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El pasado día 10 de febrero el medio qatarí anglófono, con sedes en Doha y Londres, Al Jazeera, recogía esta noticia: el nombramiento por unanimidad del exministro del Interior, Fathi Bashaga, como nuevo primer ministro con carácter interino, después de que el presidente de la Cámara de Representantes de Tobruk, Aguila Saleh, les dijese a los legisladores en una sesión televisada que Bashagha resultaba ser el único candidato para el puesto tras la retirada del otro candidato, Khaled al-Baibas, se retirara, y después de contar con hasta siete candidatos distintos. Como motivación a este nombramiento la Cámara de Representantes con sede en Tobruk dijo que su decisión del jueves pasado sería su reacción al fracaso de Abdul Hamid Dbeibah, que era el primer ministro en funciones desde el mes de marzo de 2021, para celebrar elecciones nacionales en el pasado diciembre de 2021, algo acordado dentro del marco de proceso de paz negociado por la ONU. Tras el fracaso de las elecciones de diciembre de 2021 y en medio de disputas sobre las reglas, durante este tiempo hasta ahora las facciones rivales han estado compitiendo por un puesto, incluso sobre la legitimidad de la propia candidatura presidencial de Dbeibah después de que se comprometiera a no presentarse. Esta medida también se tomó en la Cámara de Representantes de Tobruk horas después de un presunto intento de asesinato de Dbeibah al ser su vehículo tiroteado con fuego de pequeño calibre en Trípoli, algo de lo que salió ileso.

Durante la sesión, los legisladores también votaron a favor de un conjunto de reformas constitucionales que proponen un nuevo plan para la transición del país a un gobierno elegido democráticamente. Entre las enmiendas votadas figuran la creación de una nueva comisión electoral y el nombramiento de un comité de 24 miembros, que represente a las tres regiones del país, para redactar una nueva constitución.

El mismo jueves 10 de febrero por la noche, Bashagha voló a Trípoli desde Tobruk prometiendo abrir un nuevo capítulo y llegar a todos. Agradeciendo a Dbeibah por su trabajo, el hombre de 59 años dijo a su llegada al aeropuerto de Mitiga que estaba seguro de que el gobierno "respetaría los principios democráticos" y entregaría el poder. Adicionalmente, en su primer discurso como presidente interino en el aeropuerto de Mitiga destituyó al jefe del Gobierno de Unidad Nacional (GNU) Abdul Hamid Dbeibah, acusándolo implícitamente de uso indebido de los recursos libios en un artículo publicado ese mismo jueves, 10 de febrero de 2022, en The Washington Times, en dicho artículo como presidente interino realiza las siguientes declaraciones:

Como se declara en la hoja de ruta establecida por nuestro parlamento, garantizaré que las elecciones se completen en el plazo de 14 meses. Debemos trabajar hacia una elección creíble que sea segura e inclusiva. Este será mi objetivo más importante como Primer Ministro.
No haré promesas vagas y poco realistas. Pero me comprometeré a garantizar que el estado libio no incurra en más pérdidas humanas y materiales. Además de implementar el calendario electoral establecido por el parlamento, debemos centrarnos en temas serios en los sectores de la salud, la seguridad, la energía y la economía.
Debemos aprender de las lecciones de nuestra propia historia: una economía cerrada durante décadas; años de división; control de unos pocos sobre los fondos públicos; y las políticas financieras, monetarias y comerciales destrozadas que afectaron directa y negativamente la vida de nuestros ciudadanos. Ahora debemos implementar políticas financieras sólidas para reparar esa historia, incluido el apoyo a políticas racionales que aumenten el poder adquisitivo y proporcionen liquidez en los bancos; liberalizar la economía para ayudar a la juventud prometedora de nuestra nación a lograr sus ambiciones; y garantizar que nuestras instituciones estatales brinden servicios a nuestros ciudadanos, no solo a nuestra élite.

