Buenos días,
Hoy paso a hablaros de Israel y de sus diferentes proyecciones en el espacio mediterráneo.
Y es que Israel está siendo noticia en varios frentes. Hoy os propongo que hablemos de tres de ellos: con Chipre, con Emiratos Árabes Unidos y con Marruecos.
Chipre
Israel ha firmado recientemente un acuerdo con Chipre para construir un nuevo sistema de vigilancia electrónica a lo largo de la frontera desmilitarizada que divide las partes griega y turca de la isla.
El objetivo perseguido por Nicosia no es otro que el de reforzar los controles de los flujos migratorios procedentes del norte de Chipre que afectan a la zona de seguridad.
El gobierno lleva años afirmando que es el país de la UE con mayor número de refugiados per cápita (4% de la población, frente a la media europea del 1%), la mayoría de los cuales cruzan el territorio de la República Turca del Norte de Chipre para acceder directamente a Europa. Pero en el fondo no se trata de la cuestión migratoria (instrumental, como suele ser el caso).
El movimiento israelí-chipriota debe leerse en la dimensión cada vez más asertiva que está adquiriendo la disputa sobre Chipre. Más que el peso específico de los solicitantes de asilo, lo que sufre Nicosia es la creciente presión ejercida por el tándem Chipre del Norte-Turquía. La proyección turca en el Mediterráneo se centra cada vez más claramente en Chipre (siempre ha sido así, aunque antes era una realidad algo más disimulada), decisiva para la defensa de la plataforma de Anatolia y para la plenitud marítima del Estado turco, y al respecto os recordamos el documento sobre Mavi Vatan y los diferentes artículos tratados sobre Chipre, concreto uno sobre la posible intervención del servicio secreto turco en las últimas elecciones y dos artículos sobre la realidad de la isla.
De ahí el uso de flagrantes expedientes tácticos en apoyo de los turcochipriotas: el farol de las conversaciones exploratorias sobre las disputas marítimas; la provocadora apertura de la playa de Varosha; la construcción del nuevo complejo presidencial en el norte de Chipre anunciada por el presidente Erdoğan durante el aniversario de la Operación Atila, la intervención militar turca en la isla; la amenaza del despliegue de drones turcos en la base de Geçitkale.
Declinaciones de disuasión que informan de la compleja dinámica entre Turquía e Israel, ya que este último ha sido delegado de forma informal por Washington para defender la isla. Y es que la seguridad del Mediterráneo oriental es vital para la estrategia en el Medio Océano de Israel. Por tal motivo resulta ser necesario poner en marcha una cooperación en materia de seguridad energética con Egipto, Chipre y Grecia. Al igual que mantener una presión constante sobre Chipre para Ankara es funcional desde el punto de vista táctico para abarrotar las aguas del Mediterráneo oriental de actores externos (franceses, emiratíes, saudíes) e inundar el margen de maniobra de los actores regionales.
La postura turca mantiene a Israel pendiente de un hilo, consciente de que, hoy por hoy, la no hostilidad de Turquía sigue siendo decisiva para el equilibrio del Mediterráneo oriental. Un axioma que, según la interpretación de Ankara, obligará a Jerusalén a aceptar su inclusión en la dinámica regional a largo plazo. Por tanto, mostrar sus músculos hoy le sirve a Israel para hablar el mismo idioma que su vecino de Anatolia, para contener su "presencia" manteniendo el nivel de confrontación y al mismo tiempo ganar credibilidad al eje con Grecia y Chipre, convirtiéndolo en un arma de negociación eficaz.
Hace unos diez años, Israel comenzó a dirigir su mirada hacia el oeste con creciente insistencia. Hay dos razones principales para este vuelco:
A/ La decepción por el estancamiento de las relaciones con los vecinos árabes; y
B/ La presencia de condiciones favorables para la cooperación con los países del Mediterráneo Oriental funcionales a los intereses israelíes.
En la base de la alianza con Grecia y Chipre hubo, por tanto, la mejora de las relaciones con ellos. El enfoque se ha acelerado considerablemente desde 2010, cuando se descubrió gas en el lecho marino de esta parte del Mediterráneo.
