¿Hacia el fin de la conectividad global?
En septiembre de 2018 Eric Schmidt, ex director ejecutivo y presidente de Google (Alphabet), afirmó que en los próximos 10 o 15 años no parecía considerarse la posibilidad de que Internet sea global y que lo más probable es que se divida, en principio en dos: uno que lideraría Estados Unidos y el otro, por China. Sin embargo, bien podrían llegar a ser hasta tres las divisiones, dependiendo de si el polo de poder "Europa" se llega a formar, donde ya se han dado muestras por parte de la Unión Europea con la excusa de la regulación cada vez mayor de las plataformas tecnológicas. Al respecto, no dejan de ser significativos unos elementos que podrían no ser simplemente anecdóticos con el paso del tiempo, pues para sintetizar al final la misma Unión Europea critica la censura del Twitter de presidente Trump, sin resolución judicial de ningún tipo, y teme que siente precedente. En el mismo sentido se manifestó Angela Merkel, entre otros, tal y como reflexiona Euractiv.
Es esencial entender que la regulación exhaustiva de la Unión Europea en algún momento ha de conducir a un tipo concreto de aplicaciones, colosos de Internet, modelo de impacto social concreto y específico para Europa, y lo deseable es que la Unión Europea estableciese un programa ambicioso al respecto. Muy sencillo, ¿saben eso de que si quieres que algo se haga muy bien, lo debes organizar muy bien y ejecutar tú mismo?
Con muy buen criterio, Bruno Maçães reflexionaba en su Twitter lo siguiente:
De lo que ya podemos estar seguros es de estar prácticamente ya en un mundo con dos Internet, ya que en 2010 Google cerró las operaciones en China tras desvelarse que el gobierno chino había pirateado las cuentas de Gmail de disidentes y de estar vigilándolos mediante el motor de búsqueda. Para finales de 2018 Google anunciaba el fin de un proyecto tras una discusión interna. El gigante norteamericano estaba dispuesto para crear un motor de búsqueda al que se llamar "Dragonfly" y que respetaba los requisitos exigidos por el gobierno de la República Popular de China, cuya finalidad era competir para hacerse con un hueco con Baidu, motor de búsqueda chino muy arraigado y con gran respaldo por parte del gobierno chino. Según parece, unos meses más tarde, en marzo de 2019, se informaba que Google seguía trabajando en secreto en Dragonfly, para que en julio del año pasado, la BBC informase de que, efectivamente, Dragonfly quedaba definitivamente cancelado.
El ascenso y el choque: Huawei y su proyección de poder
En general, la fulgurante internacionalización de las empresas chinas es el resultado de dos estrategias políticas conjugadas desde Beijing, que han sido claves a la hora de alcanzar el éxito económico. La primera de ellas parte de la política de apertura, fechada a partir de 1978, que permitía a las empresas extranjeras entrar en el mercado chino, a cambio de transferencias e intercambio de tecnología. A ello se sumaría la política llamada "Go Global", la cual empieza a aplicarse a partir de 1999, y que consiste en el apoyo más que decidido del gobierno chino de sus empresas en el exterior. El objetivo de ambas persigue abrir y conquistar nuevos mercados, asegurar la energía y los recursos naturales que sirvan a la economía del país y adquirir tanto conocimientos como las tecnologías necesarias para competir con los rivales extranjeros, y vencerles. Hoy día los esfuerzos chinos van en la dirección de alcanzar nuevas cotas de calidad y desarrollar capacidades independientes de innovación. Para lograrlo, se han lanzado a conseguir asociaciones, adquisiciones etcétera de empresas de alto valor, por ejemplo, del fragmentado espacio político y económico de la Unión Europea. Se trata de cooptar tecnología, conocimientos, etcétera de empresas como Pirelli en su día, o bien diversas empresas de sectores estratégicos, donde consiguen lo que persiguen a bajo coste, son pequeñas y por ende, baratas, y punteras. Si no se pueden comprar, alcanzar acuerdos como los que alcanzó en su día Huawei con Microsoft en África, como luego hablaré, para luego, echar al rival occidental y copar el sector en la región en disputa, en este caso, Europa.