Bashagha, que cuenta con 59 años, ha sido piloto de la fuerza aérea y hombre de negocios, es una figura poderosa en el oeste de Libia, y se perfila como uno de los hombres más fuertes de Libia. Durante su mandato como ministro del Interior del Gobierno desde 2018 hasta principios de 2021, cultivó lazos con Turquía, Francia y Estados Unidos, pero también con Egipto y Rusia. También se cree que contaría con vínculos con milicias armadas en Misrata que jugaron un papel clave en la defensa de la capital contra una ofensiva militar de 2019 desde el Este dirigida por Khalifa Haftar, que tanto él como su ejército dieron la bienvenida a estas medidas tomadas por la Cámara de Representantes de Tobruk.

Dbeibah dijo en un discurso la semana pasada que sólo entregaría el poder después de unas elecciones, y el asesor libio de la ONU y los países occidentales han dicho que continúan reconociendo al GNU, el gobierno provisional de Libia formado el 10 de marzo de 2021 para unificar el Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA) rival con sede en Trípoli y el segundo gabinete de Al-Thani con sede en Tobruk encabezado por Mohamed al-Menfi como presidente del Consejo Presidencial y Abdul Hamid Dbeibah como primer ministro, a pesar de que la Cámara de Representantes de Tobruk, que en su mayoría respaldó a las fuerzas del Este durante la guerra civil, ha declarado sin validez al GNU.

El parlamento dijo esta semana que no se celebrarían elecciones este año, después de que él y otro organismo político enmendaran la constitución temporal del país, consternando a muchos libios que se habían registrado para votar.

La decisión del parlamento de elegir un nuevo primer ministro puede conducir a un regreso a la situación anterior a la instalación del Gobierno de Unidad Nacional con Dbeibah como primer ministro, con administraciones paralelas que buscan gobernar Libia desde diferentes ciudades.

El análisis

Estos acontecimientos presentan una situación de cierta incertidumbre porque ofrecen dos escenarios posibles, pues Libia vuelve, por tanto, a estar gobernada por dos administraciones paralelas:

1/ Lo sucedido podría descarrilar los esfuerzos liderados por la ONU para reconciliar el país devastado por la guerra, con lo que el escenario de dos administraciones paralelas sea el causante de una reactivación de la guerra;

2/ O, paradójicamente, dadas estas circunstancias y con Bashagha en el lugar que está y con la posición que ha adquirido en Libia en su conjunto, podría favorecer que se diese el primer paso para recomponer la brecha entre Tripolitania y Cirenaica.

Bashagha es el comandante de facto de la milicia de Misrata, que desempeñó un papel decisivo en la operación militar con la que Turquía impidió que el Ejército Nacional Libio (ENL) de Haftar alcanzase Trípoli, tal y como he señalado más arriba.

Bashagha es considerado alguien muy cercano a los servicios de inteligencia turcos, lo que le convierte en el garante ideal de los intereses de Ankara en Libia. En particular, el acuerdo sobre las fronteras marítimas, firmado en noviembre de 2019 por el gobierno liderado por Fayez al-Serraj, del que Bashagha era miembro destacado. Acuerdo que incorporaba la tesis turca según la cual las islas no tienen plataforma continental y permitía a Ankara encajarse entre las zonas de jurisdicción marítima griega y grecochipriota, al romper la continuidad entre las plataformas continentales y las Zonas Económicas Exclusivas de Atenas y Nicosia.

Turquía hizo esto en noviembre de 2019 principalmente para no quedar atrapada entre el Dodecaneso, ocupado y militarizado por Grecia con el apoyo de Estados Unidos, y el golfo de Alexandretta, hacia el que Rusia e Irán presionaban desde el noroeste sirio.