Aunque defendido por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, no fue una iniciativa israelí, sino de Grecia y Chipre para oponerse a Egipto y Jordania. Así, hubo una convergencia de intereses entre Israel, Grecia y Chipre: todos buscando una asociación en el sudeste del Mediterráneo, también y sobre todo en el contexto de crecientes tensiones con Turquía. Atenas tenía como objetivo aliviar sus dificultades internas, Chipre para desarrollar el sector del gas y contrarrestar la amenaza turca.
El primer ministro israelí en aquel momento, Binyamin Netanyahu, aceptó la idea, que encajaba bien con su visión de que Israel debe desarrollar vínculos políticos, económicos y de seguridad con terceros países, especialmente en ausencia de avances en el frente palestino. Por ello, las relaciones con Grecia y Chipre se han consolidado a través de un nuevo mecanismo de cooperación que incluye cumbres bianuales de líderes, al margen de las cuales se celebran reuniones ministeriales para tratar seguridad exterior e interior, energía, economía, comercio, turismo, ecología, cultura, sanidad y educación. En los dos últimos años, la triangulación también se ha beneficiado del apoyo abierto de Estados Unidos.
Los líderes de los tres países -el primer ministro Netanyahu, el presidente chipriota Nikos Anastasiadis y el primer ministro griego Alexis Tsipras (así como su sucesor, Kyriakos Mitsotakis) han puesto gran empeño en el proyecto.
Para Israel, la alianza está motivada por cuatro hechos concretos:
1/ En primer lugar, el descubrimiento de vastos yacimientos de gas en la frontera marítima con Chipre, delimitada en detalle por un acuerdo de 2010. El descubrimiento del yacimiento de Afrodita, situado en gran parte en la zona económica exclusiva (ZEE) de Chipre pero que también se extiende a la de Israel, ha acentuado aún más la necesidad de cooperación, tanto para extraer y comercializar el hidrocarburo como para proteger las instalaciones.
2/ En segundo lugar, las convulsiones de la última década, impropiamente llamadas "primavera árabe", que pusieron de manifiesto las profundas vulnerabilidades regionales, empujaron a Israel a buscar anclaje en Occidente. Al mismo tiempo, ha aumentado la amenaza de Irán, que ha aprovechado la guerra civil siria para acercarse a la frontera con Israel como líder del eje chiíta. Teherán es percibido como una amenaza no sólo por Israel, sino también por los Estados árabes del Golfo y esto, junto con la marginación de la cuestión palestina en la agenda árabe, ha permitido un progreso significativo en las relaciones de Israel con los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein, Marruecos y Sudán. Sin embargo, esto no ha disminuido el interés israelí por cultivar las relaciones en el Mediterráneo Oriental. Por el contrario, es muy posible que los Acuerdos de Abraham faciliten la participación de los Emiratos en la zona, que muestran cierto interés creciente y manifiesto en una aproximación que cuenta con varias aristas.
3/ En tercer lugar, el deterioro de las relaciones entre Israel y Turquía desde la llegada del partido AKP de Recep Tayyip Erdoğan en 2003. Un deterioro que se ha acentuado desde 2010, tras el incidente del Mavi Marmara y el impacto de esto indirectamente en Siria. Ese episodio frustró los esfuerzos de Israel por mantener vivas las relaciones con Turquía; las disculpas israelíes por las víctimas y los daños han chocado desde entonces con la obstinada negativa de Turquía a reconducir las relaciones a una difícil normalidad. Las buenas relaciones con Ankara eran un obstáculo para la amistad con Grecia y Chipre: una vez comprometido, ese prejuicio se desvanece.
4/ Por último, las dificultades encontradas por Israel para fomentar las relaciones con la Unión Europea. Aunque el Estado de Israel mantiene buenas relaciones bilaterales con la mayoría de los países europeos, el conflicto palestino-israelí es un gran obstáculo en su interacción con Bruselas, que podría ser mucho mayor. El Consejo de Asociación, marco del diálogo entre Israel y la UE, no se convoca desde hace años, y la política israelí de asentamientos es objeto de constantes críticas europeas.
