Este documento, que se presenta en varias partes, se centra en el elemento de la energía y en los diferentes actores que han entrado en juego y que están definiendo posiciones en el tablero geopolítico. Voy a hablar de petróleo, y también de gas natural, pues debemos considerar que el segundo es un elemento que adquirirá un mayor peso en el mix energético y es clave para favorecer la transición hacia la Revolución Industrial 4.0, aunque se trabaje en la reducción de su huella de carbono como sin duda se intentará, y se trabaje en la dinámica de introducir energías renovables, las cuales tienen una función de apoyo pero no sustitutiva.
UN MARCO CONCEPTUAL
Hasta el momento presente, continuamos fundamentalmente con los pilares de la revolución energética de finales del siglo XIX y principios del XX, cuyos avances principales giran alrededor de la generación de electricidad a gran escala y el uso de innovaciones como los motores de combustión interna y los motores eléctricos.
De acuerdo con la sólida argumentación de Vaclav Smil (2017), la energía es la única moneda de cambio universal. Sin transformación de energía, no hay nada. La vida en la Tierra depende de la conversión de la energía solar en biomasa vegetal, mientras que los seres humanos hemos aprendido a utilizar otros flujos de energía, como los combustibles fósiles o la generación fotovoltaica de electricidad. Así, la mayoría de los avances que giran alrededor de la revolución energética de finales del siglo XIX y principios del siglo XX todavía están con nosotros en la forma de cimientos de nuestra civilización industrial. La única nueva fuente de energía primaria que supuso una diferencia comercial sustancial en el siglo XX fue la fisión nuclear, y su impacto sigue siendo limitado, muy por debajo de las esperanzas iniciales de que sería transformador, y además viene asociado a efectos vinculados al poder del átomo con fines militares o bien con desastres vinculados con fallos en la construcción o el mantenimiento, como Bécoulet (2019) señala, y que, por otro lado, eran previsibles.
Esto nos lleva a preguntarnos sobre el futuro de la energía atómica en nuestros días, algo sobre lo que el MIT elaboró este interesante documento.
Bruno Maçães, que se desempeñó como Secretario de Estado de los Asuntos Europeos durante 2013-2015 en Portugal, aporta una serie de interesantes reflexiones en este artículo en The New Statesman. Explica el señor Maçães que debido al caos geopolítico, la crisis climática y los límites de la tecnología existente se puso en jaque el suministro de energía en Europa, y que cuando los agentes económicos dejaron de confiar en el mercado para equilibrar la demanda y la oferta, los precios se dispararon. Al final, como ya sabemos, la Comisión Europea acabó interviniendo. Pero en toda Europa, el problema subyacente de la escasez de energía sigue sin resolverse.
Constata Maçães que los europeos han pasado a comprender ahora que la transición a las energías renovables dista de ser algo tan simple como apretar un interruptor (un récord del 12% de la electricidad en la UE este verano se generó a partir de la energía solar, pero esto quedó por debajo del 16% que provino del carbón en el mismo periodo), y algo más parecido a un cambio de régimen, con una fuerte dependencia de un agente como es China. Así, mientras que Europa depende de los flujos globales de combustibles fósiles y, desde la crisis de Suez en 1956, es incapaz de dirigirlos, durante décadas, el poderío militar y financiero de Estados Unidos ha estado al servicio de asegurar una profunda red de extracción y flujos de energía que abarca todo el mundo. Hoy en día, una señal de la transición de hegemonía estadounidense sería, desde el punto de Maçães la creciente presión sobre esa red. El resultado es que, uno tras otro, los grandes productores de energía (Venezuela, Rusia, Irán) han pasado a ser parias internacionales, excluidos del orden mundial imperante.
De hecho, sigue argumentando Maçães, si las tomamos de forma aislada, las reservas de petróleo y gas natural podrían durar unos cuantos siglos más, pero esa es la forma equivocada de ver el problema. Lo que hemos estado consumiendo no es gas ni petróleo, sino grados de calentamiento por la quema de combustibles fósiles. Cuando se han consumido todos los grados que la humanidad puede soportar, el suministro de energía se ha gastado.
Y señala Maçães una idea sobre la que conviene que reflexionemos:
"La parte de la energía en los costes totales de producción ha sido tradicionalmente muy pequeña, por lo que los economistas tienden a descuidar su papel fundamental. Su contribución se ha visto eclipsada por la parte global del capital (alrededor del 25% de los costes de producción en las últimas décadas) y la del trabajo (aproximadamente el 70%). Pero la impresión de abundancia energética es siempre el producto de un régimen energético anterior. La principal razón por la que a menudo se da por sentado un flujo permanente de energía es nuestra tendencia a adaptar nuestras expectativas económicas a los suministros energéticos disponibles. Sólo en los momentos de crisis uno se da cuenta de que la energía es fundamental para el proceso económico. La economía en su conjunto podría considerarse como un motor que utiliza la energía para transformar los insumos en productos."