El acuerdo de noviembre de 2019 creaba una frontera marítima entre Turquía y Libia que anclaba a la costa norteafricana a Anatolia en clave defensiva en un segundo perímetro más amplio, siendo el primero el norte de la isla de Chipre, y permitiendo además a Ankara mantener una puerta abierta a África, particularmente hacia el centro-este de África, Sahel y golfo de Guinea, un elemento histórico este, donde la penetración económica y comercial turca es superada tan sólo por la de la República Popular de China, y donde se ofrece a crear sinergias primeramente con Italia, y podemos suponer que las cuestiones de negociación entre Francia y Turquía también pasarán por este factor, del mismo modo que sucede en otros escenarios, como podría ser Beirut, algo similar al caso de Rusia con Francia.

La iniciativa de Turquía presentaba una dimensión energética fundamental, porque le atribuía un fuerte poder de interdicción sobre la exploración transnacional de yacimientos de gas en la zona y el transporte de hidrocarburos en el Mediterráneo Oriental. El enfoque político de Trípoli consolidaba los objetivos de Ankara en los campos petroleros en alta mar de Libia, algo para lo que no cuenta con tecnología, pero sí es otra baza negociadora más.

El gasoducto EastMed, diseñado para transportar gas israelí y chipriota a Europa, al que ahora se sumaría el de países árabes, debería pasar de hecho por el área que el acuerdo considera parte de la plataforma continental turca. Infraestructura de gran importancia estratégica que permitiría a los europeos aumentar sus accesos al gas natural en un momento clave, pues es la lanzadera de la Revolución Industrial 4.0, algo que Turquía e Israel ya están haciendo de facto, tal y como analizábamos en el un reciente Trazo de Kalamos, dentro de un contexto muy amplio y que incluye a Rusia y a Estados Unidos.

El pasado 5 de noviembre de 2021, durante una conferencia de prensa en Estambul, Bashagha pidió a Turquía que desempeñase un papel aún más activo en el futuro de Libia. Por ello, no es casualidad los tiempos de reacción de Turquía ante la deslegitimación de Dbeibah.

Por otro lado, sí se percibe una visión interesante por parte de Haftar y de Egipto, que hace tiempo que identificaron a Bashagha como el caballo de Troya sobre el que apuntar para intentar su vuelta a Trípoli. Debemos señalar que nos hallamos ante un contexto que difiere y no poco al de 2019-20. En diciembre de 2021, altos representantes del parlamento libio se comprometieron a garantizar la vigencia del acuerdo con Turquía sobre fronteras marítimas, aspectos que analizamos en un Trazo de Kalamos que resulta fundamental para profundizar y comprender esta situación. Por su parte, y siempre según el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Mevlüt Çavuşoğlu, Haftar habría pedido una reunión con el presidente Recep Tayyip Erdoğan.

Conclusión

Estamos ante un panorama incierto, con una recomposición de la grieta libia, que es fundamental para cerrar la estabilización de la región MENA y el gran espacio, y que abre escenarios divergentes, donde quizás, siguiendo uno de ellos, se acerca a un encaje posible, pero muy dificultoso. Un elemento que hay que contar con él es que Dbeibah cuenta con el apoyo de Estados Unidos, de muchos países europeos, algo que podría adaptarse y jugar otro papel, y sobre todo de las milicias de Trípoli, este aspecto algo más difícil de gestionar a priori. Como ya puso de manifiesto el intento de asesinato del 10 de febrero, es probable que desde Cirenaica y Misrata se trate de eliminar físicamente a Dbeibah, con la finalidad de despejar el camino a la capital; y, por otro lado, no es menos cierto que los turcos podrían considerar que les conviene respaldar la solución de Bashagha sólo tras una nueva demostración de fuerza, pero todo dependerá de cómo juzguen sus bazas negociadoras en el contexto amplio, en el que entran varios actores que se superponen en toda la región ampliada para formar el gran espacio con los tres corredores euroafricanos, y el pulso contra China en este contexto, algo cada vez más clave, algo de lo que también hablaremos esta semana en el Trazo de Kalamos.