En el caso de Europa, China persigue tanto la marca, como la red de distribución, pero también la tecnología o los conocimientos diversos y de alto valor que pueda tener la firma que codicien. Las inversiones chinas se dirigieron en particular hacia tres países: Reino Unido, Alemania y Francia, y que ya en 2017 llegaron a alcanzar el 45% de la inversión china en Europa, y todos en sectores muy diferentes, apreciándose un cambio de paradigma, particularmente a partir de 2017, momento del referéndum del Brexit. Si ampliamos el rango, el porcentaje sobre el cómputo total de la inversión china para 2018 era el siguiente, los llamados "Big 3", Reino Unido (24%), Alemania (12%) y Francia (9%); a continuación la siguiente inversión se la reparten los países del Norte de Europa, donde se reparten el 26%, y donde se halla, por cierto, la competencia tecnológica del 5G y 6G de China, caso de la finlandesa Nokia y la sueca Ericsson, en la región en total, donde también cuenta Noruega. Es de esperar que China aumente su peso y presión específica mediante inversiones y otras acciones que le lleve a repetir la operación que le hizo con el control en julio de 2016 de Opera, en concreto, por parte del grupo chino JV nHorizon por unos 560 millones de euros después de un periodo de negociaciones. Para ser más precisos, el grupo chino controla los apartados dedicados al navegador móvil y de ordenador, las aplicaciones de privacidad y de rendimiento, un 29% de las acciones del grupo, y algunas marcas menores, aunque no incluye el acuerdo Opera TV, Opera Apps, Opera Games (con Bemobi) y Opera Mediaworks. El siguiente de inversión en importancia está compuesto por los países del BENELUX, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, con un 14%. A continuación el Sur de Europa agrupa el 13% y el Este de Europa el 2%.
Desglosemos, a título de ejemplo, la información a la que hace referencia este cuadro de MERICS.
El Reino Unido fue el principal receptor, como se puede comprobar a partir de la votación del referéndum, con 4.200 millones de euros de transacciones completadas, impulsadas por la inversión del consorcio chino Strategic IDC en Global Switch y la adquisición de Sinclair Pharma por parte de Huadong Medicine. Alemania ocupó el tercer lugar, con un total de 2.100 millones de euros de inversión, con la adquisición de Biotest por parte de Kerui Tiancheng y la adquisición de Grammer por Ningbo Jifeng, y Francia el quinto, con cerca de 1.600 millones de euros de inversión china que sirvió para la adquisición de St Hubert por parte de Beijing Sanyuan Foods, y la adquisición por parte de CITIC de Axilone Plastique.
Suecia fue el segundo destino preferido de los inversores chinos en 2018 con 3.400 millones de euros de inversión total, con el peso determinante de la inversión de 3.000 millones de euros de Zhejiang Geely en Volvo AB, y haríamos bien en no olvidar a Ericsson y el 5G y 6G aplicados a vehículos, donde la preferencia, a la corta o a la larga, será Huawei, o bien la observación por parte de China del funcionamiento de Ericsson y Volvo como competencia del segmento del vehículo eléctrico en China para copiar y mejorar al chino, para luego asaltar el mercado europeo al completo. Por otro lado, Luxemburgo ocupó el cuarto lugar, con 1.600 millones de euros, que se deben a la adquisición de Legend del Banque Internationale à Luxembourg.
El Sur de Europa representó alrededor del 13 por ciento de la inversión de China el año 2018, muy por debajo de los años de auge de 2012 a 2015. La mayor parte se atribuyó a algunas grandes transacciones de fusiones y adquisiciones: la adquisición de Orient Securities de una participación en Imagina Media (España), la adquisición de SARI de NMS Group (Italia), y la adquisición de Esaote (Italia) por un grupo inversor chino. Un acuerdo que habría impulsado la posición del sur de Europa en el ranking es la adquisición por 9.000 millones de euros de China Three Gorges de la empresa portuguesa Energias de Portugal SA (EDP), pero las complicaciones regulatorias ralentizaron el proceso; no obstante, el 5 de agosto de este año se nos informaba que la compañía estatal China Three Gorges pagaba 220 millones de euros para mantener su posición del 21,47% del capital de Energias de Portugal SA (EDP). En términos comerciales hay que señalar que la pandemia de COVID-19 ha significado el ascenso de China como principal país vendedor en España, desplazando a Alemania de esta posición, tal y como puede comprobarse aquí.
