El Trazo de Kalamos para el miércoles 24 de noviembre de 2021
Buenos días,
Hoy paso a hablaros de China y Estados Unidos, y de forma subsidiaria de Rusia.
El Financial Times del pasado 16 de octubre de 2021 se hacía eco en el artículo "China tests new space capability with hypersonic missile", firmado por Demetri Sevastopulo en Washington D.C. y Kathrin Hille en Taipei.
Tal y como recoge el artículo, China testó el 27 de julio el lanzamiento de un vehículo de planeo hipersónico, capaz de viajar a más de cinco veces la velocidad del sonido y capacidad para maniobrar como el transbordador espacial, en un cohete. El cohete Long March entró en la órbita baja terrestre antes de que el vehículo de planeo hipersónico, en algún punto, se desprendiera y volviera a entrar en la atmósfera acelerando hacia su objetivo. La prueba fue la primera vez que un país envió un arma hipersónica con capacidad nuclear por completo alrededor de la Tierra, demostrando con ello una capacidad espacial avanzada que tomó totalmente por sorpresa a los servicios de inteligencia estadounidenses.
Según parece el misil no hizo blanco en su objetivo por unos 38 kilómetros, de acuerdo con la cita que hacen Sevastopulo y Hille de tres personas informadas por los servicios de inteligencia. Sin embargo, dos de ellas afirmaron que la prueba demostraba que China había hecho un progreso asombroso en materia de armas hipersónicas y que estaba mucho más avanzada de lo que los funcionarios estadounidenses creían. La prueba ha suscitado nuevas preguntas sobre por qué Estados Unidos ha subestimado a menudo la modernización militar de China.
Las tensiones entre Estados Unidos y China han aumentado a medida que la administración Biden ha tomado una táctica dura contra Beijing partiendo de la seguida por Donald Trump, tal y como anticipé que sucedería en esta conversación en El Confidencial, y que ha supuesto acusaciones a Washington de ser demasiado hostil. Michael Gallagher, miembro republicano del comité de servicios armados de la Cámara, dijo que la prueba debería "servir como una llamada a la acción".
“El Ejército Popular de Liberación tiene ahora una capacidad cada vez más creíble para socavar nuestras defensas antimisiles y amenazar a la patria estadounidense con ataques tanto convencionales como nucleares”, dijo Gallagher. "Aún más inquietante es el hecho de que la tecnología estadounidense ha contribuido al programa de misiles hipersónicos del EPL".
Esto sorprendió al Pentágono porque los científicos militares estadounidenses no entienden cómo se logró. China utilizó una tecnología llamada "sistema de bombardeo orbital" para enviar el vehículo alrededor de la Tierra. El sistema de cohetes sigue una trayectoria más baja que un misil balístico intercontinental, motivo por el cual se dificulta la detección por parte de los sistemas de alerta temprana. También puede sobrevolar el Polo Sur, mientras que la mayoría de los sistemas de defensa antimisiles de EE. UU. están destinados a ataques sobre el Polo Norte. El Financial Times también informó que China realizó una segunda prueba secreta de armas hipersónicas el 13 de agosto.
Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores chino negó que China hubiera probado un misil hipersónico. "Esta fue una prueba de rutina de un vehículo espacial para verificar la tecnología de la capacidad de reutilización de la nave espacial", en palabras de Zhao Lijian, un portavoz, sin explicar por qué China no anunció la prueba en ese momento.
De acuerdo con un funcionario de seguridad nacional asiático citado por el FT, el ejército chino realizó la prueba en agosto. China generalmente anuncia el lanzamiento de cohetes Long March, el tipo utilizado para poner en órbita el vehículo de planeo hipersónico, pero ocultó de manera visible el lanzamiento de agosto. El funcionario de seguridad, y otro experto en seguridad chino cercano al Ejército Popular de Liberación, dijeron que el arma estaba siendo desarrollada por la Academia China de Aerodinámica Aeroespacial. CAAA es un instituto de investigación de la Corporación de Ciencia y Tecnología Aeroespacial de China, la principal empresa estatal que fabrica sistemas de misiles y cohetes para el programa espacial del país. Ambas fuentes dijeron que el vehículo de deslizamiento hipersónico fue lanzado en un cohete Long March, que se utiliza para el programa espacial.
La Academia de Tecnología de Vehículos de Lanzamiento de China, que supervisa los lanzamientos, dijo el 19 de julio en una cuenta oficial de redes sociales que había lanzado un cohete Long March 2C, que agregó que era el 77 lanzamiento de ese cohete. El 24 de agosto anunció que había realizado un vuelo 79. Pero no hubo ningún anuncio de un lanzamiento número 78, lo que provocó especulaciones entre los observadores de su programa espacial sobre un lanzamiento secreto.