Emiratos Árabes Unidos y Teherán: Israel mira de reojo
Este martes 23 de noviembre el ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, mostraba la existencia de dos bases en el área de Chabahar y la isla de Qeshm en el sur de Irán, donde se desplegarían los drones de ataque Shahed 129, amenazas claras a la seguridad marítima del Golfo y plantas de energía en Arabia Saudita.
Estamos ante un claro mensaje israelí que se dirige a los socios árabes de la margen izquierda del Golfo. La intención de Jerusalén es profundizar y fundamentar la nueva "alianza" anti-iraní informada por los Acuerdos de Abraham firmados el año pasado, sobre la construcción de dos preceptos estratégicos:
A/ La protección de las rutas marítimas que desde el Golfo Pérsico vía Ormuz y Bab al-Mandab se reconectan con el Mar Rojo; y,
B/ Alejarse de la primera línea de defensa del cuadrante sureste.
El Golfo Pérsico es un escenario de confrontación entre Israel e Irán: son evidencias los ataques mutuos y las represalias contra los petroleros, los buques comerciales y los buques de guerra. Como el perpetrado en julio -el primero con víctimas- operado mediante drones al petrolero que forma parte de las operaciones de la empresa israelí Mercer Street cerca del Golfo de Omán, del que Teherán siempre ha negado su responsabilidad.
Israel cree que puede compartir estas preocupaciones desde la costa occidental del Golfo. No es casualidad que el comandante de la Fuerza Aérea, Amikam Norkin, le propusiera tanto a los Emiratos Árabes Unidos como a Bahréin la elaboración de un plan común de defensa y cooperación entre sus respectivas agencias de inteligencia. Oportunidad para que Abu Dhabi se proponga como un referente confiable para Estados Unidos, en la perspectiva de que este último delegue también la seguridad del cuadrante más periférico del Océano Medio Occidental a Israel.
Pero, atención, debemos señalar una segunda interpretación, y no es otra que la necesidad imperante por parte de Israel de apretarle los tornillos a Abu Dhabi, cosa que pone muy de manifiesto las preocupaciones de Jerusalén sobre un enfriamiento táctico de las tensiones entre Irán y los Emiratos Árabes Unidos. Teherán sigue siendo un enemigo estratégico para Abu Dhabi, pero se ha visto profundamente debilitado por la presión estadounidense de los últimos años. Entre 2019 y 2020 Emiratos Árabes Unidos ya insinuó la reapertura parcial del diálogo con Teherán persiguiendo un doble objetivo:
A/ Mostrarse como un potencial mediador en la espinosa cuestión de Irán; y
B/ Utilizar al rival para contener la influencia turco-qatarí, por ejemplo, explotando la palanca de las relaciones comerciales (Dubai es un centro vital de la economía iraní sepultado por las sanciones estadounidenses).
Una dinámica que obliga a Israel a acelerar la presión para codificar el eje anti Irán. Pero hay una evidencia, una regla de oro que a menudo se olvida, y citando el dicho de la inteligencia británica:
"a los árabes los puedes alquilar, pero no comprar".
Marruecos
Y cerramos la parte de hoy con la visita de dos días del ministro de Defensa israelí, Benny Gantz, que aterrizó en Rabat el martes 23 de noviembre con la finalidad de firmar acuerdos de cooperación. El diario El Español informa del interés de los dos países en abrir una base militar conjunta al sur de Melilla.
Se trata de la segunda visita oficial de un miembro del gobierno israelí a Marruecos desde la normalización de las relaciones junto con la del ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, el verano pasado. Desde el año pasado, Jerusalén y Rabat han venido firmando memorandos de entendimiento sobre temas como finanzas, aviación, recursos energéticos y derechos de perforación; también reabrieron sus respectivas oficinas de enlace, cerradas por la Segunda Intifada de 2000.