Por tal razón sólo tenemos dos posibilidades: o bien el estancamiento económico y social, o bien la revolución energética. Si tomamos el primer punto, nos veríamos abocados a una vuelta de tuerca a las estructuras en descomposición del régimen energético anterior en un contexto como este con sus diferentes consecuencias, tal y como recientemente he analizado en este documento que conviene repasar ahora. Las energías renovables mitigarán parte del impacto del cambio climático, pero el conflicto geopolítico para controlar las fuentes de energía se intensificará y todos los actores tendrán que adaptarse a un mundo de escasez de energía.
El segundo camino posible es la alternativa que lleve a nueva revolución energética. Maçães pone de relieve que todas las revoluciones tecnológicas no son producto de procesos de libre mercado, más bien son el producto de fuerzas históricas, resultantes de la forma en que las sociedades enfrentan las crisis agudas y la necesidad consciente de superarlas, recurriendo a la organización y los medios del poder estatal, y este elemento sirve para alcanzar una solución al conflicto social como elemento cardinal para conseguir la victoria en la lucha por la nueva hegemonía. Este aspecto lo estudié y lo propuse como uno de los ciclos característicos de construcción de hegemonía, con los diferentes elementos que deben considerarse, con sus respectivas fases, etcétera en este documento que también es conveniente leer.
Maçães se centra en su texto en el avance tecnoeconómico que lo cambiaría todo: una fuente de energía verdaderamente inagotable, como es la fusión nuclear. La energía reemplazaría al trabajo y al capital como el único motor de la producción, ya que cualquier tipo de máquina podría construirse y operarse en un mundo de auténtica abundancia de energía.
Sobre este punto ya se ha desatado una auténtica carrera para alcanzar esta tecnología y consolidarla. El Reino Unido traza un claro plan para disponer del primer prototipo de reactor en 2032 y el ITER (el consorcio de tres continentes que construye el mayor complejo en Francia) percibe que debe luchar por mantener los plazos dentro de esta década... mientras tanto, el grupo energético italiano Eni, en colaboración con el Massachusetts Institute of Technology (MIT), anuncian que “dispondrán de una primera planta en Estados Unidos en 2025″, donde Eni forma parte de Commonwealth Fusion Systems, una corporación surgida del MIT en 2018. Se trata de una compañía financiada por Bill Gates y Jeff Bezos y el Massachusetts Institute of Technology (MIT), que parte de un acuerdo de colaboración para los próximos cinco años con el objetivo de desarrollar un prototipo de central de fusión nuclear comercial en 2025.
Así lo ha explicado Monica Spada, jefa de Investigación e Innovación Tecnológica de la compañía energética italiana, durante la recientemente organizada Maker Faire (Feria de Creadores) en Roma. La crisis energética global ha convertido el maratón científico que busca reproducir el poder del Sol en una carrera de velocidad.
La fusión nuclear es, en palabras de Spada: “Llevar la energía a todos, de forma sostenible y que sea un bien común”. Se trata de reproducir un fenómeno solar mediante la unión de dos núcleos de átomos ligeros para formar otro núcleo liberando energía. En estos momentos se utilizan deuterio y tritio, isótopos del hidrógeno. Ambos generan una nueva partícula que libera 17.6 mega-electrón voltios [MeV], lo que significa que una cantidad de 2,5 gramos de ambos genera una energía similar a la de un campo de fútbol lleno de carbón en combustión. Su potencial frente a cualquier combustible fósil es 10⁷ superior.
La propia Eni proporciona en el siguiente website una interesante explicación que recomiendo leer:
Al respecto se han dado una serie de pasos ciertamente interesantes, tal y como se puede leer en esta noticia. El lector interesado puede profundizar más en el siguiente enlace de la publicación científica en la revista Nature. Al respecto, China también avanza en la carrera por esta tecnología y consolida posiciones muy interesantes.
Sobre este aspecto en enero de 2021 tracé un documento que abordaba el aspecto de la fusión nuclear y otros elementos tecnológicos aplicados a la energía y cómo estos definen ya las bases de la revolución industrial 4.0 que ha de permitir contar con los medios para el asalto a la hegemonía global definitiva.
Recomiendo encarecidamente el visionado del siguiente vídeo para profundizar y comprender mejor lo aquí expuesto:
En la siguiente parte, de próxima publicación, hablaré acerca de la evolución del petróleo durante los últimos años y el juego entre los diferentes actores geopolíticos, además de cómo se está planteando esta cuestión en las midterms en Estados Unidos, con una visión hasta 2024 y más allá.
Bibliografía de la Parte 1
Bécoulet, Alain, L' Énergie de fusion, Odile Jacob, 2019.
Smil, Vaclav, Energy and Civilization: A History, The MIT Press, 2017.