La revelación se produce cuando la administración Biden emprende la Revisión de la Postura Nuclear, un análisis de la política y las capacidades ordenadas por el Congreso que ha enfrentado a los defensores del control de armas con aquellos que creen que Estados Unidos debe hacer más para modernizar su arsenal nuclear debido a China.
Mark Milley, el vigésimo general en presidir el Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, afirmó la prueba del arma con capacidad nuclear estaba cerca de un "momento Sputnik", refiriéndose al inicio de la carrera espacial entre EE. UU. y la Unión Soviética cuando la URSS lanzó con éxito el satélite en 1957.
Se trata de una tecnología que ningún otro país ha probado, pero atención, la clave aquí es probado, no que no se haya o se esté desarrollando. Realmente no hay certeza de que Estados Unidos no lo esté implementando, a pesar de que sus líderes militares han explicado que no está "tan avanzado como China y Rusia en programas hipersónicos".
Este avance de China presenta un desafío y una preocupación legítima ya que hay que repensar el sistema de defensa antiaéreo, de momento no adecuado a este tipo de amenaza y centrado en las amenazas provenientes del Norte, mientras que este vector también podría ingresar desde el Sur. También confirma la obsolescencia de los mecanismos de control de armas, ya enterrados en el lado chino por el desarrollo de misiles de alcance intermedio y el objetivo de cuadruplicar las ojivas nucleares en una década.
Las preocupaciones son genuinas, el énfasis es casi seguro que no. Sirve para atraer la atención y los recursos del poder político para compensar este avance y fortalecer al establishment norteamericano, uno de cuyos pilares, implicado en el resto que es estratégico, es la industria armamentística. Además, pesa sobre él la tara de la mentalidad estratégica norteamericana, que considera su territorio tan inviolable que no puede tolerar con lo que conviven todas las demás potencias: la sensación de ser atacado. La incontinente reacción al 11 de septiembre lo prueba y lo que justificó y que aquí analizamos en este artículo, tanto para Afganistán como para Irak y más allá. Por último, es un elemento muy significativo que los retadores, por asediados que estén en casa, estén más adelantados y no sólo en esas tecnologías.
Evitar las amenazas no es sólo un imperativo estratégico, sino parte de la mentalidad geopolítica de la nación estadounidense. Esto le dará al programa hipersónico de Estados Unidos urgencia y decisión. El Pentágono también considera prioritario el desarrollo de misiles hipersónicos para el próximo año. Se trata del proceso de determinar el papel de las armas nucleares en la estrategia de seguridad nacional, un tema que suele dividir al Congreso. En 2020, Biden se mostró dispuesto a reducir el papel del arsenal nuclear y a buscar nuevos compromisos con China y Rusia sobre su proliferación. Además, a finales de septiembre, la superintendente del ejercicio, Leonor Tomero, fue destituida de su cargo, con un muy alto grado de probabilidad por considerarla partidaria de restringir el uso de dispositivos nucleares.
Realmente, y dados todos los datos analizados, no se puede descartar que alguien del aparato estadounidense haya optado por filtrar la noticia de la prueba china (dos meses antes de que se produjera) para alimentar la urgencia de frenar cuanto antes el ascenso militar chino en el país, en los socios de la Quad (India, Australia, Japón) y en los miembros de la OTAN. Sobre todo ahora que Beijing manifiesta cada vez más su intención de hacerse con el control de Taiwán, la clave del juego chino-estadounidense en el Indo-Pacífico, y de paso frenar la deriva de un fortalecimiento estratégico europeo, pues la competencia entre bloques, tal y como se viene viviendo en diferentes formas, conlleva tres escenarios fundamentales de lucha: la Europa euroatlántica con proyección en el Mediterráneo, con lo que hay que incluir la región MENA, Asia Oriental/India y América... y esto viene siendo así desde la formación de la hegemonía neerlandesa, fue clave para el ascenso de la británica y de la norteamericana, y ahora se proyecta de nuevo en los mismos espacios.
En resumen, el arma testada por China no altera la trayectoria de la competencia entre Estados Unidos y la República Popular, pero sí exacerba la narrativa.
Pero también define el nivel del Gran Juego: no sólo hay que tener un programa propio de Inteligencia Artificial, navegación por satélite, comunicaciones, tecnología cuántica, fábrica de microprocesadores de enormes capacidades, medios de comunicación globales, energía y un amplio etcétera; también hay que tener la aplicación de esa vanguardia en la industria armamentística. Si Europa no quiere ser vasalla de China y Estados Unidos no le queda otra que embarcarse también, porque ya ha pasado el tiempo de contemporizar y tratar de ser un equilibrio entre chinos y norteamericanos, por un lado, y por el otro, nadie, absolutamente nadie en Europa como Estado, ni como pequeña liga de Estados, puede hacer frente a la panoplia de tecnologías y capacidades civiles, industriales, mercantiles, tecnológicas, financieras, militares, etcétera que garanticen un mínimo de soberanía. Todo esto es lo que trae aparejado la Revolución Industrial 4.0.