Marruecos fue el cuarto país integrado en los Acuerdos de Abraham, después de la posición tibia inicial debido a la relación histórica entre el reino y el pueblo palestino por un lado, y poniendo en el otro lado del fiel de la balanza las relaciones a favor de Israel con Marruecos desde su independencia y que ha tenido repercusiones como en el campo de la inteligencia, además de la notable presencia de miembros sefarditas en la cancillería marroquí. A cambio del reconocimiento del estado de Israel, Rabat recibió la aprobación estadounidense de la soberanía del Sáhara Occidental o Provincias del Sur según la nomenclatura marroquí, cuyo movimiento independentista, el Frente Polisario, está bajo protección argelina, y por consiguiente se constituye en tema que anima la actual escalada de tensión entre Marruecos (también apoyado por los franceses de forma instrumental para poner bajo presión a la ex colonia argelina, con la crisis por la progresiva pérdida de influencia de París, amenazada por las incursiones de Rusia y Turquía, en lo que sigue siendo un espacio decisivo para la profundidad estratégica francesa entre el Mediterráneo y el África subsahariana, es decir: su cabeza de puente) y Argelia (en esta etapa demasiado cerca de los rusos y turcos en ciertos aspectos para la opinión de los estadounidenses).
El domingo 31 de octubre, el presidente argelino, Abdelmadjid Tebboune, anunció que la energética estatal Sonatrach no renovaría el contrato, que expiraba ese día, para las exportaciones de gas a España a través de territorio marroquí por medio del gasoducto Gaz-Magreb-Europa (GME). La medida repercute en España, que recibimos casi el 50% del gas de Argelia. Sin embargo, Argel se apresuró a asegurar a Madrid que implementará suministros a través del oleoducto submarino Medgaz y de GNL vía carga. Es decir, todo lo que sucede en el Magreb entre Marruecos y Argelia es entre ellos dos.
La medida se anunció en agosto con motivo de la ruptura de las relaciones diplomáticas bilaterales y el gobierno marroquí ha asegurado que no habrá un impacto significativo en el sistema energético del país. El gas poco tiene que ver con el enfrentamiento, totalmente geopolítico, entre Argelia y Marruecos, agudizado por el alineamiento cada vez más claro en dos bloques opuestos.
La medida del oleoducto se produjo la misma semana en que Argel rechazó la Resolución 2602 del Consejo de Seguridad de la ONU que pedía el cumplimiento de las disposiciones de alto el fuego en el Sáhara Occidental. En la sede de la ONU, Marruecos también pidió ayuda a Francia.
Estados Unidos ha integrado a Marruecos en el Acuerdo de Abraham para la normalización de las relaciones con Israel, provocando la reacción de Argelia, históricamente cercana al pueblo palestino y adversa al acercamiento del "enemigo sionista" en su puerta. Washington necesita que el espacio cerca del crucial Estrecho de Gibraltar no entre en el caos, algo que puede suceder desde diferentes aproximaciones, porque no quiere facilitar la penetración de rusos y chinos, y de ahí las maniobras de Erdoğan antes y después del G20 y que implica al sistema de misiles Stamp/T de fabricación franco-italiana y sobre el que Turquía ha manifestado su vivo interés en adquirir, mientras Rusia le cierra la puerta a una expansión por Siria, aunque se ofrece a intercambios de "piezas".
Por su parte, Argelia se ha erigido entre las principales potencias militares del norte de África gracias a los suministros militares de Rusia. La rivalidad franco-turca en el Mediterráneo, la normalización de las relaciones israelo-marroquíes y el acercamiento de Rabat con las potencias del Golfo también han producido un acercamiento entre Ankara y Argel. Eso no se hace, como lo demuestra la venta de drones turcos Bayraktar Tb2 a mediados de septiembre, a las Fuerzas Armadas marroquíes (justo en estas horas Argel señaló a los drones turcos utilizados por Marruecos como responsables de la muerte de tres civiles argelinos en la frontera con Mauritania), pero que podrían estructurarse a medio-largo plazo debido a los objetivos turcos en África occidental. Aquí, de hecho, Turquía quiere reducir la influencia francesa, un proceso que inevitablemente la acerca a Argel, para permitirse la salida del océano a lo largo del eje Libia-Argelia-Malí-Senegal.
