Buenos días y buen inicio de semana,
El alto el fuego que se impuso por parte de Rusia el 20 de noviembre de 2020 no puso fin al enfrentamiento militar entre Armenia y Azerbaiyán por el Alto Karabaj o Nagorno Karabaj. Una disputa entre Armenia y Azerbaiyán y una cuestión identitaria y sentimental, llena de consecuencias geopolíticas. Entre otras, quedó patente que Rusia ya no es la única potencia en el Cáucaso, y que el eje túrquico tiene un peso en Asia Central a sumar al de China y Rusia, donde la última también trata de frenar y buscar equilibrios mirando hacia India, la propia Turquía o Irán. Nagorno Karabaj es ahora, más bien, un conflicto de baja intensidad.
Una mirada histórica: comprendiendo los puntos de vista sobre Nagorno Karabaj
La participación de terceros sobre el terreno durante la guerra de 1992-1994, desencadenada por el colapso de la Unión Soviética, pero sería absurdo negar que se hallaba en curso desde fines de la década de 1980.
Por ejemplo, Turquía entonces ni siquiera envió un helicóptero para transportar a los heridos a Azerbaiyán; en el caso de Rusia sólo intervino por canales diplomáticos en mayo de 1994 para certificar la conquista armenia de todo Nagorno Karabaj y siete distritos adyacentes, incluido el corredor estratégico de Laçin, que conecta la región en disputa con Armenia. Ereván había alcanzado a ocupar alrededor del 10% del territorio nacional de Azerbaiyán definido también por los rusos/soviéticos.
A partir de ese momento, la implicación de las potencias que han gestionado la crisis a través del llamado Grupo de Minsk -Estados Unidos, Rusia y Francia- ha sido ínfima. Jamás han tomado ninguna iniciativa importante, ni siquiera mínimamente escenográfica. Un signo de la marginalidad geopolítica de la región, central en el imaginario de azerbaiyanos y armenios.
¿Qué supone para los armenios Nagorno Karabakh? Vendría a ser algo así como el alma y el simbolismo que encarna la independencia de Armenia, la continuidad histórica de su tradición estatal. Esta zona montañosa entra en la esfera de control del reino de Armenia por lo menos en el siglo IV a. C. y dentro de la narrativa nacionalista se describe como el único territorio de mayoría armenia que escapó de la dominación persa, así que sería el único que ha conservado su identidad inalterada.
La conformación demográfica de esta región no se ve alterada por la invasión de los turcos en el Cáucaso, cuando Anatolia todavía resultaba ser una tierra relativamente desconocida para los invasores turcos. La destrucción de Ani, es decir, la capital histórica del reino de Armenia por parte del sultán Alparslan se remonta al año 1064, lo que nos sitúa en unos siete años antes de la batalla de Manzikert (1071), uno de los grandes imaginarios del nacionalismo turco que une un hecho hacia el otro en su ascenso, ya que esta última victoria, fraguada en el ascenso que lleva a la destrucción de Ani, es la que abrió las puertas de la península de Anatolia a los turcos.
A pesar de que Nagorno Karabaj a menudo se halla dentro de las fronteras de los emiratos, los kanatos y las asociaciones dinásticas establecidas por los turcos en Azerbaiyán, la tierra de los azeríes, no deja de ser una válvula de escape para los turcomanos indisciplinados en la era selyúcida y luego la base de las dinastías locales con ambiciones regionales, como sería el caso de Akkoyunlu, en la que el elemento indígena sigue siendo profundamente armenio. En el siglo XIV surge una especie de entidad autónoma, reconocida como tal a principios del siglo XVI por el imperio Safavid, que, tras algunos interludios otomanos en su pugna entre safávidas que controlarán Persia, de origen en el actual Azerbaiyán, contra los otomanos, no obstante los chiítas dodecamanos de los safávidas controlarán la región durante los siguientes tres siglos.
El equilibrio demográfico sólo cambió de una forma radical entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando el elemento azerbaiyano comenzó a llegar abundantemente a la región. Podríamos decir que este hecho se certifica a través del nacimiento del kanato de Karabaj, con capital en Şuşi, en la colina que actualmente recibe el nombre de Stepanakert: una de las numerosas formaciones estatales turcas en el Cáucaso, incluido incluso un kanato con sede en Ereván.
