Arriano y las incursiones de los alanos en Oriente

Arriano

Lucio (o Aulo) Flavio Arriano Jenofonte, según algunos identifican su nombre completo. Podemos definirlo como un perfecto ejemplo de un hombre de su posición y época. Se hace posible afirmar que era adulto cuando Plutarco había muerto y Elio Arístides había nacido. Tanto Casio Dión, el Léxico de Suidas y Focio en su Biblioteca destacan su cultura y la fama de filósofo. Gracias a la epigrafía es posible definir los éxitos que alcanzó en la carrera militar y política. Por todo ello el nacimiento de Arriano podría ubicarse entre el 80 y el 95 d.C. en Bitinia, en concreto en Nicomedia, donde creció, se educó y desempeñó el sacerdocio de las diosas Deméter y Core.

Lucio (o Aulo) Flavio Arriano Jenofonte

Alrededor del 108 acudió a Nicópolis, en el Epiro, con finalidad de escuchar al filósofo Epicteto, dejando testimonio de su aprendizaje en su obra Disertaciones, filósofo con el que también trató el que sería el emperador Adriano, dando pie con ello a una amistad entre nuestro autor y el futuro emperador. Sobre los años 117 a 120 el emperador Adriano le concede la entrada en el Senado, ejerciendo la magistratura de consul suffectus, es decir que ejerció dos meses dicha magistratura junto a los dos cónsules anuales, entre el 120 y el 130. Se le puede situar entre el 131-137 en la Capadocia, como legatus Augusti pro praetore, donde hubo de desempeñarse en la protección de la provincia de los ataques de los alanos. A continuación, las fuentes callan hasta el año 145/146 en el que nos encontramos a Arriano como ciudadano honorario en Atenas. Para Bowersock esto supondría la posibilidad de que fuese uno de los hombres que cayó en desgracia a los ojos de Adriano en la parte final de su imperio, pero tampoco se puede afirmar con rotundidad. Esto nos permite comprender que tras abandonar su carrera oficial marcha a Atenas, donde se le puede hallar como ciudadano del demo de Peania y Prítano quizás en 166/167 y 169/170, aunque para Bosworth se trataría de un caso de homonimia.

De su muerte tampoco tenemos certezas, sólo que es opinión extendida que cuando Luciano escribió su Alejandro, sobre el año 180, ya estaría muerto, debido al elogio que le dedica: “un hombre importante entre los romanos y entregado a la cultura a lo largo de toda su vida”. Se puede, por consiguiente, afirmar que estamos ante un hombre de Estado y literato, una suerte de encarnación en la tradición del mismo Jenofonte o Tucídides, en cuanto a un hombre al que no le es ajeno la vida pública y las responsabilidades civiles, que se halla en el centro de la acción política, a la que conoce de primera mano, que cuenta con una basta cultura y, por último, que la milicia es uno más de sus ejercicios a favor del Estado de su momento histórico.

La defensa del Imperio durante Adriano

Frente a la acción exterior de carácter agresivo de su antecesor Trajano, Adriano, se propone el ideal de alcanzar cierta paz que permita el crecimiento interior, para lo que volvió a la política de defensa armada.

Busto del Emperador Adriano

Para conseguirlo usó

  • Los medios diplomáticos. En Oriente finalizó las acciones contra los partos con una paz formal cuyas cláusulas incluían la restitución de la provincia de Mesopotamia a los partos y la liberación de Armenia y su vuelta al estatus de estado vasallo entre los dos imperios. El siguiente paso, y complementario con la cuestión parta, fue la de trabar una relación de amistad con los reinos iberos y albanos del Cáucaso, ya que suponían para los intereses de Roma unos puntos sobre los que apoyar acciones de tenaza sobre los partos.

Por el contrario, Arabia y Dacia, conquistadas también por Trajano, se mantuvieron bajo control imperial, siendo dividida la última en dos provincias y, posteriormente en tres. Para las líneas del Rin y del Danubio Adriano se decantó por extender el sistema de estados vasallos y asegurar de esta manera una influencia política y económica de Roma transfronteriza.

