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El pasado jueves por la mañana Naftali Bennett, el primer ministro de Israel, aterrizaba en Abu Dhabi con la finalidad de sostener una reunión especial con el presidente emiratí, el jeque Mohammed bin Zayed.
El jeque Mohammed bin Zayed había invitado al primer ministro israelí para una visita rápida en la que desarrollar una reunión privada en el palacio presidencial y abordar varias cuestiones con sus respectivos equipos de trabajo, tras encontrarse en diciembre pasado en Abu Dhabi y en Egipto en marzo de este año.
Evidentemente, los ejes de la reunión giraron alrededor de Irán, perspectivas de inversión, y las preocupaciones cada vez mayores sobre la seguridad alimentaria que se derivan de la guerra de Ucrania, tal y como tratamos en este artículo.
Recientemente, Emiratos Árabes Unidos e Israel firmaron el primer acuerdo de libre comercio entre el Estado de Israel y un país árabe, que supondrá la eliminación de los derechos de aduana sobre alrededor del 95 % de las mercancías. El acuerdo mejorará aún más el comercio que ya en 2021 había alcanzado los 900 millones de dólares, una cifra considerable para dos países que suelen ser importadores. De hecho, más que las reuniones bilaterales, el tratado de libre comercio está reforzando los cimientos sobre los que se construyeron los Acuerdos de Abraham a largo plazo, confirmando el punto de inflexión de los Emiratos Árabes Unidos de 2020, ya que fue el primer país del Golfo en normalizar las relaciones con Israel y tan solo la tercera nación árabe en hacerlo después de Egipto y Jordania.
La declaración oficial conjunta de Israel y Emiratos Árabes Unidos incluyó menciones de cooperación económica y de otro tipo, y señaló que los dos líderes también discutieron, que es "avanzar en la arquitectura regional" y cuestiones regionales.
De hecho, la preocupación por Irán, incluido su programa nuclear, fue ampliamente vista como un factor que llevó a los Emiratos Árabes Unidos a forjar lazos con Israel bajo los acuerdos negociados por Estados Unidos conocidos mediante la mediación del presidente Donald Trump como los Acuerdos de Abraham, y a los que se sumó Bahrein, Marruecos y Sudán. A cambio, la administración Trump ofreció suministros militares a Emiratos Árabes Unidos, el reconocimiento por parte de Estados Unidos de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, la retirada de Sudán de la lista estadounidense de estados patrocinadores del terrorismo y la reintegración del país (y de su clase dirigente) en el sistema crediticio internacional.
El reconocimiento formal de Israel por parte de Emiratos Árabes Unidos supuso la evidente inquietud de Irán, y ciertas protestas de Recep Tayyip Erdoğan, amparándose en su papel de autoproclamado defensor de la causa palestina, pero ahora los acuerdos entre Turquía e Israel han supuesto el equilibrio buscado por Turquía. No obstante, Erdoğan jugó su carta y protestó por el visto bueno israelí al suministro de 50 F-35 a los Emiratos, que durante años habían encubierto con operaciones aéreas las ofensivas del general Haftar en Libia. Posteriormente este acuerdo fue suspendido por el presidente estadounidense Joe Biden, y no sería extraño que, uno de los elementos que estén sobre la mesa sea precisamente el F-35 y la reintegración de Turquía en un quid pro quo por la entrada de Suecia y Finlandia a la OTAN, entre otros factores.
