Farangis Najibullah, la prohibición implicó que Kazajstán perdiese el acceso al trigo ruso, del que resulta ser el mayor importador en la UEEA. Las consecuencias son que los molinos harineros del país de Asia Central pasaron a quedarse sin suministros y en riesgo de quiebra. El grano de Kazajstán resulta ser más caro en su precio final que el grano que se importa de la Federación de Rusia, cosa que supone favorecer el aumento de los costos comerciales, ya de por sí altos y con tendencia a seguir subiendo porque Ucrania también es un importante exportador de trigo y otros granos, caso del maíz.
Kazajstán es un importante proveedor mundial de cereales, y resulta ser la pieza angular sobre la que la seguridad alimentaria de sus vecinos de Asia Central se puede afirmar. Más aún, afecta también al Cáucaso Sur, especialmente caso de Georgia, como se puede comprobar aquí. De acuerdo con el Consejo Internacional de Granos (ICG), en la temporada 2020-2021, Kazajstán exportó 7,3 toneladas métricas o toneladas de trigo. En 2020, el trigo supuso más de una cuarta parte de todas las exportaciones de Kazajstán a Uzbekistán. Si nos fijamos en Tayikistán, el trigo kazajo resulta ser prácticamente vital porque el trigo representó más del 33 % de todas las exportaciones de Kazajstán a Tayikistán en 2020, pero ni más ni menos que el 96 por ciento de todo el trigo importado por Tayikistán procedía de Kazajstán, como se puede comprobar aquí. El Ministerio de Agricultura de Tayikistán ha explicado que la demanda de trigo del país superó los 2 millones de toneladas, cultivándose en 2021 unas 864.000 toneladas de trigo en el país, y el resto de la demanda pasa a cubrirse con importaciones.
Ucrania, también llamado "El granero de Europa", ha sido históricamente uno de los mayores exportadores de cereales del mundo antes de que el ejército ruso invadiera y detuviera las exportaciones de cereales, cosechando el 11 % del trigo y el 17 % del maíz del mundo.
A pesar de que las tropas rusas bloquearon los puertos de Ucrania, que es por donde Ucrania hace sus exportaciones, la cosecha en el país ha continuado, pero la mayoría de los cultivos no han podido salir o bien presenta muchas dificultades su transporte. De hecho, millones de toneladas de granos están bloqueadas y la capacidad de almacenamiento del país está alcanzando sus límites.
Como pueden ver en el enlace que está sobre estas líneas, Josef Schmidhuber, economista de la Organización para la Agricultura y la Alimentación hablando en conferencia de prensa advirtió sobre una “situación casi grotesca” en Ucrania, en la que el grano se cosecha de acuerdo con lo planificado regularmente, pero no se puede sacar del país.
“[Hay] cerca de 25 millones de toneladas de granos que se podrían exportar pero que no pueden salir del país simplemente por la falta de infraestructura, el bloqueo de los puertos”, dijo Schmidhuber.
Como vemos, Schmidhuber afirma que la guerra hasta ahora no ha tenido un impacto significativo en las cosechas, pero cada vez es más difícil para los mercados mundiales acceder a los productos alimenticios de Ucrania. Tal y como explicaba el Ministro de Agricultura de Ucrania, Nikolay Solsky, y Schmidhuber confirma, la mayoría de los cultivos de invierno de Ucrania se plantaron y cosecharon en el oeste del país, lejos de la peor parte de los combates, con lo que la guerra no afectó la cosecha reciente. Agregó que alrededor de la mitad de los cultivos de verano planificados ya están en el suelo, aunque no se sabe cuánto se cosechará.
De hecho, los barcos ucranianos se vienen hallando impedidos de salir de los puertos del Mar Negro, ya durante meses, y el director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU en Alemania explicaba hace unas semanas que casi 4,5 millones de toneladas de granos se encuentran en contenedores en los puertos ucranianos, sin poder salir debido a la inseguridad o bien por hallarse las rutas marítimas ocupadas.