  • Es oportuno, llegado este momento, centrarnos en el ejército, pues la protección de frontera exigía un ejército bien equipado y con una rigurosa disciplina sin que los costes se disparasen, así que se trató de mejorar la calidad de las tropas con entrenamientos y disciplina de gran rigurosidad y con el asentamiento permanente de los soldados en sus respectivos campamentos que pasan a tomar un perfil de fortaleza, cosa que transformó al ejército romano en un grupo de ejército con tendencia a la regionalización. No es casualidad que con Adriano la tendencia a completar los efectivos y auxiliares con hombres de la región donde se halle el acuartelamiento se profundiza. Para tratar de matizar esta suerte de regionalización del ejército se empiezan a emplear numeri, es decir cuerpos mixtos de infantería y caballería que son reclutados en bloque entre los bárbaros de las fronteras del Imperio, los cuales mantienen sus tácticas, armas y panoplias que les son propios, y son utilizados fuera de sus lugares de origen. Se vuelven a las 28 legiones de tiempos de Augusto, sólo que con mayor territorio que defender.

La concentración de tropas nos da una idea de los desafíos que la administración imperial de Adriano tenía en mente: Hispania Citerior, África, Egipto, Dacia y Arabia contaban con una sola legión; la Capadocia y la costa Siria-Palestina ambas contaban con dos legiones; Siria y Britania, tres legiones cada una; y en la zona del Rin y ambas Panonias contaban con un total de ocho legiones, mientras que Mesia Superior e Inferior tenían un total de 5 legiones.

Legado y tribunos de cada legión, eran respectivamente de rango senatorial y de rango ecuestre. El objetivo era lograr un ejército más móvil y flexible, adaptado para combatir con éxito a una variedad de enemigos.

  • El tercer eje estaría situado en el limes, como un sistema defensivo del Imperio que con Adriano alcanza su organización definitiva. La frontera pasa a ser una línea de fortificaciones y puestos de vigilancia, protegidos en vanguardia por fosos o bien empalizadas, señalándose varios modelos distintos: el británico, el germánico, el bajo danubiano, el sirio, y el africano.

No obstante, en su imperio Adriano hubo de enfrentar tres conflictos de diferente intensidad y rigor: en el Bajo Danubio hubo de enfrentar la incursión de los roxolanos (117); en el 122 mientras estaba en Britania tuvo ocasión de apreciar las luchas contra los brigantes, hecho que lo empujó a la construcción del muro; y, el más sangriento de todos los conflictos estuvo en la rebelión judía, motivada por la intención de erigir sobre las ruinas de Jerusalén la colonia romana de Aelia Capitolina, tras la destrucción en el 70 por parte de los ejércitos de Tito de la ciudad con su segundo templo. La rebelión empezó en el 132 bajo el liderazgo del sacerdote Eleazar y su sobrino Simón Bar Kochba, ‘Hijo de la Estrella’, imbuidos de los deseos de emular la rebelión que emprendieron en su día los llamados “Macabeos” contra el seleúcida Antíoco IV, que les llevó a capturar Jerusalén y emprender una guerra de guerrillas con éxito, a la que Roma contestó con la contundencia y brutalidad que requería tal levantamiento, que finalizó en 135 con auténticas masacres y esclavizaciones en masa, además de la prohibición a cualquier judío de visitar Elia Capitolina.

Adicionalmente, la provincia de Judea se reorganizó para añadirse a Siria y ser nombrada Siria-Palestina, además de asentar dos legiones para la defensa del limes sirio-palestino y el control efectivo de la antigua provincia de Judea.

El Imperio Romano en 125 d.C.

La incursión de los alanos que enfrentó Arriano

¿Quiénes son los alanos?

Tanto los sármatas como los alanos son pueblos emparentados entre sí y con los escitas, cuyos orígenes se sitúan entre los ríos Don y Volga (ss. VIII-VII a.C.), con un carácter étnico predominantemente europoide, hablaban lenguas iranias, de la rama noroccidental del iranio antiguo. Diferentes factores entre los que se pueden incluir la presión demográfica, la búsqueda de pastos en su vida nómada y la presión de otros grupos o pueblos los llevan a la proximidad de las fronteras romanas paulatinamente, apareciendo en las fuentes antiguas en 35 d.C., y tanto Tácito como Flavio Josefo narran la participación de los alanos en un conflicto entre partos e iberos del Cáucaso en favor de estos. La ayuda de los alanos fue consecuencia de una maniobra diplomática romana que buscaba así equilibrar la ofensiva del rey parto Artabano III sobre Armenia, ya que los iberos eran aliados de Roma, y con tal refuerzo dieron lugar a una contundente contraofensiva en la que los alanos aparecieron con su poder para apoyar el movimiento táctico y que resultó fulminante. A partir de ese momento, los alanos se enseñorean de las estepas pónticas y con la entente de los caucásicos sus expediciones se vuelven recurrentes.