Al respecto, China ha pretendido repetir la estrategia de negociación que siguió con Grecia en Italia. Así, desde 2009 la naviera china China Ocean Shipping Company (COSCO) invirtió en infraestructura portuaria, con el objetivo de convertir el puerto del Pireo en el principal centro de tránsito de mercancías al mercado europeo. Hoy en día, está dominado en gran medida por la presencia de COSCO, que controla todas las terminales allí, y para lograrlo se valió de la debilidad del país a partir de 2008 para negociar a la baja. En el caso de Italia
Finalmente, la inversión china en los estados miembros de Europa del Este disminuyó el año 2018. La región todavía no lograba atraer ninguna actividad significativa de fusiones y adquisiciones de los inversores chinos y representaba solo el 1,5% de toda la inversión china en la UE. Sin embargo, el año 2018 sí mostró algunos focos de crecimiento en términos de inversión china totalmente nueva, en particular en manufactura, investigación y desarrollo (I + D) y proyectos de energía renovable. Los ejemplos incluyen la granja solar de Unisun en Hungría, el centro de I + D de Great Wall Motor en Austria y la planta de Nuctech en Polonia.
Para más información al respecto, aconsejo al lector interesado la lectura del informe de MERICS para el año 2018, que puede consultar haciendo click aquí.
No obstante, las inversiones chinas en Europa son mucho más bajas que las inversiones europeas en China, y la preocupación de los europeos no está relacionada con el volumen de inversiones, sino con el objetivo de invertir en ciertas tecnologías. Este fue el caso, por ejemplo, de la adquisición de la empresa de robots alemana Kuka por parte de la Midea china en 2016. También, en 2019, la Unión Europea, que ha mostrado una división sobre la actitud a adoptar frente a Inversiones chinas, ha adoptado un sistema de selección de inversiones extranjeras en sectores estratégicos. Testimonio de ello sería el Reglamento (UE) 2019/452 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 19 de marzo de 2019, por el que se establece un marco para el control de las inversiones extranjeras directas en la Unión.
Huawei ha seguido también, y merece la pena señalarse, un acercamiento al mercado europeo con una estrategia multipolar: en el sentido de que la toma de decisiones puede ejecutarse en Londres, París, Bruselas o bien en Düsseldorf pero sin que los niveles intermedios obstaculicen el desarrollo en todas direcciones. La delantera la tomaron un grupo de directivos chinos que tenían asignado la conquista de Europa, los cuales han ido pasando el testigo a europeos seleccionados con amplia experiencia en Europa en la industria, para situarse lo más cerca posible de clientes, socios y autoridades públicas, con la pretensión de influir sobre ellos de una forma determinante. El proceso experimentó un auge en los años 2010 y se siguió una fase de fuerte aculturación de estos europeos en la sede de Shenzhen en funciones de alto nivel.
Apple se está perfilando, por lo menos de momento, como beneficiario directo de la guerra contra Huawei, y esto pone en el punto de mira de varias medidas de represalia chinas, mientras que apuesta por la red 5G del mercado chino.
Por tal razón afirmó el señor Ren Zhengfei, fundador y CEO de Huawei, en una entrevista concedida a la BBC que "Estados Unidos no nos puede quebrantar de forma alguna. El mundo no nos puede dejar atrás porque vamos por delante".
Vamos a centrarnos en las cuatro primeras siglas, y en general en Silicon Valley: GAFA. En general los GAFAM cuentan con la infraestructura digital orientada al servicio público con una dimensión internacional, que en no pocos casos se nutren de programas públicos de Estados Unidos que se transfieren para que se usen en sus productos, pero se detiene el impulso público, a diferencia de la estrategia BATX. Vamos a destacar las sinergias, y especialización, que se da en (G)oogle, como proveedor de datos, en (A)mazon, que se encarga de un servicio postal y en (F)acebook, como servicio de telecomunicaciones en fase de mutación hacia “algo mucho más ambicioso”, como tuve ocasión de analizar en otro artículo en esta misma revista digital. El elemento que queda en fase de redefinición, urgente, por su falta de inversión en 5G desde la perspectiva privada (y pública), cosa que dos pone en dos posibles escenarios: o sustitución de Apple por pérdida de su posición, con lo que las Big Five pasarían a compactarse en unas Western Big Four, o bien estamos en la antesala de una concentración de fuerzas en otro tipo de modelo que, en caso de darse, China podría imitar. Al respecto, vamos a señalar una señal interesante. Google y Apple han aparcado su peleas para desarrollar una aplicación de rastreo de COVID-19, cosa que nos pone en un contexto de una cooperación, en la idea de lo que podemos empezar a comprobar, Google aporta datos y Apple captura y gestiona, y aquí tendríamos la entrada inminente de una de las patas que podría entrar en la estrategia norteamericana: entrada masiva de capital mediante una sociedad de gestión de activos globales, caso de BlackRock, por poner un ejemplo nada inocente.
