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Hoy hablaremos de Israel y Emiratos Árabes Unidos, con Irán de fondo (entre otros actores). Nuestro comentario parte del hecho de que Naftali Bennett realizó una visita oficial a los Emiratos Árabes Unidos, y esto es realmente noticia por ser la primera vez que un primer ministro israelí lo hace, contando que los dos países establecieron relaciones diplomáticas el año pasado. Si bien Bennett es el primer primer ministro de Israel en visitar los Emiratos Árabes Unidos, su ministro de Relaciones Exteriores, Yair Lapid, realizó una visita histórica allí en junio, abriendo una embajada en Abu Dhabi y un consulado en Dubai, mientras que los Emiratos Árabes Unidos establecieron una embajada en Tel Aviv.
Bennett se reunió con el príncipe heredero de Abu Dhabi y verdadero líder del país, Mohammed bin Zayed Al Nahyan (MbZ), durante cuatro horas, doblando el tiempo acordado, para hablar de "la profundización de los lazos entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, especialmente cuestiones económicas y regionales", de acuerdo con fuentes de la oficina de Bennett.
Recordemos: el año pasado, los Emiratos Árabes Unidos se convirtió en la tercera nación de mayoría árabe en establecer relaciones diplomáticas plenas con Israel, después de sus vecinos Egipto y Jordania, luego lo harían Bahrein y Marruecos como parte de una serie de acuerdos negociados por Donald Trump. Sudán acordó normalizar los lazos con Israel bajo los pactos, conocidos como los Acuerdos de Abraham, pero las relaciones plenas aún no se han materializado.
Y el contexto, como siempre, lo es todo: los acuerdos fueron negociados por el predecesor de Bennett, Benjamin Netanyahu, quien dijo que ofrecerían a Israel nuevos aliados regionales contra Irán y reforzarían sus esfuerzos diplomáticos para evitar que la república islámica adquiera armas nucleares.
Y sigamos con el contexto: la visita de Bennett se produce cuando Irán y las potencias mundiales han reanudado las negociaciones en Viena sobre el ajado acuerdo nuclear de 2015 que ofrecía alivio de las sanciones a Irán a cambio de frenar su programa nuclear.
Bennett, como primer ministro de Israel, ha pedido que se detengan las conversaciones, acusando a Teherán de "chantaje nuclear" y alegando que utilizará los ingresos del alivio de las sanciones para reforzar un arsenal militar que puede dañar a Israel.
Por otro lado, los Acuerdos de Abraham fueron condenados enérgicamente por los palestinos por la circunstancia de que rompieron con décadas de consenso de la Liga Árabe contra el reconocimiento de Israel hasta que firmó un acuerdo de paz estableciendo un estado palestino con una capital en Jerusalén Este.
El análisis
Aunque es evidente que estamos ante un acontecimiento de carácter histórico, la visita de Bennett a Abu Dhabi, de carácter inesperado, para un viaje de un sólo día indica la urgencia de Israel de abordar el principal problema sobre la mesa: la cuestión iraní. El gobierno de Israel se halla preocupado por los crecientes contactos entre las monarquías del Golfo y los oponentes iraníes "comunes" durante este último mes. De hecho, el auténtico promotor, que se ha mantenido entre sombras, como ya hemos explicado en este Trazo de Kalamos que es preciso repasar (al igual que este otro Trazo de Kalamos), Arabia Saudita ya ha dado un primer paso hacia Irán, y lo ha hecho, esto sí, con notable claridad lanzando señales positivas después de la última ronda de conversaciones en octubre, aunque todavía en una fase completamente exploratoria. Así, el Financial Times se hacía eco el pasado 15 de octubre de 2021, de que el ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita había dicho que el Reino se toma muy en serio las conversaciones con Irán, aspecto este que indica el deseo de Riad de reparar las relaciones entre dos rivales que se acusan mutuamente de avivar las tensiones e inestabilidad en todo el Medio Oriente, y el Norte de África, incluyendo incluso el golfo de Guinea en su particular "Guerra Fría".