Los flujos humanos que acompañan la conquista de los azeríes -“musulmanes” en los censos- distorsionan el tejido demográfico local, no sólo en Nagorno Karabaj. En 1823, la población de Şuşi estaba compuesta por un 91% de turcos, que también se convirtieron en mayoría en el Kanatp de Ereván.
La turquización completa del sur del Cáucaso fue impedida por la invasión de los rusos, que comenzó en 1801 con la anexión de Georgia. En la década siguiente, El Imperio ruso ocupó uno a uno los emiratos constituidos por los turcos entre Armenia y Azerbaiyán. La imposición del yugo ruso vino dada por el refrendo de los resultados de las dos guerras ruso-persas de 1812-13 y 1826-28 y de los acuerdos que las pusieron fin, los tratados de Gülistan (1813) y Türkmençay (1828). Los rusos, también militarmente comprometidos y sobre todo contra los otomanos, temen la unión de estos últimos con los suníes azeríes del Cáucaso, elemento que ahora se ha dado entre las actuales Azerbaiyán de mayoría chiíta, y Turquía. De modo que los azeríes sunnitas se ven obligados a emigrar a Anatolia, mientras que los azeríes chiítas toman el camino de Persia, definiéndose la parte del Azerbaiyán que hoy día queda dentro de la República Islámica de Irán. Al mismo tiempo, Rusia favorece un flujo sustancial de armenios, que en 1880 volvieron a ser mayoría absoluta en Nagorno Karabaj. Los enfrentamientos de 1918-1920, desencadenados por la revolución bolchevique de 1917, consolidan esta tendencia.
Este hecho llevó a la sección caucásica del Partido Comunista a insertar Nagorno Karabakh dentro de las fronteras de la República Socialista Soviética de Armenia en julio de ese mismo año. Decisión inmediatamente revocada a instancias de Stalin, quien impuso la inclusión de la región de mayoría armenia en la República Socialista Soviética de Azerbaiyán con un estatus de autonomía. Una de las primeras manifestaciones de la política de nacionalidades seguida posteriormente por el líder soviético, dirigida a socavar la capacidad de los grupos nacionales del imperio para actuar como entidades unitarias y cooptar sectores clave de cada minoría étnica. En este caso, los armenios de Nagorno Karabakh. Esto genera la dinámica demográfica que en 1979 habría llevado a los azeríes a establecer una cuarta parte de la población local.
Los armenios reaccionan con violencia, pero el dominio soviético sobre el Cáucaso impide que los enfrentamientos de 1963 y 1968 se conviertan en una guerra abierta. En cambio, en febrero de 1988, el soviet de la República Autónoma de Nagorno Karabaj aprobó una declaración que preveía la incorporación de la entidad a las fronteras de la República Socialista Soviética de Armenia, cosa que supuso el desencadenamiento de los enfrentamientos de baja intensidad que desembocaron en el conflicto resultante del colapso de la Unión Soviética en 1991 y la consiguiente independencia de Armenia y Azerbaiyán.
La cosmovisión de Armenia ha sido profundamente marcada e influenciada por la dramática contracción territorial del último milenio. El territorio de la República de Armenia constituye sólo una sección oriental marginal del espacio armenio, que se extiende desde Cilicia hasta los picos del Cáucaso, desde el Mar Negro hasta el curso medio del Éufrates. Gran parte de este territorio, "Armenia occidental", se reclama formalmente en la declaración de independencia de 1991.
El control de Artsakh, que es el nombre armenio para el topónimo de Nagorno Karabaj permite a los armenios ahuyentar los fantasmas del pasado, deteniendo el aparentemente irreversible proceso de retirada territorial desencadenado por la conquista turca de la Armenia histórica y sellado por la hechos de 1915, con el genocidio armenio del que se acusa a Turquía.
Queda patente que se ejerce un ejercicio de convencimiento de querer y poder recuperar la posesión del espacio armenio en una situación geopolítica en la que el avance hacia el oeste no resulta ser una opción dada la potencia y encaje euroatlántico de Turquía. Por otro lado, el área ocupada por Armenia entre 1992 y 1994, es decir Nagorno Karabaj y los siete distritos adyacentes, equivale a una décima parte del territorio nacional azerbaiyano. Independientemente de la riqueza o la importancia geopolítica de la región, las afirmaciones que ha de hacer Bakú son inevitables.