Además, la definición del 5G y su aplicación a la telefonía móvil supone, en el trance de la digitalización, un elemento a tener en cuenta. Por ejemplo, la surcoreana Samsung ya ha sacado al mercado sus terminales dotados de 5G y, precisamente por ello, están configurados para servir como carteras electrónicas y darle un apoyo e impulso a la revolución monetaria basada en las divisas digitales y las criptomonedas tales como Ethereum, tal y como desde CoinDesk nos notificaban el pasado 8 de marzo de 2020, reforzando el terminal con todas las medidas de seguridad posibles basadas en cadenas de bloques, pero también mediante PIN, huella dactilar y claves de bloqueo privadas. En este sentido, ya hablábamos en esta revista digital acerca de Libra y del desafío de dotar de documentos de identidad a los aproximadamente mil millones de personas en el mundo, vetándoles el acceso a una cuenta bancaria. Estamos pues más cerca de que nuestros portátiles pasen a ser nuestros bancos, cuentas bancarias y dinero, cosa que requiere que cada uno de nosotros quede vinculado a un PIN.
Esta situación misma hace, dado el mundo que inaugura el 5G, donde todo y todos estamos conectados, todos los procesos, objetos, etcétera. Entonces, llegado ese momento, el smartphone lleva camino de una rápida y urgente transformación y a entrar en valor la identidad digital asociada a un PIN: nos acercamos al umbral del mundo "post-smartphone", como nos recuerda este buen artículo del 30 de junio de 2019. De hecho, y como prueba de ello Huawei reducía para 2020 las previsiones de entrega de dispositivos un 25% respecto a 2019, y en la misma línea se mueve Samsung, que reducía sus pedidos de piezas de repuesto en un 30%.
Las grandes firmas tecnológicas estadounidenses son una de las caras del poder de Estados Unidos: la Teoría de Juegos entre Estados Unidos, China y la Unión Europea
Al respecto, hay un par de elementos que conviene entender cuanto antes, cosa que ha hecho China y que también tiene que hacer Europa si quiere tener una soberanía que es imposible tener por parte de cualquier Estado europeo, salvo que nos unamos en todos los sentidos.
El primero es que la cuestión tecnológica y los colosos norteamericanos deben ser contemplados en una lógica propia de una Teoría de Juegos, esa parte de la economía que estudia las decisiones de un individuo o ente pero teniendo en cuenta las decisiones tomadas por el resto de agentes que influyen en la decisión del primero.
Si tenemos que pensar en las decisiones de un individuo respecto a la Teoría de Juegos lo que precisamente no debemos preguntarnos es qué va a hacer, sino qué va a decidir emprender el individuo como acción teniendo en cuenta lo que puedan hacer el resto de personas o entes, porque todos ellos van a actuar de forma interdependiente.
Nos hallamos ante un claro ejemplo de Juegos no cooperativos, ya que cada jugador toma sus decisiones de manera independiente y sin posibilidad de llegar a acuerdos previos. Estos juegos se representan de forma normal o estratégica y de forma extensiva.