Ante este escenario Ucrania opta por sacar del país por ferrocarril cada vez con más frecuencia sus exportaciones, algo que, tal y como explica Schmidhuber, puede ser extremadamente más complicado. Los granos que salen de Ucrania en tren a veces deben descargarse y colocarse en nuevos vagones debido a las diferentes especificaciones ferroviarias, como los diferentes anchos entre los rieles en una sola vía.
El punto clave es que Ucrania y Rusia juntas son algunos de los proveedores más grandes del mundo de productos básicos agrícolas clave, imprescindibles para la seguridad alimentaria, incluidos el trigo, la colza, el maíz y el aceite de girasol, con datos de la FAO. La interrupción de estas cruciales cadenas de suministro globales han elevado los precios de los alimentos y han exacerbado los problemas de hambre en algunas de las regiones más vulnerables del mundo.
Al respecto, hay algunos informes de que las tropas rusas han estado saqueando los almacenes de granos de Ucrania, según la FAO, cosa confirmada por Schmidhuber:
“Hay evidencia anecdótica de que las tropas rusas han destruido la capacidad de almacenamiento y están saqueando el grano almacenado que está disponible (...) hay señales de que las tropas rusas también han estado robando equipos agrícolas, lo que podría poner en riesgo la productividad de futuras cosechas (...) Rusia está robando cereales y transportándolos en camiones a Rusia”.
Esto repercute, y repercutirá, en que los precios mundiales de los alimentos, especialmente los de cereales y carnes, según el último informe de la FAO respecto al índice mensual de precios de los alimentos, siguen siendo muy volátiles.
La ONU dijo en abril de 2022 que 45 millones de personas en todo el mundo sufren de desnutrición, con hasta 20 millones más en riesgo de hambruna debido a la guerra. Las regiones altamente vulnerables del mundo donde se espera que la guerra amplifique el hambre incluyen países en el Sahel y África Occidental, según el Banco Mundial, y hay países muy vulnerables en Oriente Medio. Respecto a África podemos señalar que el Banco Africano de Desarrollo ha tomado ya medidas que afectan a la seguridad alimentaria, además de aspectos como los siguientes:
Sobre cómo en Oriente Medio se forman planes de seguridad alimentaria:
Por su parte, India también ha tenido que tomar sus correspondientes medidas en cuanto a la seguridad alimentaria.
Como vemos, la guerra económica adquiere tintes de chantaje, no sólo por la energía: por algo tan básico como la seguridad alimentaria. El papel oligopólico de Rusia y Bielorrusia (y China) en el sector de los fertilizantes, en cuyo proceso el gas natural juega un papel clave, y cuyas exportaciones están suspendidas, afectará también a la producción agrícola en países remotos y libres de guerras, y le da un palanca y un gran valor, por ejemplo, al Reino de Marruecos, que necesita del gas, eso sí.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, lo señalaba y resaltaba que no hay alternativa a los fertilizantes y mejoradores del suelo de Moscú y Minsk y al trigo de Kiev para evitar la catástrofe alimentaria mundial. Adicionalmente, el alto precio del combustible diésel necesario para mover la maquinaria agrícola constituye un elemento disuasorio adicional para el cultivo (ahora tardío) de nuevas tierras.
La escasez global de calorías, o incluso las hambrunas locales, podrían alimentar nuevos flujos migratorios entre el sur y el norte del mundo, con especial insistencia en el frente mediterráneo. Si la subida del precio del pan concurrió como detonante de la convulsa Primavera Árabe, dado el valor que el pan tiene en Oriente Medio y lo significativo que es para un régimen proveerlo o no hacerlo, ¿qué puede pasar si realmente no existen las bases para la alimentación?
En este contexto crítico, Europa occidental vuelve a ser extremadamente vulnerable. Si las dos grandes potencias nucleares (Estados Unidos y Rusia) son autosuficientes tanto en términos energéticos como alimentarios, la Unión Europea no lo es en ambos casos. Resulta muy urgente que se defina una nueva política agraria europea que concurra, en la medida de lo posible, en generar unas políticas de seguridad alimentaria que, no sólo reduzcan la dependencia: también, con socios, puedan establecerse unas alternativas que generen estabilidad en el espacio interior y en el espacio exterior marcado por Oriente Medio, Sahel, África Occidental, y donde la colaboración con otros actores es clave.