La transformación estratégica del conflicto
La disputa ha ido adquiriendo una dimensión estratégica sólo en la última década. Durante la primera mitad de la década de 1990, el equilibrio de poder entre Armenia y Azerbaiyán resultaba estar sustancialmente equilibrado; la relativa superioridad armenia no permitió que Ereván amenazase el territorio nacional de Azerbaiyán en sus fronteras fijadas, ya que tratar de materializar esa amenaza por parte de los armenios hubiera supuesto que las grandes potencias actuasen con la finalidad de frustrarla con celeridad absoluta.
Por otro lado, los ingresos derivados del petróleo, acumulados a partir de la segunda mitad de esa década, y las consiguientes inversiones en armamento y en una panoplia de influencia de diferente orientación y estilo permitieron a Bakú ganar unas capacidades, reforzadas por las demográficas, capaces de trastocar la ecuación regional, ganando una clara superioridad militar sobre el adversario. Esto llevó a los líderes azerbaiyanos a perseguir un proyecto arraigado en la imaginación de la república caucásica pero hasta ahora impracticable: conectar el núcleo de su territorio nacional con el apéndice de Nahçıvan, el enclave azerbaiyano en Armenia... a lo que se sumó el corrimiento geopolítico causado por el fracaso de la invasión de Irak, el ascenso de Irán y su proyección imperialista partiendo de las necesidades inmediatas de la administración Obama, donde el ayatolá Khamenei traza el sueño de replicar el modelo (por lo menos, cuestionado) de Irán a Irak, Azerbaiyán, Siria, Líbano... De esta perspectiva, el azerbaiyán chiíta dodecamano huye, y se enlazará a Turquía (e Israel).
La conexión de Azerbaiyán y Nahçıvan presupone la conquista azerbaiyana, de una forma más o menos directa, no ya sólo de Nagorno Karabaj y el corredor de Laçin, sino también de la franja de territorio armenio que separa a este último del enclave. En ese momento, lo que está en juego ya no es Nagorno Karabaj, sino toda Armenia. De hecho, la superioridad militar ganada por Bakú ha transformado a Nagorno Karabaj en la primera y última línea de defensa, un puesto de avanzada desde el cual el enemigo puede atacar profundamente el corazón del espacio nacional armenio. Como sucedió entre septiembre y noviembre de 2020... y también permite llegar a unir por una vía terrestre a Turquía con Azerbaiyán, y a través de ahí, alcanzar las repúblicas túrquicas del corazón de Asia Central, marcando el ascenso de Turquía como gran actor geopolítico, apuntalado por el poder blando y las necesidades de Pakistán de escapar a la influencia proyectada por Arabia Saudita en ciertos términos, mientras que también se ha valido de China y de Estados Unidos para otros fines. Para aprender más sobre el poder blando turco en esta y otras regiones, que se ha reafirmado con su industria de defensa, debe leerse el siguiente dossier producido en el Instituto Symposium.
La defensa de Nagorno Karabaj para Armenia equivale, por consiguiente, a la defensa de la propia independencia, y potencialmente, de su propia existencia, con lo que habrá de buscar un nuevo equilibrio que trascienda a Irán y a Rusia, además de a Estados Unidos.
No obstante, el cambio en el equilibrio de poder regional no habría sido suficiente para descongelar el conflicto y moverlo en una dirección en la que aún no hemos llegado al punto final de su trayecto. Ha habido cuatro factores que han contribuido decisivamente:
1/ La contracción gradual de la influencia rusa en el Cáucaso, acompañada de Europa Oriental y Asia Central, de tal modo que su agresividad corresponde a una debilidad, y no a una afirmación por fortaleza. En la región del Cáucaso se ve refrendada por la pérdida de Georgia y la posterior intervención armada en 2008... y sólo ha servido para continuar perdiendo pie sin poder activar en el último conflicto la OTSC ante el temor de ruptura por la negativa de los túrquicos de Asia Central, más vinculados en la línea del TÜRKSOY, con China desplazándolos de su antiguo patio trasero, a lo que ha habido que añadir el retroceso lento pero constante de Azerbaiyán a la órbita turco-estadounidense y contraria a Irán y a sus planes regionales, que han sido otro factor por sí mismo, y que ha llevado a la simpatía israelí, mientras que Armenia se ha condenado por su alianza con Irán y Rusia, y con Turquía jugando según qué carta de los Hermanos Musulmanes y su proyección en Siria, otro factor adicional... y más allá en el Levante y Norte de África. Proceso cosificado en infraestructura energética patrocinada por Estados Unidos que captura hidrocarburos azerbaiyanos de la disponibilidad de Moscú: el oleoducto Baku-Tblisi-Ceyhan (BTC) y el gasoducto Baku-Tblisi-Erzurum (BTE).