Es decir, existe un jugador que tiene una posición absoluta de dominio en este sector, y que sabe que es una de las claves para vencer una partida muy complicada. Estados Unidos aplicó las mismas estrategias que a China antes a Japón y al sureste de Asia, pero particularmente a Japón. Así, entre 1960 y 1990, la economía nipona multiplicó su PIB por seis. Creció una tasa promedio del 6% anual durante tres décadas y se convirtió en la segunda potencia mundial. El crecimiento empezó como consecuencia del conflicto entre proxies propio de la Guerra Fría, en concreto, en la península de Corea. Japón se convirtió en proveedor del esfuerzo de guerra norteamericano, su industria se reactivó y a raíz de eso, Japón empezó a recibir inversiones, una suerte de "Plan Marshall" para Japón. Estados Unidos hizo uso de su influencia sobre sus aliados para fomentar las exportaciones japonesas.
A pesar de la oposición de Reino Unido, pues Japón lo desplazaba en ciertos elementos de interés, Estados Unidos consiguió que se incorporase Japón al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, predecesor de la Organización Mundial del Comercio. Washington abrió su propio mercado a las importaciones de Japón, convirtiéndolo en su área económica de influencia. Este paradigma del comercio exterior japonés aprovecharía otro elemento para reforzarse y mantener su fuerte crecimiento, mediante una nueva intervención en la región de los estadounidenses, la guerra de Vietnam.
Tras un breve episodio de crisis económica a mediados de los años ochenta, la economía de Japón empezó un período de expansión en 1986 que continuó hasta que entró nuevamente en un período de recesión en 1992. El crecimiento económico de un promedio del 5% entre 1987 y 1989 revivió industrias como el acero y la construcción, que había estado relativamente latente a mediados de los años ochenta, y contribuyó a disparar los niveles de salarios y empleo a parámetros sin precedentes. Entre 1989 y 1992 se estableció una burbuja financiera en Japón. En 1992, sin embargo, el crecimiento real del PIB de Japón se desaceleró hasta el 1,7%. Las industrias del automóvil y la electrónica, que habían marcado fuertes índices de crecimiento en la década de 1980 entraron en un período de recesión en 1992. El mercado nacional de automóviles japoneses se contrajo al mismo tiempo que la participación de Japón en el mercado de los Estados Unidos disminuyó. La demanda exterior y doméstica de electrónica japonesa también disminuyó, y Japón parecía estar en camino de perder su liderazgo en el mercado mundial de semiconductores para Estados Unidos, Corea y Taiwán. Las exportaciones dejaron de tener un papel definitivo en la expansión económica, como había sucedido en los años sesenta y setenta, pasando a ser la demanda interna el motor que tiraba de Japón, cambiando el eje económico de las actividades primarias y secundarias (agricultura, manufactura y minería) hacia la transformación, telecomunicaciones y la industria de la computación, haciendo de la información un activo determinante y clave para generar riqueza, y Tokio se transformó en un importante centro financiero, sede de algunos de los principales bancos del mundo, compañías financieras, compañías de seguros y la bolsa de valores más grande del mundo. El crecimiento que se inició en 1986 fue generado por las decisiones de las empresas para aumentar el gasto de plantas y equipos privados y de los consumidores por dirigirse hacia un modelo de fuerte consumismo. Las importaciones de Japón crecieron a un ritmo más rápido que las exportaciones. La investigación tecnológica japonesa de posguerra se llevó a cabo en aras del crecimiento económico, pero no del desarrollo militar. El crecimiento de las industrias de alta tecnología en los años ochenta se debió al aumento de la demanda interna de productos de alta tecnología, como la electrónica, la industria del videojuego vinculada también al auge del anime, y de mayores niveles de vida, vivienda y medio ambiente; mejor atención médica y más bienestar; ampliación de las instalaciones de ocio; y una optimización de los medios para afrontar los desafíos de una sociedad que envejece rápidamente, y que alcanza una de las mayores esperanzas de vida del mundo.