A ello conviene sumar otro eje, reforzado. El ministro de Asuntos Exteriores emiratí, el jeque Abdullah bin Zayed Al Nahyan (AbZ), realizó una visita a Turquía el 28 de mayo de 2022, en la línea que resume DAILY SABAH en este breve artículo. La Agencia de Noticias de los Emiratos (WAM) informó que AbZ se reunió con Erdogan en Estambul, donde los dos discutieron "formas de mejorar la cooperación bilateral", particularmente en seguridad internacional. AbZ también aprovechó el viaje a Ankara para reunirse con su homólogo turco Mevlüt Çavuşoğlu. Ambos cancilleres discutieron los acontecimientos recientes en la región, y especialmente en Libia y Yemen, y enfatizaron que sus países esperan finalizar una asociación comercial sustancial hacia fines de 2022. El 30 de mayo, el Ministro de Defensa de Turquía, Hulusi Akar, mantuvo una reunión con el Ministro de Estado para Asuntos de Defensa de los Emiratos Árabes Unidos, Mohammed Al-Bowardi, en Abu Dhabi.
En definitiva, la colaboración que propició los Acuerdos de Abraham se sigue considerando necesaria, ya que la estrategia de máxima presión sobre Teherán deseada por el presidente Trump con la retirada de Estados Unidos del Acuerdo Nuclear y el lanzamiento de nuevas y fuertes sanciones no ha dado resultados concretos ni en cuanto al enriquecimiento de material fisible ni en cuanto a la aparente resistencia del régimen; la aproximación llevada a cabo por la administración está en curso. Los Acuerdos de Abraham también reflejan convergencias en otros cuadrantes, empezando por el disputado Mediterráneo oriental, donde vemos dos elementos a la par: la vuelta en la mente estratégica del Golfo al Mediterráneo y la vertiente de gran elemento conector con el espacio del Indo-Pacífico, por ejemplo con India a través del CEPA con Emiratos Árabes Unidos.
Por tales motivos, Irán volvió a ser el centro de atención en la reunión de trabajo entre los respectivos grupos de trabajo liderados por Bennett y Mohammed bin Zayed. Es cierto que los Emiratos Árabes Unidos han estado buscando una reconciliación, sin duda difícil, con Teherán desde finales de 2021, y que podemos hallar una confirmación por la reciente visita del ministro de Asuntos Exteriores iraní a Abu Dhabi, pero siguen viendo con recelo la política regional de Irán, en particular su apoyo a grupos hostiles como los hutíes, proxies de Irán, en Yemen, las fuerzas leales son respaldadas por Riad y Abu Dhabi. A pesar de contar con una tregua tras siete años de guerra, que estalló formalmente en 2015, y que cuenta con un balance de cerca de 400.000 muertos. De hecho, durante las negociaciones nucleares celebradas en Viena, el expediente de Yemen estuvo sobre la mesa entre Estados Unidos e Irán, y para este último este expediente nunca fue un fin en sí mismo, sino un elemento táctico para ejercer presión con vistas a las negociaciones estratégicas con Washington.
De hecho, hemos conocido estos días pasados la filtración al Wall Street Journal según la cual Israel tenía pruebas de que Irán robó documentos clasificados de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) hace casi dos décadas y los usó para ocultar sus actividades nucleares a los ojos de los inspectores internacionales.
El primer ministro de Israel confirmó públicamente el informe y presentó documentos que Israel aparentemente habría incautado de Teherán en el transcurso de una operación de 2018.
Por todo ello, las perspectivas de retomar el acuerdo nuclear se están desvaneciendo poco a poco y la reciente condena a Irán por parte de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que contó con la unanimidad de casi todos los miembros, 30, con la excepción de Rusia y China, fue un fuerte indicio de ello, haciendo inútil el esfuerzo de Teherán para evitar la censura ofreciendo una reunión de último minuto, cuando Estados Unidos y el E3 (Gran Bretaña, Francia y Alemania) procedieron a presentar la resolución en vista de las pruebas que indicarían además una falta de cooperación en los rastros de uranio encontrados en tres sitios no declarados. Esto elimina un incentivo para la reapertura total hacia Irán por parte de Emiratos Árabes Unidos y más bien empuja a Mohammed bin Zayed a protegerse de una reacción iraní en varios escenarios ante el posible fin de las negociaciones. Por el momento, Irán ha apagado algunas de las cámaras de los sitios nucleares como respuesta a la resolución de la OIEA. Además, antes de la resolución del OIEA del 8 de junio, el ex portavoz del equipo de negociación nuclear de Irán, Hossein Mousavian, afirmó que, salvo que se restablezca el JCPOA, se allanará el terreno para que el expediente nuclear de Irán sea remitido al Consejo de Seguridad de la ONU. Por otro lado, Irán ha advertido que abandonará el Tratado de No Proliferación (TNP) si la Junta de Gobernadores del OIEA remite su expediente al Consejo de Seguridad de la ONU, como podemos ver aquí y también aquí.