Para el año 72 los alanos invaden territorio parto a instancias de los rebeldes hircanos desde las costas orientales del Mar Caspio penetrando en el estado vasallo parto de Media Atropatene y tomando cautivas las esposas del rey Pacorus, que se vio obligado a negociar un rescate con los alanos por ellas por una cantidad de 100 talentos. A continuación, los alanos pasan a Armenia con el resultado que su rey, Tirídates cae derrotado y casi es capturado al usar el lazo, arma propia de ese pueblo de jinetes y pastores. Los partos temen esta incursión de los alanos hasta el punto de solicitar la ayuda de Vespasiano, que Roma deniega. No obstante, los alanos vuelven a su hogar a través de los pasos del Cáucaso que están controlados por los aliados iberos cuidando con una precisión quirúrgica no tocar los dominios de Roma.

Para el 114 Trajano tiene bajo su control Armenia y por sumisión de los reinos de Iberia y Albania adquiere adicionalmente el control de la principal zona de paso de los alanos hacia Persia, control que, como se ha explicado, se perdería al llegar Adriano al imperio en 117.

La invasión de 135

En este contexto el rey de Iberia Pharasmanes II quiere liberarse de Roma haciéndolo manifiesto en 131 al no acudir a una reunión convocada por Adriano en Satala durante la estancia del emperador, con vasallos y aliados, siendo relevante este hecho porque marca el devenir que establece el marco temporal que explica el enfrentamiento de Arriano como legado en Capadocia con los alanos. A partir de ese momento la influencia de Pharasmanes II creció hasta alcanzar el Mar Negro, donde las cinco cohortes romanas en Apsarus marcan su límite de influencia. Es por ello que Pharasmanes II les permite a los alanos atravesar el paso de Darial, conocido como las “Puertas alanas” o “Puertas iberas”, y con ello atravesar de norte a sur el Cáucaso y encontrar a su disposición a los vecinos de Iberia que Pharasmanes II quería debilitar: Albania, la vasalla parta Media Atropatene y la provincia romana de Capadocia. Los alanos se lanzaron sobre Albania y Media Atropatene, pero los partos esta vez optaron por sobornarlos y lanzarlos sobre Armenia y la Capadocia. Es en este momento cuando Arriano tiene que enfrentar a los alanos.

Siguiendo su relato “Acies contra Alanos” Arriano, que se llama a sí mismo “Jenofonte”, y esto para Bosworth sería una referencia al militar, filósofo e historiador continuador de la obra de Tucídides, y en este caso estaría vinculado a cierto pasaje de la Ciropedia, cuenta con dos legiones la XV Apollinaris, completa y acuartelada en Satala, y la XII Fulminata, con dos tercios de los efectivos estacionada en Melitene. A continuación, y para seguir el sentido que fija Arriano paso a establecer una doble división: el orden de marcha y los preparativos para el enfrentamiento.

La marcha

Arriano parte de Satala al encuentro de los alanos en la frontera de la provincia, con la legión XV Apollinaris al completo y algunas vexillationes de la XII Fulminata, quedando el resto de la XII Fulminata o en su acuartelamiento en Melitene o bien estarían en Judea, porque recordemos que se había producido un fuerte levantamiento capitaneado por el sacerdote Eleazar y su sobrino Simón Bar Kochba. Cuenta con la movilización de cuerpos de auxiliares de acuerdo con el modelo ya descrito de proximidad: Armenia Menor, Trapezunte, Rhizus y la Cólquide.