Cabe preguntarse, ¿qué falló? En 1985 Japón parecía que iba a convertirse en la primera economía del mundo, con un escenario propiciado por Estados Unidos, que además había generado el ascenso de los Tigres asiáticos y su ensamblaje en la maquinaria nipona. Y en ese año se reunió el G5, compuesto por Estados Unidos, Japón, Reino Unido, Francia y la RFA, en concreto en el mes de septiembre de aquel año decidieron en el marco del Hotel Plaza de una Nueva York sumida en una crisis de la que Donald Trump prometía sacar a la ciudad a golpe de transformaciones urbanísticas, y acordaron una política monetaria global. Un nuevo Bretton Woods, tras el original, el que definió en los años 70 el petrodólar y ahora un nuevo acuerdo que pretendía conseguir una devaluación del dólar contra el yen y el marco alemán, y así reducir el déficit comercial estadounidense, que superaba cotas que la administración de Ronald Reagan consideraba preocupantes. ¿El resultado? El acuerdo funcionó y en dos años el yen se apreció un 100% contra el dólar, cosa que erosionó la competitividad japonesa, fue entonces cuando en 1987 se firmó en París el Acuerdo de Louvre que perseguía detener la caída del dólar, pero no se logró.
Esta apreciación del yen conducía inexorablemente a la ralentización de la economía japonesa. El Banco de Japón intentó compensar la pérdida de dinamismo y mantener la tasa de inversión, con lo que impulsó una política monetaria expansiva: tasa de interés a niveles bajos y exceso de liquidez. De este modo se pusieron los cimientos de la burbuja financiera e inmobiliaria. Cuando la autoridad monetaria nipona intentó subir la tasa de interés en 1990 para pinchar la burbuja, el mercado inmobiliario se derrumbó en 1992: en 1992, el promedio de acciones de Nikkei 225 comenzó el año con 23.000 puntos, pero cayó a 14.000 puntos a mediados de agosto antes de estabilizarse en 17.000 a finales de año. Fue el fin del largo ciclo de alto crecimiento de Japón, y la victoria de Estados Unidos sobre Japón, que además se vio reforzada por otros factores que son tan importantes como las aquí descritos: la caída del imperio soviético, siguiendo a Galtung, entre 1989–1991 se reforzaron con la lucha contra Japón y la estrategia norteamericana del nuevo Bretton Woods, como ya se ha dicho, además de la aceleración del proceso de globalización económica y cultural a través del “Consenso de Washington”, la creación de la Organización Mundial de Comercio en 1994, y la difusión de Internet. Washington comprendió que su ventaja sobre Japón se basaba en controlar a China, y usar el exceso de capital en inversión tecnológica, y al igual que había derrotado a la URSS superándola en términos tecnológicos en todos los campos, entre otros muchos factores, igualmente con Japón había que emprender una carrera que los japoneses no pudieran sostener, mientras que, incluso, quedaban vinculados a los norteamericanos por los mercados financieros globales, y por la necesidad de poder conectar su sector terciario financiero y tecnológico a la gran red global, controlada por Estados Unidos, con lo que Japón se vio en una trampa de la que no podía salir más que hacia adelante, y al hacerlo precisamente reforzaba a Estados Unidos. ¿Verdad que les suena a China y a Estados Unidos?
Andrew Marshall, director de la Oficina de Evaluación de Redes (ONA) del Departamento de Defensa (DoD) trabajó desde mediados de la década de 1970 en el planteamiento de la Segunda Estrategia de Compensación, una estrategia de "compensación" para el poder soviético a nivel convencional y nuclear, basada en particular en la automatización del campo de batalla y la guerra en red. Los esbozos de esta estrategia proporcionaron un marco para la Revolución en Asuntos Militares (RMA) a principios de la década de 1990, que incidía en la necesidad de integrar más ampliamente las tecnologías de la información, las telecomunicaciones y el espacio en el aparato de defensa: drones, imágenes por satélite, nanotecnologías, biotecnologías y robótica eran las piezas estratégicas para abrumar a los soviéticos ganando en precisión y optimizando el gasto, mientras la financiación no era problema debido al Sistema Mundo creado en los años 70 del pasado siglo y una vez los soviéticos perciben la trampa estadounidense que los había separado de los europeos occidentales, el pacto con Arabia Saudita y la caída del Telón de Bambú, con la ruptura de los acuerdos comerciales negociados por Kissinger, y que proponían el ensueño de industrializar y armonizar los diferentes polos de desarrollo económico global, y donde la URSS sólo aspiraba a proporcionar energía, minerales y materias primas, algo que desearon tanto McGovern por el partido demócrata como Nixon por el republicano, pero que condujo a la globalización, el neoliberalismo y el neoconservadurismo, cuyo último retoño es Donald Trump.