Recordemos que Marruecos recibió el primer dron Bayraktar TB2 de fabricación turca. Según el acuerdo entre Ankara y Rabat el pasado mes de abril, Turquía entregará gradualmente otros 12 drones a las Fuerzas Armadas de Marruecos, un total de 13 drones. La compra de drones de combate turcos permite a Marruecos fortalecer su capacidad para contrarrestar el Frente Polisario, que en el verano aumentó la presión sobre la zona de amortiguación en el Sáhara Occidental, y cambiar el equilibrio de poder relativamente a su ventaja con Argelia, en una fase de crecientes tensiones entre Rabat y Argel. Por su parte, Turquía amplía aún más su influencia militar en el norte de África: la entrega del primer dron fue precedida por un curso de formación para pilotos marroquíes en Anatolia, lo que confirma la capacidad de Ankara de utilizar los tan deseados Bayraktar TB2 para cimentar vínculos con los aparatos militares de los países receptores.
Con la venta del avión no tripulado probado con éxito en Tripolitania (Libia), Siria y Nagorno Karabaj, Turquía logra dos importantes objetivos tácticos:
1/ Aumenta la presión sobre Argel, que en los últimos años ha desarrollado profundas relaciones comerciales y culturales con Ankara pero que se ha mantenido ambigua a nivel estratégico, como lo revela la negativa a otorgar bases aéreas durante la intervención turca en Tripolitania. El acuerdo con Marruecos también sirve para forzar la mano de Argelia, a estas alturas el único país del Magreb libre de drones turcos (el GNU libio tiene en su disponibilidad indirecta el Bayraktar TB2, las Fuerzas Armadas tunecinas han suministrado el Anka-S) .
2/ Turquía fundamenta su proyección en África Occidental y el Mediterráneo Occidental, entre Gibraltar y los puertos de escala de la costa africana imaginados como terminales del corredor terrestre hacia el Océano Atlántico, zona en la que Marruecos se percibe como una potencia regional.
Contribuir al incremento de las capacidades militares de Rabat, por tanto a la afirmación de su soberanía sobre el Sáhara Occidental, permite a Ankara desarrollar sinergias que le permitirán echar raíces en un cuadrante crucial para sus propios intereses y entrar en el enfrentamiento indirecto entre Francia y Rusia en la región como un actor cada vez más relevante, recogiendo inversiones y potenciando la importancia del nodo euroafricano más Occidental.
Es precisamente en este contexto en el que cabe entender la VII Cumbre Bilateral entre España y Turquía, como puede verse por la información proporcionada por Moncloa, y a la luz de todos los acontecimientos. Al igual que las acciones de Marruecos sobre España persiguen el reconocimiento por parte de España de la soberanía marroquí del Sáhara Occidental o Provincias del Sur.
En definitiva, la cooperación para una nueva base entre Marruecos e Israel significaría un salto cualitativo de gran interés en la influencia israelí en la contención anti-turca y anti-iraní en el espacio estratégico de Jerusalén. Postura que viene siendo expresada por la nueva fase de relaciones con el tándem Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, por el eje energía+seguridad con Egipto, por la delegación de vigilancia electrónica de la frontera de Chipre que comentamos más arriba, al igual que por las propuestas de asociaciones de seguridad en las costas del Golfo Pérsico, también mencionadas arriba.
Esto se dota en todo su conjunto de especial significado ahora que Estados Unidos busca una tregua con Irán, motivo por el que Israel tiene prisa por fijar y consolidar las nuevas alianzas, pero también desea atraer a los frágiles rivales árabes, donde incluiríamos ahora a los saudíes, que son en el fondo los verdaderos propulsores del acuerdo abrahámico aunque hoy por hoy se muestran incapaces de firmarlo por resistencia interna, a la que pretenden remover usando su poder blando en un sentido interno mediante series que incluyen a personajes judíos desde una perspectiva positiva, como la serie emitida por la saudita MBC, "Umm Harun" ("La madre de Aarón"), y que sirve, en definitiva, para evitar acabar en la pinza turco-iraní.