En cabeza del sentido de marcha tendríamos exploradores montados y en orden de columna de a dos. Después vendrían arqueros a caballo de Petra en el mismo orden de marcha, es decir, columna de a dos, y estaría comandada por uno de sus decuriones. Seguidamente tendríamos un ala de caballería Auriana, reclutada en su origen en Hispania y la cuarta cohorte Recia de tipo equitata, y los dirige Dafne de Corinto. Les sigue el ala de Apuli, que procedería de Hyssi, y junto a ellos marcharía la caballería de los auxiliares itureos y cirenaicos y la primera cohorte de Recia, también equitatae, comandados todos por Demetrio. A continuación, tendríamos la caballería germana marchando en columna de a dos y a cuyo frente iría el praefectus castrorum. Ahora nos encontramos la infantería auxiliar con estandartes juntos al frente y fila de a cuatro, primero los Itali y los cirenaicos y los dirigiría el comandante de los dichos Itali, Pulcher. Es prácticamente seguro que tendríamos ahora a la infantería de las cohortes cuarta y primera de Recia y de los itureos; les seguirían las levas del Bósforo que comanda Lamprocles, a los que siguen los númidas y el comandante Vero como superior suyo, siendo ambos infantería. Los arqueros están situados al frente y en los flancos y son protegidos por la caballería de cada cohorte. La vanguardia estaría ya completa, con 2.500 jinetes y 2.800 infantes, aproximadamente.

En el centro estarían las legiones, con los equites singulares y la caballería legionaria a continuación, encabezando el grupo central. Tras ellos se situaría la artillería legionaria, a base de catapultas y balistas. Detrás suyo iba el Aquila de la XV Apollinaris con el legado Valente y sus subordinados de alta graduación, es decir prefectos, tribunos y centuriones de primera cohorte. Los legionarios marchaban justo detrás en fila de a cuatro, y tras ellos el mismo esquema, pero con los soldados disponibles de la XII Fulminata, alcanzando la cifra total de unos 8.500 hombres en total, que corresponderían grosso modo a la XV completa y a dos tercios aproximados de la XII.

La columna de marcha tendría la tercera y última parte con las levas provinciales: arqueros de Armenia Menor, infantería de Trapezunte y lanzadores de jabalina de la Cólquide y de Rizia, con la cohorte Apula comandada por Secundino que se encarga de supervisar el mando de esta sección de unos 2.500 hombres. Justo a continuación de ellos viaja el tren de bagajes y un ala dácica. A ambos flancos del total de la extensa de columna, que podría alcanzar los 15 kilómetros, habría una línea de jinetes compuesta por un ala de gálatas y la caballería de la cohorte de Itali, alrededor de 620 hombres. Sendas alas estarían bajo las órdenes de su praefectus, cuya misión sería recorrer su respectiva línea asistido del resto de centuriones que habían de asegurar el cumplimiento de las órdenes y el mantenimiento de la formación y cometidos. Arriano estaría situado junto a los estandartes de las legiones y recorrería la columna completa para ver que todo estuviese en orden. Por la posición en la que van los bagajes es de suponer que Arriano pensaba que el enemigo, en caso de sorprenderlos sería de frente, pues siempre debe alejarse el bagaje lo máximo posible del peligro, y en caso de desconocerlo, situarlo en el centro.

Los preparativos para el enfrentamiento

Y así, sin sobresaltos, llega al lugar donde Arriano planta su ejército. El texto sólo menciona una llanura estrecha que está flanqueada por sendas elevaciones en la ruta hacia Armenia. Lo primero que hace el legatus Augusti pro praetore es que los exploradores tomen los lugares altos, mientras la caballería formaba en cuadro alrededor de los infantes para asegurar un perímetro defensivo mientras la infantería se sitúa y arma convenientemente. Los flancos se apoyan en las dos elevaciones a lado y lado de la llanura. El derecho lo comanda Pulcher y tiene a su cargo los arqueros armenios, disponiendo delante suyo la cohorte de Itali bajo su mando. En la elevación izquierda forman también arqueros armenios con lanzadores de jabalina de Trapezunte y Rizia, con una pantalla de 200 hombres de la cohorte Apula y 100 de la cirenaica, y por lógica y a pesar de no quedar testimonio en el texto, aquí había de estar al frente Secundino.