De hecho, siguiendo al Financial Times, un funcionario saudí especificó que Riad estaba considerando permitir que Irán reabriera su consulado en la ciudad portuaria de Jeddah, pero dijo que las conversaciones no habían avanzado lo suficiente para restablecer las relaciones diplomáticas plenas, algo por lo que Irán ha estado presionando.
Hasta aquel momento, Arabia Saudita había mantenido cuatro rondas de conversaciones con Irán desde el mes de abril, incluida una primera reunión en septiembre con el nuevo gobierno presidido por Ebrahim Raisi. Las negociaciones son un reflejo de una tentativa desescalada en la región a raíz de la elección del presidente estadounidense Joe Biden y con las dificultades económicas provocadas por la pandemia de COVID-19. Adicionalmente, el príncipe Faisal bin Farhan al-Saud, como ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita, dijo al Financial Times que las conversaciones con Irán habían sido cordiales, pero remarcó que eran de a su vez exploratorias, pero fue meridianamente claro cuando afirmó:
"Nos tomamos en serio las conversaciones" (...) “Para nosotros no es un cambio tan grande. Siempre hemos dicho que queremos encontrar una manera de estabilizar la región ”.
Riad y Teherán, que reclaman el liderazgo de los mundos musulmán sunita y chiita respectivamente, y que contarían con el postulado de la dupla Turquía-Qatar desde una visión de los Hermanos Musulmanes, cortaron las relaciones diplomáticas en enero de 2016 después de que la embajada de Arabia Saudita en la República Islámica de Irán fuera saqueada, en represalia por la ejecución en Arabia Saudita de un alto clérigo chiíta.
Estas acciones entre Irán y Arabia Saudita tenían lugar en el contexto de los esfuerzos diplomáticos europeos para negociar un acuerdo sobre el regreso de Washington al acuerdo nuclear que Teherán firmó con las potencias mundiales en 2015, que se habían mantenido en un standby como consecuencia del proceso electoral en Irán y la formación del nuevo ejecutivo. Por parte de Irán el mensaje que mandaba a Occidente, y también en términos regionales, es que desea estabilizar, y lo hace precisamente con Arabia Saudita, a la par que esta última también mandaba el mismo mensaje de calado: se habla y se hablará con quien esté en el núcleo decisor, en el caso de Irán sea Rouhani o bien sea Raisi.
A su vez, las tensiones entre Arabia Saudita e Irán aumentaron después de que Riad respaldase la decisión del presidente Trump en 2018 de retirar unilateralmente a Estados Unidos del acuerdo nuclear con Teherán e imponer sanciones con fines paralizantes a la República Islámica. Al año siguiente, se culpó a Irán de ser el actor que realmente orquestó un sofisticado ataque con misiles y aviones no tripulados contra la infraestructura petrolera de Arabia Saudita que eliminó temporalmente la mitad de la producción de crudo del reino.
No obstante, Arabia Saudita ha ido recalibrando su política exterior en una forma más asertiva leyendo la estrategia del Pentágono y sus propias necesidades, que se manifestó en las afirmaciones del presidente Biden en el sentido de prometer reevaluar las relaciones con el reino, criticando el asesinato de Jamal Khashoggi por agentes sauditas (sobre el que en Francia ha habido una reciente confusión de identidad con un ciudadano saudita), pero también se congelaron ciertas ventas de armas a Riad.
En la frontera, por otro lado, y bajo la dirección del príncipe heredero Mohammed bin Salman (MbS), Riad había proseguido agresivamente su guerra con los rebeldes hutíes respaldados por Irán en Yemen; se vio envuelto en una amarga disputa diplomática con Canadá; y detuvo brevemente a Saad Hariri mientras era primer ministro del Líbano. Pero el príncipe Faisal insistió en que Riad no buscaba peleas.