Con el ciclo de los años 1990-2000, el sector privado se convirtió en el principal "caldo de cultivo" tecnológico del Departamento de Defensa, particularmente caso del binomio compuesto por DARPA y las agencias de inteligencia. Las tecnologías avanzadas surgieron cada vez más de las empresas digitales, que a su vez beneficiaron a los militares y a la comunidad de inteligencia, mientras estas recibían transferencias de todo tipo del poder público. Esta simbiosis estructural queda plasmada en 1994 mediante la aparición del “Foro de las Tierras Altas” por iniciativa del entonces Secretario de Defensa, William Perry. Esta organización reticular sigue cumpliendo, también hoy día, la función informal de interfaz entre lo privado y lo público, lo civil y lo militar, en que respecta a las tecnologías duales. Entre las empresas que participan con frecuencia en las reuniones del foro se encuentran Booz Allen Hamilton, Leidos (antes SAIC), Cisco, eBay, PayPal, IBM, Google, Microsoft, AT&T, o General Electric.
En 1999, la combinación de intereses gubernamentales y comerciales se concretó aún más mediante con la creación de In-Q-Tel, un fondo de capital privado fundado y dirigido por la CIA. Esta incubadora de empresas financió startups como Keyhole (Google Earth), Facebook y Palantir, firmas que, en la década de 2000, se convirtieron rápidamente en algo más que auxiliares de las agencias de inteligencia en el campo del contraterrorismo y el crimen: fueron claves para la guerra híbrida de la que también versa una parte de este Dossier Geopolítico Especial.
Frente a las ambiciones de China y el regreso de Rusia en otro nivel, más geopolítico y como potencial parte de un acuerdo con Europa, algo odiado por los norteamericanos, el Pentágono lanzó en 2014 una Tercera Estrategia de Compensación (TOS), cuyo objetivo principal era, y sigue siendo y cada vez más será, explotar todavía más las tecnologías desarrolladas por el sector privado, entre otras muchas Inteligencia Artificial, robótica y computación cuántica, para trasladarlos al aparato militar, pero esta vez con la perspectiva de un conflicto simétrico. Cerca de la RMA, la TOS se diferencia de ella contextualmente: el mito de la hiperpotencia estadounidense ha caído en desuso; China es un competidor serio y que huye de las trampas estadounidenses, devolviéndoselas y explotando las contradicciones y acciones de los estadounidenses. Es decir, la preponderancia tecnológica-militar estadounidense no sólo es que no está garantizada, es que peligra seriamente y en otros casos han sido ya superados como ya en 2018 alertaba James Mattis, primer secretario de Defensa en la presidencia de Trump. Tras un largo período de fuertes inversiones en I + D pública y apoyo a las empresas tecnológicas nacionales, el Gobierno, y especialmente el Pentágono, claramente tenía otras prioridades desde que Barack Obama asumió el poder, lo que llevó estancamiento o incluso una ligera disminución del presupuesto de defensa.
A partir de ahora, el complejo tecno-militar estadounidense está subordinado a las capacidades de innovación de los GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft), que se han convertido en líderes mundiales en sus campos. El TOS destaca por tanto como un parche urgente para afrontar el refuerzo militar chino en un período de escasez de innovación militar pública y el auge del poder financiero y tecnológico de las empresas digitales.
Este es el modelo de poder y las estrategia norteamericana. Y la presencia de un jugador tan fuerte y con tantos recursos y acción ha pretendido intimidar a los competidores para aprovecharse de sus recursos. Ahora China ya ha demostrado que no es imposible construir estrategias parecidas, incluso mejorarlas. Por eso, en la primavera de 2018 el gobierno de China presentó su reforma de la protección del ciberespacio mediante la formación de la "Comisión Central de Ciberseguridad e Informatización", liderada por el mismo Xi Jinping, demostrando que China entraba ya hace tres años en una nueva fase de desarrollo en ciberseguridad que superaba la anterior, consistente en el fortalecimiento de la seguridad de la infraestructura digital del país, mientras se acelera el desarrollo de la innovación local y el fortalecimiento de la integración civil-militar con el aparato de inteligencia para construir un verdadero ciberpoder. Beijing ha entendido que la única forma de desarrollar sus cibercapacidades será a través de la autonomía nacional en innovación, y dicha autonomía no es posible sin una estrategia nacional de integración profunda de capacidades militares y civiles. Con lo que la estrategia china ofrece, por tanto, tres modelos: servir a las fuerzas armadas y dar prioridad a sus demandas; co-construir y compartir para promover la innovación; integrar I + D para desarrollar campeones nacionales que se equiparen a los globales norteamericanos.