El centro, en la llanura, la XV ocupa el ala derecha hasta superar la mitad, donde el resto por la izquierda lo ocupa los hombres disponibles de la XII. Los legionarios en esta ocasión cambian su disposición habitual que permitía lanzar los pila y echar mano al gladius por otra cerrada de a ocho de profundidad para contrarrestar la temible carga de caballería pesada de los alanos. Los de la primera fila van armados con lanzas en formación muy cerrada pues han de herir a los caballos, mientras que las tres siguientes, también con lanzas, tienen que herir a caballos y jinetes con lanzas con el astil metálico que se doblaría dejándolas inutilizadas. Las filas quinta a octava tendrían jabalinas, y tras ella se situaría una novena de arqueros númidas, cirenaicos, itureos y del Bósforo. La artillería estaría situada en los flancos y retaguardia. En caso de llegar la carga de los alanos, Arriano explica que las tres primeras filas debían apretarse hasta juntar hombro contra escudo mientras que las siguientes lanzaban sus pila y jabalinas, piedras y flechas. La caballería estaría agrupada en ocho escuadrones, detrás de las líneas, listas para acudir a las alas y evitar un intento potencial de flanqueo, cosa que permitía que cuando los alanos fueran rechazados la caballería partiese en su acoso. Los arqueros a caballo están justo detrás de la novena línea de arqueros a pie, y así nutrirían desde su posición montada los proyectiles de la infantería. Arriano se reserva en una posición trasera los equites singulares, los guardias de corps de los oficiales y 200 legionarios como reserva para apoyar cualquier punto de la batalla.

Conclusiones

Si la batalla se dio realmente o no, hemos de confiar en Dión Casio (LXIX.15), que nos dice que no llegó a darse, pues parece ser que los alanos reconsideraron sus opciones y riesgos ante el despliegue de proyectil, caballería e infantería que montó Arriano y decidieron retirarse con la seguridad del botín logrado. En mi opinión el dispositivo es una muestra del aprendizaje y efectividad romanos ante las campañas de Dacia y Partia (¿Acaso Arriano fue partícipe en alguna de ellas?). Y también el texto de Arriano nos enseña un ejército romano flexible, cuyo centro es la infantería pesada legionaria, a la que se suman especialistas (caballería, arqueros, etcétera).

Otro aspecto que quisiera subrayar es la imitación, o no tanto como afirma Bosworth, de los modelos clásicos ya en este periodo imperial y que se reflejarían en la Anábasis de Alejandro. Arriano es la suma de un πνεῦμα [pneuma] estoico y heleno en un vir militaris romano. Precisamente esto se manifiesta en el uso de hyssos o lonche por pilum, o la formación en phalanx de la infantería pesada. ¿Pero acaso ello no sería la evolución natural del arte de la guerra ante un tipo de combate concreto? ¿Caracalla revivió la panoplia y la formación de la falange macedonia, por un indudable arcaísmo filohelénico o por un desafío táctico? A su vez, ¿la evolución del imperio como ciudad amurallada en la tradición filosófica estoica y de Epicteto y la correspondiente extensión de la ciudadanía romana a todo el Imperio no es acaso el mismo acto filohelénico y la manifestación del sueño de Alejandro Magno? ¿Y qué pensar entonces de la búsqueda de una religión universal, el cristianismo, cuya antesala o pórtico sería precisamente lo aquí tratado en el ejército, la administración, la filosofía y el derecho público y privado?

Bibliografía

BIRLEY, A. R., Adriano, la biografía de un emperador que cambió el curso de la historia, Gredos, Madrid, 2010.

BOSWORTH, A. B., “Arrian and the Alani”, Harvard Studies in Classical Philology, 81, 1971, pp. 217-255.

MANGAS, J., Historia Universal. Edad Antigua. Roma, Vicens Vives, Barcelona, 1999.

SORIA MOLINA, D., “La llegada de los ‘centauros’. Movimientos y migraciones de pueblos esteparios indoeuropeos en las proximidades del Imperio romano (siglos I-VI d.C.)” en Bravo, G. / González, R. Ver, viajar y hospedarse en el mundo romano, Actos del IX Coloquio de la Asociación Interdisciplinar de Estudios Romanos (AIER), Signifer Libros, Madrid-Salamanca, 2012, pp. 507-520.

He seguido la fuente en internet Arriani Nicomendiensis Scripta Minora. Arrian. Rudolf Hercher. Alfred Eberhard. In aedibus B. G. Teubneri. Lepizig. 1885. Keyboarding, que lo muestra en 31 secciones: http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3Atext%3A2008.01.0535%3Asection%3D1