El reino está centrado cada vez más en estabilizar su frente interno y en conectarse bien en la región ampliada, mirando en múltiples direcciones y como gran conector que es lo que es, precisamente el altiplano iraní y la península arábiga. Si su política es con rotunda claridad centrarse en la prioridad es la prosperidad, la construcción del país, el ambicioso plan de reforma Visión 2030, etcétera entonces es evidente que no se pueden cumplir esas cosas con una región en crisis, lo que hace que la diplomacia gane enteros y explique en parte la divergencia de Emiratos Árabes Unidos respecto a Arabia Saudita en este tiempo y este campo. De modo que parece evidente que Riad quiere que Teherán use su influencia sobre los rebeldes hutíes en Yemen para ayudar a poner fin a la guerra allí, y el reino está dispuesto a salir del conflicto después de intervenir en 2015 para respaldar al derrocado gobierno yemení.
Luego, el pasado 6 de diciembre de 2021, el cada vez más influyente asesor de seguridad nacional y hermano de MbZ, el jeque Tahnun bin Zayed (anteriormente llamado también TbZ), voló a Teherán para reunirse con su homólogo iraní, Ali Shamkhani, y el presidente Ebrahim Raisi, a quien extendió una invitación para visitar Emiratos Árabes Unidos. Y este sería, atención a esto, porque nos sirve para comprender el estado de nervios de Israel, otro evento histórico porque la última visita de un presidente iraní se remonta a 2007. Esto sugiere un posible movimiento de contemporización, totalmente táctico por parte de Emiratos Árabes Unidos, y que, efectivamente, asusta y mucho a los israelíes. Desde agosto hasta esta parte, TbZ ha celebrado también reuniones exploratorias en Turquía y Qatar, los dos principales rivales en el tablero de ajedrez de Oriente Medio, anunciando así la relajación de las relaciones, incluso esto por ahora más a nivel táctico que estructural: y de nuevo, atención a la ofensiva francesa en Oriente Próximo y el Mediterráneo Oriental, y a los pasos del realista presidente Erdoğan y que tienen mucho que ver con una gran conexión de la región MENA+UE, y de su juego con Ucrania, en Azerbaiyán y en Asia Central. De nuevo, repasen por favor, éste Trazo de Kalamos y éste otro Trazo de Kalamos.
Y seguimos con el mismo telón de fondo, las conversaciones para el reinicio del acuerdo nuclear iraní en Viena continúan en medio de muchas dificultades, de las que al menos surge la voluntad de Estados Unidos y las potencias europeas de llegar a un acuerdo con Teherán. Por de pronto, el Departamento de Estado de Estados Unidos afirma en fecha tan reciente como el pasado día 13 de diciembre que es demasiado pronto para decir si Irán ha regresado a las conversaciones nucleares con un enfoque más constructivo, después de que el principal negociador nuclear de Irán dijera que se habían logrado avances.
A Israel le gustaría compactar el frente contra el pacto para presionar más a Washington, pero si Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos "normalizan" sus relaciones con la República Islámica de Irán, Israel permanecería peligrosamente aislado en el Medio Oriente, aunque Turquía ya se ha ofrecido a normalizar relaciones con Emiratos Árabes Unidos y con Israel, y que cabe ver como buscar una salida en el contexto energético y de gran conector.
De ahí la urgencia de Bennett de reunirse con MbZ para intentar cortar de raíz la apertura del Emirato hacia Irán. La larga duración de la reunión sugiere que no hay un verdadero entendimiento entre Israel y Emiratos Árabes Unidos.
De modo que ahora la "Guerra Fría" de Oriente Medio, que se juega por todo el Mediterráneo y hasta el estrecho de Gibraltar va tomando un color de ser con mayor claridad entre Irán e Israel, y así se presionan de diferentes maneras mediante proxies, contando que Turquía también tiene ascendente sobre la región, además de Francia, Italia. Pero las piezas instrumentalizadas son Marruecos y Argelia.
Sobre la cuestión de la estrategia de Irán e Israel desde el Instituto Symposium se generará un documento al respecto.