Ayer, 12 de enero de 2022 Reuters publicaba imágenes de satélite obtenidas por la firma estadounidense de análisis de datos HawkEye 360, situada en Herndon, Virginia, Estados Unidos, que utiliza satélites para recopilar información sobre actividades a nivel del suelo que corresponden a 2021 en las que se puede apreciar cómo China aceleró las obras de construcción de infraestructuras en seis remotos territorios fronterizos disputados con Bután, país enclavado en pleno y estratégico Himalaya.
Se trata de más de 200 estructuras, incluidos edificios de dos pisos, en construcción en seis lugares.
La actividad relacionada con la construcción en algunos de los lugares a lo largo de la frontera occidental de Bután ha estado en marcha desde principios de 2020, y China inicialmente construyó vías y despejó áreas, según el material proporcionado por las firmas de imágenes satelitales Capella Space y Planet Labs, ambas ubicadas en San Francisco, California.
Las imágenes muestran con absoluta claridad cómo el año clave fue el 2021, pues es a partir de 2021 cuando el trabajo de China se aceleró: se erigieron estructuras más pequeñas, posiblemente para albergar equipos y suministros, seguidas de la colocación de los cimientos y luego la construcción de edificios.
Los seis asentamientos escogidos por China parecen estar en territorio disputado entre China y Bután, lo que incluye una extensión disputada de aproximadamente unos 110 kilómetros cuadrados, con pocos recursos o población nativa.
"La política de Bután es no hablar en público de cuestiones fronterizas", en declaraciones a Reuters del Ministerio de Asuntos Exteriores de Bután.
La construcción sugiere que China está empeñada en resolver sus reclamaciones fronterizas dando forma concreta a sus ambiciones.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de China explicó que la construcción es "enteramente para la mejora de las condiciones de trabajo y de vida de la población local."Al parecer, las obras forman parte de un plan lanzado en 2017 para construir seiscientas aldeas cerca de las fronteras de la Región Autónoma del Tíbet (TAR), que se encuentra en el lado chino de la frontera en disputa. La TAR controlada por China se estableció en 1965, seis años después de que el Dalai Lama huyera del Tíbet tras un levantamiento fallido contra el gobierno chino.
Algunas de las aldeas cercanas a la frontera están construidas donde no ha habido construcciones previas, ya que estas zonas en cuestión son inhóspitas, por lo que el gobierno de China otorga a los residentes subsidios para establecerse allí, siendo difícil habitarlas si no hubiera varios intereses estratégicos en juego:
1/ Convertir en ventaja el antiguo conflicto fronterizo con Bután.
Bután, un país de menos de 800.000 habitantes, ha estado negociando de forma infructuosa con Beijing durante casi cuatro décadas para resolver su frontera de 477 kilómetros. Lo que está en juego para Bután no es solo la integridad territorial, sino también las preocupaciones sobre las posibles implicaciones de seguridad para India, que es su principal aliado y socio económico. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Bután dijo que Bután y China acordaron durante la última ronda de negociaciones de límites en abril de 2021 acelerar el proceso de resolución de sus diferencias. La construcción de la aldea de China a través de la frontera reclamada de Bután parece estar diseñada para obligar a Bután a ceder ante las demandas chinas en sus negociaciones fronterizas, ahora en su ronda 24 después de 37 años: resolver de esta forma, con ocupación y habitación, y el desarrollo de todo tipo de infraestructuras sobre los territorios en disputa es una de las mejores formas de controlarlos.
2/ Consolidar las fronteras.
Hace ya tiempo que Beijing ha cambiado su planteamiento respecto a las periferias de su imperio, como el Tíbet: ya no basta con que estén disponibles como amortiguadores, sino que deben estar firmemente unidos a la madre patria. De ahí la asimilación de los uigures o la reciente creación de la policía de fronteras.
3/ Continuar la presión sobre India.
Esta frontera es especialmente sensible. Estas zonas que están viendo la actividad de China no están lejos del valle de Doklam, en concreto entre 9 y 27 kilómetros del valle, en el cruce de las fronteras de India, Bután y China, donde las tropas indias y chinas mantuvieron en un enfrentamiento durante más de dos meses en 2017.
Conclusiones
Los asentamientos permitirían a China controlar y monitorear mejor las áreas remotas y potencialmente usarlas para establecer instalaciones centradas en la seguridad. Las imágenes de satélite sugieren que ni India ni Bután han respondido sobre el terreno a las actividades de construcción de China, de hecho, sería un desafío para India y Bután contrarrestar la construcción china, ya que necesariamente se pondría en riesgo a las poblaciones civiles, así que se limita las formas en que India y Bután pueden combatir la invasión china en territorios en disputa.
El control sobre la remota meseta de Doklam podría dar a China un mayor acceso al área contigua "Chicken's Neck", una franja de tierra estratégica que conecta a la India con su región nororiental.
India comparte una frontera inestable de 3.500 km con China. Las tropas de ambos países permanecen desplegadas cerca unas de otras en una disputa fronteriza separada en la región de Ladakh, a unos 1.100 kilómetros de Doklam, donde se enfrentaron en un combate cuerpo a cuerpo en 2020.
El área estratégica de Doklam se encuentra en la intersección de la India, el Tíbet y Bután y tiene vistas al Corredor Siliguri, que une el corazón de la India con su ramificación nororiental, situada entre Nepal, Bután, China, Bangladesh y Myanmar. Delhi teme que, después de consolidar el control sobre Doklam, Beijing estaría en una posición ventajosa para invadir Siliguri y dañar la integridad territorial de la India.
Tanto China como India tienen marcadas discusiones de carácter histórico que se vienen manifestando en la forma de tensiones periódicas a lo largo de la cadena del Himalaya, por asegurar desde un recurso como el agua, privándoselo al rival, a lo que se añaden multitud de factores y variables que se suman también, como podría ser una disputa por los paneles solares chinos, y el establecimiento de China en los países de Asia Central desde diversas perspectivas, que se ha cerrado con Pakistán-Afganistán, con el el Corredor Económico China-Pakistán, y su proyección hacia Irán, con el añadido de las nuevas rutas de la seda lanzadas desde Beijing, interpretado todo ello como una amenaza para la seguridad nacional india, buscando China separar a Irán de India para proyectarse sobre el Mediterráneo, acaparar el puerto de Beirut y construir sobre el interés de Irán de mantener "sus conquistas" y proyección imperial ganados estos años, y de los que Azerbaiyán ya ha escapado amparándose en Turquía, en una región en la que Rusia, China, Turquía e India son los elementos sobre los que se mueven los diferentes ejes.
Por último, y por cerrar el breve comentario de hoy, también están cerca del cuello de botella entre Nepal y Bangladesh, donde el territorio indio no tiene más de 25 kilómetros de ancho, antes de abrirse a Arunachal Pradesh, también disputado entre India y la República Popular. Si China refuerza su presencia y la hace permanente, obligará a Delhi a preocuparse por ella, pues ya la ha obligado a poner sus ojos en las montañas más al oeste, en Ladakh.