Es a esto a lo que se refieren Israel y Emiratos Árabes Unidos como "arquitectura regional". Es decir, prepararse para la contención de Irán y las medidas que desate Irán, y que incluirá a Turquía, y con su choque entre Ankara y Teherán en Irak y en Siria. De hecho, en Washington, grupos bipartidistas de legisladores estadounidenses en la Cámara y el Senado presentaron un proyecto de ley el 9 de junio de 2022 que autoriza a la administración estadounidense a cooperar con Israel, Egipto, Jordania y Arabia Saudita, además de los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Qatar, Omán y Kuwait, así como Irak, en el desarrollo y despliegue de una defensa aérea y antimisiles integrada contra Irán. Este proyecto de ley, encabezado en el Senado por Joni Ernst (R-Iowa), exige que se presente a los legisladores un informe sobre los planes del Pentágono a más tardar 180 días después de su aprobación. Los legisladores pretenden incluir la nueva medida en el proyecto de ley de gastos de defensa de 2023.
La Ley de Disuasión de las Fuerzas Enemigas y Habilitación de las Defensas Nacionales (DEFEND) es principalmente declarativa y de naturaleza diplomática, y no se halla presupuestada. Sobre el papel sirve para reforzar la cooperación entre Israel y sus vecinos árabes sobre la base de los Acuerdos de Abraham de 2020, y también permitir que el Pentágono ayude a estos aliados en la medida de lo posible a localizar, identificar y defenderse de cualquier medio que Irán y sus representantes puedan lanzar contra ellos. Las posiciones de Turquía contra Irán deben verse en un expediente aparte, y es ahí donde además encajaría la contención a Rusia, tal y como ya he explicado en este documento.
Se trataría de una serie de elementos que irían desde drones explosivos y armados hasta misiles balísticos y de crucero. El sofisticado sistema de defensa aérea conjunta se extendería miles de kilómetros a través de Medio Oriente y proporcionaría a sus miembros una alerta temprana a nivel de superpotencia. En una etapa subsiguiente habríamos de ver a Israel ayudando a sus aliados no solo a localizar e identificar amenazas, sino también a interceptarlas, algo que ya se está dibujando sobre la realidad de Oriente Medio. Para más información al respecto, recomiendo la lectura del siguiente artículo de Ben Caspit en AL-MONITOR.
Los proxies de Irán han venido atacando reiteradamente a Arabia Saudita con drones y misiles balísticos y de crucero en medio de la campaña liderada por Riad en Yemen. A su vez, Estados Unidos ha retirado varias de sus propias baterías de defensa aérea del Golfo mientras Washington cambia su enfoque estratégico para contrarrestar el ascenso militar y económico de China. Tales decisiones han aumentado la fricción entre Washington y sus aliados del Golfo, y esta podría ser también una pista para entender el comportamiento de Arabia Saudita o Emiratos Árabes Unidos. A principios de este año, los hutíes se atribuyeron el mérito de los ataques con aviones no tripulados que ejecutaron misiones en los Emiratos Árabes Unidos por primera vez, cosa que llevó al entonces príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohammed bin Zayed, a buscar apoyo militar estadounidense adicional.
Es así como se llega a la necesidad de ayudar a construir una arquitectura de defensa aérea integrada entre los aliados de Estados Unidos en Oriente Medio.