Por otro lado, conviene recordar que China cuenta con nueve de las 20 compañías de tecnología más grandes del mundo, y tres de ellas figuran entre las diez primeras. Por si fuera poco China puede presumir de poseer el radiotelescopio de plato único más grande del mundo y varios de los superordenadores más rápidos, y planea construir el mayor acelerador de partículas. En 2016, lanzó el primer satélite de comunicaciones cuánticas del mundo. Más aún, China ha establecido la primera red de comunicación cuántica integrada del mundo con más de 700 fibras ópticas con dos enlaces del tipo tierra-satélite para poder distribuir claves cuánticas en 4.600 kilómetros, tal y como el equipo de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China en Hefei, liderado por Jianwei Pan, Yuao Chen y Chengzhi Peng expresó el pasado 6 de enero de 2021 a la revista Nature, ver también el siguiente enlace, donde se explica que a diferencia del cifrado convencional, la comunicación cuántica es imposible de piratear, siendo la base para transferir información segura entre actores públicos y privados o entre ellos entre sí. Las ambiciones recogidas en sus recientes planes gubernamentales son de gran alcance: para 2020 quieren destacar en áreas como la tecnología móvil 5G, el cultivo de semillas y la robótica y convertirse en líder mundial en la inteligencia artificial (IA) en 2030, entre otros muchos logros que ya ha conseguido, va a conseguir inminentemente, o tiene planes muy sólidos para alcanzarlos. Y esto, también nos habla de la calidad de este otro jugador.
En este sentido ninguna nación de Europa por sí sola puede jugar a este juego, ni siquiera un grupo de ellas. Primero, porque un campeón como Estados Unidos ya nos pone a todos a competir con este juego, y a perder invariablemente con la actual estructura de la Unión Europea y de los Estados nacionales. Por algo insisten tanto en la soberanía y el soberanismo las estrategias del Brexit y de partidos como Vox, el RN francés o AfD y la Lega o los Fratelli d'Italia, por no hablar de fragmentar el poder deficiente y no competitivo de los Estados nación en algo todavía más pequeño mediante movimiento independentistas que comparten estrategias comunes. Todo ello beneficia a Estados Unidos en Europa, porque evita que se forme otro campeón que viendo el camino emprendido por China, convertido ya en un segundo campeón, Europa dé el paso adelante y se convierta en un tercer campeón. Si Europa no lo hace, queda entre Estados Unidos y China, y siendo objeto de devastación asegurado. Si lo hace, equilibra al resto y puede forzar un equilibrio de Nash por el que, sin parar de mejorar, se llegue a un equilibrio de poder beneficioso para todos. Pero para eso debe contemplar Europa la integración de sus mercados e industrias, la formación de una moneda con la deuda mutualizada, el federalismo que forme el ente del demos europeo, entre otros muchos factores. No hacer eso, es perder. El Brexit implica para Reino Unido sometimiento completo a Estados Unidos, salvo que desde su posición impulse y colabore muy activamente en dos cosas: la recuperación de su espacio Commonwealth, y por el otro lado, impulse la formación de Europa y se integre en ella con la posición de liderazgo que merece... porque la alternativa es repetir las consecuencias de la derrota del conflicto del Canal de Suez de 1956, el ataque a la libra esterlina subsiguiente y arrostrar una cooperación puntual pero demoledora en contra de sus intereses, de China y Estados Unidos, tal y como la Unión Soviética y Estados Unidos hicieron, de tal manera que Estados Unidos acabe por despojar de todo a Reino Unido y a la City.
Recuerdo al respecto lo oportuno de repasar estos artículos, publicados en esta misma revista digital, para ganar perspectiva: haciendo click aquí, aquí, aquí, aquí y aquí.
Quien pierda en esta carrera acabará de vasallo del o de los ganadores. Es así de simple.
El siguiente artículo de la serie puede leerse aquí.