2/ La profundización gradual de la asociación turco-azerbaiyana. Como mencionó el presidente de Azerbaiyán, Heydar Aliyev (padre de Ilham de Aliyev que es ya el cuarto presidente de Azerbaiyán, en el cargo desde el 31 de octubre de 2003), en la primera mitad de la década de 1990, Turquía y Azerbaiyán son dos estados que gobiernan una nación. Los profundos lazos étnico-culturales actuaron como un motor natural para la consolidación de la relación bilateral, algo reforzado por Recep Tayyip Erdoğan. Evidencia en los proyectos de infraestructura común -a los que hay que añadir el ferrocarril Bakú-Tblisi-Kars (BTK)-, en los programas de formación de las Fuerzas Armadas de Bakú llevados a cabo durante muchos años por Turquía, en la arraigada presencia de Ankara en los medios de comunicación, la cultura y tecnología de la república hermana.
3/ El salto geopolítico de calidad de Turquía tras el fallido golpe de Estado contra Erdogan en 2016. Atestiguado por las cuatro operaciones militares realizadas con relativo éxito en Siria, por la campaña triunfal en Tripolitania, por la defensa eficaz de Qatar de la agresión saudita-emiratí, y la formulación de Mavi Vatan, la "Patria Azul", a la que le dedicamos un dossier desde la perspectiva temporal a fecha de 31 de agosto de 2020, y que se puede consultar aquí. La extroversión que ha soldado las grandes estrategias de Ankara y Bakú, el afán de los azerbaiyanos de romper el aislamiento geográfico que dificulta la proyección hacia el oeste y que sólo puede sortearse a través del corredor georgiano, al alcance de las fuerzas rusas y la ambición turca de lograr la cuarta costa del Caspio, culminación natural de la penetración marítima en el Mar Negro, el Egeo y el Mediterráneo oriental, con las implicaciones hacia el corazón de Asia Central. Al respecto, recomiendo muy encarecidamente el siguiente artículo de Michaël Tanchum en The Turkey Analyst, del Central Asia-Caucasus Institute and Silk Road Studies Program.
4/ Ya ha sido mencionado, que es el ascenso imperialista de Irán, su aislamiento y el pulso entre Irán, Israel y Turquía por definir espacios. En este juego, Armenia quedó mal posicionada, Azerbaiyán quiso huir de los planes de Irán y el contexto favoreció el resto de acontecimientos, como ya he probado aquí.
La situación en los últimos meses
Durante los últimos 14 meses, los tiroteos entre ambos ejércitos se reportan con una frecuencia que vendría a ser de un promedio casi semanalmente, con el resultado de un centenar de muertos.
Los incidentes del 11 de enero en la sección oriental de la provincia armenia de Gegharkunik confirman que la tregua es estructuralmente inestable, porque Bakú y Ereván están igualmente insatisfechos con los ajustes territoriales que siguieron a la guerra de 44 días. Azerbaiyán no ha logrado conquistar el núcleo de Nagorno Karabaj, que sigue controlado por los armenios, y sigue separado de la región autónoma de Nahçıvan, cuya conjunción con la madre patria era el principal objetivo geopolítico de la ofensiva militar lanzada en coordinación con Turquía e Israel en septiembre de 2020.
Pero no es menos cierto que por su parte, Armenia está comprensiblemente inquieta por la ocupación por parte de las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán de partes de su territorio nacional (77 kilómetros cuadrados en la provincia de Gegharkunik y 20 kilómetros cuadrados en la zona del lago Sev).
Además, Armenia teme que su rival pueda aprovechar su contingente superioridad militar y la distracción de Rusia -que lidia con las prioridades ucranianas y kazajas- para avanzar más. En este sentido, llama la atención el hecho de que, según Ereván, Bakú utilizara drones kamikazes en los enfrentamientos del 11 de enero. Esto supondría una importante escalada en la guerra de fricción armenio-azerbaiyana.
Los enfrentamientos de Gegharkunik se produjeron unos días antes del inicio en Moscú, aunque no es seguro que sigan allí las reuniones, de las conversaciones para normalizar las relaciones entre Turquía y Armenia. Creo que es muy posible que ambos acontecimientos no estén desconectados. Bakú siempre ha desconfiado de la reconciliación entre Ankara y Ereván, lo que contribuyó a hacer descarrilar la histórica iniciativa liderada por el entonces presidente turco Abdullah Gül en 2009. La posible (re)apertura de la frontera turco-armenia -los primeros indicios son alentadores: el 2 de febrero, la aerolínea turca Pegasus operará su primer vuelo Estambul-Ereván- mitigaría de hecho la dependencia de Turquía de Azerbaiyán en el cuadrante del Cáucaso, y a su vez, Armenia ha retirado el embargo de productos turcos.
El proceso iniciado el año pasado es el cuarto intento de normalizar las relaciones interestatales armenio-turcas. Los tres anteriores, uno de los cuales fue en el campo de las relaciones diplomáticas entre las sociedades, terminaron en fracaso.
Ankara y Ereván habían llegado a un acuerdo en 2009 bajo mediación de Suiza para establecer relaciones formales y abrir su frontera conjunta, pero el acuerdo nunca se ratificó debido a la oposición de Azerbaiyán. Esta vez, sin embargo, los esfuerzos de reconciliación cuentan con la bendición de Azerbaiyán y los funcionarios turcos han dicho que Ankara “coordinará” el proceso de normalización con Azerbaiyán.
Turquía cerró su frontera con Armenia en 1993, en una muestra de solidaridad con Bakú, que estaba envuelta en un conflicto con Armenia por la región ocupada de Nagorno-Karabaj.
Por otra parte, Armenia observa con preocupación las maniobras de Rusia para incluir a su vecino en la Unión Económica Euroasiática (UEE). Especialmente a la luz del escaso apoyo prestado por los rusos durante la segunda guerra de Karabaj.
Para Ankara, la normalización de las relaciones con Ereván es un objetivo de enorme importancia táctica, sobre todo teniendo en cuenta el marcado enfoque proarmenio del presidente estadounidense Biden, que el año pasado llegó a utilizar "genocidio" para conmemorar la "gran catástrofe" de 1915. Específicamente, el Kremlin concede gran importancia a la participación de Azerbaiyán en los mecanismos regionales dirigidos por Rusia... quizás si Rusia adquiere una visión más cercana a su realidad y busca un encaje en Occidente en un pacto a tres que evite la fragmentación y exclusión de las tres partes implicadas, Estados Unidos, Europa y Rusia, se podría encajar perfectamente también este escenario regional, más allá de Georgia y Ucrania, apuntando entonces hacia Asia Central conjuntamente. Sobre estos aspectos, recomiendo repasar el siguiente artículo para comprender el juego de exclusión en el espacio ajeno al Lejano Oriente entre Rusia, Europa y Estados Unidos, un juego de 2/3, donde la inclusión de uno con los márgenes del tablero en su sección central, presupone la exclusión del tercero: así, Estados Unidos ha de avanzar la línea tras el colapso soviético y de su zona en el Pacto de Varsovia para evitar que los lazos económicos y de intereses lleve a Estados Unidos a aislarse de Eurasia; y, a su vez, el interés de Rusia mediante energía y otros factores es asociarse con Europa para, por esos mismo factores, aislar a Estados Unidos, y entonces quizás negociar desde una postura de mayor fortaleza por parte de ambos, rusos y norteamericanos. Una posible solución podría ser un 3/3, es decir, los tres en el mismo espacio, ante China que pasaría a tratar de capturar su respectiva espacio; porque de lo contrario, el juego se va a romper irremediablemente: será 2/2 (Europa + USA) versus 2+2 (Rusia + China, con China fagocitando a Rusia... y esto es muy mala idea y peor escenario).
A su vez, los directamente implicados desconfían de las estratagemas de sus respectivos protectores y tienen un interés común en mantener la tensión en el frente caucásico.
Me permito añadir la visión armenia del especialista en Turquía, Ruben Safrastyan.
Hasta aquí el Trazo de Kalamos de hoy lunes, mañana seguiremos con la sección diaria dentro del Instituto Symposium. Espero que hayan disfrutado de él, si es así, por favor recuerden compartirlo, suscribirse a nuestra lista de correo y seguirnos en nuestras redes sociales, cuyos enlaces hallará en esta misma web.